Christopher descubre un enigma oculto en un antiguo jarrón chino durante su mudanza, desencadenando una serie de sueños que lo transportan a la vida de Bai Ze y el Emperador Amarillo. Este relato místico de amor, traición y encarcelación se vuelve tangible cuando, al romperse el jarrón, Christopher libera a Bai Ze y despierta inadvertidamente una oscura energía que se escondía en este. Juntos, enfrentan amenazas sobrenaturales y descubren conspiraciones ancestrales mientras su conexión se vuelve más apasionada e intensa en un relato entre el pasado histórico, el presente y el futuro moderno.
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La nueva era
Año 2090.
¿El amor es destinado o busca a través del tiempo siempre estar unido?
Chris, o bien llamado Christian, un chico británico de 22 años, de familia adinerada y estudiante de bellas artes. Su vida era bastante normal, vivía solo, estudiaba lo que quería y era constantemente reprochado por sus padres debido a eso, por eso luchaba de cierta manera constantemente por la aceptación y reconocimiento de sus padres como si eso le fuera a ayudar a sentirse mejor, más feliz o al menos más tranquilo.
Chris a pesar de su vida con altos y bajos, de días con felicidad y buenas oportunidades, desde que tenía consciencia parecía sentir que algo le faltaba, pensó que eran amigos, logros, incluso una pareja, pero nunca fue suficiente y esto le hacía sentir egoísta por nunca estar satisfecho, era tan incómodo. Se preguntaba constantemente qué era lo que le faltaba y en la misma redundancia se preguntaba si eso lo hacía volverse un malhumorado que perdía su tiempo pensando cosas estúpidas, que tal vez sólo era alguien que estaba insatisfecho con su vida por muchos factores, así como el resto de la gente que conocía y sólo vivía para sí misma.
El mundo, a pesar de todos los avances tecnológicos, seguía funcionando de manera similar y así era para Blaire, también llamado Bai Hai Zheng, un chico de tan sólo 25 años, ya graduado y descendiente único de una familia de inmigrantes asiáticos provenientes de Lingyuan de la provincia de Liaoning en China. Blaire igualmente buscaba la aceptación de sus padres, esperando a ser aceptado en su universidad como investigador e historiador, pero también mientras buscaba cumplir sus sueños y descubrir sus orígenes, se tenía que conformar con tener un trabajo de medio tiempo en una cafetería vintage donde aún se valoraba el trabajo tradicional hecho por los humanos, algo poco habitual en ese entonces que tal vez sólo los que deseaban desconectarse de vez en cuando se motivaban a visitar.
Blaire desde pequeño había encontrado la fascinación en conocer sus orígenes y en realidad los orígenes de la civilización, siempre en busca de ampliar su conocimiento, indirectamente eso lo volvía alguien introvertido que se la pasaba divagando en su cabeza o frente a su computadora, alguien que se la pasaba la mayoría del tiempo solo. Él creía que estaba bien así, pero en el fondo sabía que necesitaba algo más, algo que le complementara y abriera sus ojos al mundo.
Blaire vivía solo en los bajos suburbios de la ciudad, donde el caos era lo habitual, pero él había logrado encontrar un pequeño espacio seguro en su trabajo ubicado en una zona más adinerada, era donde podía olvidarse del crímen y la humanidad decadente.
Era un mundo donde la soledad se había vuelto habitual y la búsqueda de uno mismo ya casi no existía, donde la virtualidad y la apariencia creada por fantasías eran más reales que la propia realidad. El mundo se había vuelto un lugar donde los humanos buscaban su lugar sintiéndose insignificantes entre máquinas inteligentes. ¿De qué servía un historiador?¿De qué servía un artista? Eran ambos buscando su lugar en el mundo donde ya no existía espacio ellos, o eso parecía a simple vista.
Del pasado histórico, al presente y al futuro, a grandes rasgos el mundo se había vuelto un lugar donde los humanos ya no tenían lugar, valga la redundancia, donde la pobreza extrema vivía de la piratería del mundo de los ricos y los ricos vivían para satisfacer sus más extraños placeres.
Cada uno vivía sus vidas sin estar conscientes de que estaban destinados más allá del tiempo, el mundo necesita recuperar su rumbo y darle paso al equilibrio.
