La Caida De Los Angeles

Mientras camino hacia el refugio con Lucas a mi lado, empiezo a pensar en lo que encontré escrito en la piedra. Hay algo inquietante en esas palabras, algo que no logro entender del todo. No le presto importancia; ya lo resolveré a su debido tiempo.

Al llegar al refugio, veo que nadie escuchó la explosión, ya que todo está tranquilo como si nada hubiese pasado. Voy a la casa de Denis para ver cómo está Abigaíl. Denis está cuidando a Abigaíl; ella sigue inconsciente, pero parece estar mejor que antes. Denis me recibe con preocupación y alivio. Le explico rápidamente lo que encontré y les muestro la piedra.

—Esto es lo que encontré en la cueva —le digo, entregándole la piedra.

—No entiendo esto del todo, pero sé de alguien que puede ayudarnos —responde Denis.

—¿En serio? Eso me ayudaría bastante a saber qué es este pedazo de piedra —digo, dejando la piedra en el suelo y dándome cuenta de que tiene símbolos y líneas que no entiendo.

Denis asiente.

—Pero primero necesitamos descansar y recuperarnos. No podemos enfrentarnos a esto agotados.

Dormimos en la casa de Denis. El perro se quedaría en la puerta por si alguno de los cocineros o el alcalde viniera a molestar. Cuando me duermo, tengo un sueño extraño. Estoy en un lugar oscuro, excepto por una piedra que se ilumina con intensidad en el aire. Me acerco para ver qué es y, al observar mejor, veo que es como un rompecabezas; faltan muchas piezas, pero no sé cuántas faltan en total para completarlo. Al tratar de tocar la piedra, siento un fuerte dolor de cabeza. Mis ojos sangran y escupo sangre. El único sentimiento que tengo es irá. Antes de hacer nada, me despierto en mitad de la noche. Miro por la ventana, preguntándome qué fue lo que soñé.

Al día siguiente, Denis sugiere que visitemos al viejo que mencionó antes, mientras dejamos a Abigaíl descansar. Mientras nos dirigimos hacia el lugar, me habla del conocido, el profesor Carmona, un experto en religiones y cartografía. Tal vez él pueda darnos más información sobre la piedra y su significado.

Nos preparamos para el viaje, asegurándonos de llevar suficiente comida y agua, ya que el profesor Carmona vive lejos del refugio, en una casa en medio del bosque. Lucas está ansioso por moverse, y su energía nos contagia. A medida que avanzamos hacia el bosque donde vive el profesor, encontramos más rastros de actividad sospechosa. Hay muchos cadáveres de los infectados tirados en el suelo, humanos que parecían saqueadores, y tumbas en fila de varias personas.

Finalmente, llegamos a la casa del profesor. Es un hombre mayor, con una mirada penetrante y un vasto conocimiento. Cuando le mostramos la piedra, su expresión se torna sería.

—Esto... estos no son simples símbolos o letras. Es un mapa, una guía para aquellos que creen en la purificación a través del sufrimiento. Esta doctrina, que nació junto con las apariciones de los pilares que conocemos como "Ángeles", se hizo muy peligrosa y había escuchado de ella hace un par de años. Si alguien la está avivando, estamos en grave peligro.

Nos mira con gravedad y añade:

—Necesitamos detenerlos antes de que sea demasiado tarde. Pero primero, hay más que deben saber. Entren, tenemos mucho de qué hablar y poco tiempo.

Entramos a su casa y nos sentamos en unas sillas que estaban por ahí. Él nos ofrece algo para tomar mientras hablamos de lo que tenemos que hacer.

—Estas piedras son especiales. Son parte de los "Ángeles", pequeños trozos que se desprendieron cuando cayeron al mundo y se esparcieron por todos lados. Al ser solo trozos, estar cerca de ellos no te volverá loco, pero lo que importa es su contenido. Te da pistas de qué hacer para llegar a la iluminación, o eso dicen sus creyentes.

—Eso es una locura.—digo de forma incrédula, negando la situación.

—Entonces, ¿qué es lo que dice en la parte de atrás? —pregunta Denis con curiosidad.

—Lo de atrás... sí, viéndolo bien parece parte de un mapa. Aunque es solo un pequeño trazo, no sé qué parte señala. Si me traes más trozos, podría ver qué significa y a dónde llevan.

—Está bien, profesor, pero no esperes mucho. Estas cosas no llueven del cielo.

—Lo sé. Por eso esperaré incluso años si es posible. Me es intrigante saber a dónde llevan estas cosas.

Con ese último comentario, miramos por la ventana y vemos que es de noche. La luna se alzaba en lo alto, y decidimos dormir para regresar en la mañana.