La nobleza de Susan Fontaine era demasiado, tanto que por las relaciones familiares y el bienestar de su padre, ella le propuso casarse a Arturo Lacronte, el Presidente de la Multinacional más importante de la Región y prometido de su hermana, la dulce niña por cariño a su padre le propuso estar casados durante un año y es que una de las razones es que Arturo Lacronte según su madre no puede enojarse con la familia Fontaine de lo contrario sus empresas desaparecerán. El padre de Susan estaba muy enfermo, un infarto lo había dejado en cama, todo por descubrir a su hija mayor envuelta con su amigo que bien podría ser su padre, incluso Gabriela Fontaine se había escapado con su amante tres días antes de su matrimonio con Arturo Lacronte, pero Susan no podía permitir que su padre sufra más, por ende ella llegó a un acuerdo con Arturo Lacronte, por supuesto la familia había ocultado del poderoso hombre la verdadera razón por la cual se convertirá en la noble esposa del Presidente.
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CAPÍTULO 8
— ¿La viste subir al Vehículo Lacronte? - Preguntó Furioso Arturo en una llamada telefónica con su asistente.
— Señor, la Señora se ha ido con César Abdo - la Asistente agradece estar lejos de Arturo Lacronte en ese preciso momento, pudo sentir su aura asesina apoderándose de él incluso desde el otro lado de la línea.
— Vuelve a repetir aquello que acabas de decir - Murmuró con un tono de voz perturbador Arturo, pero la asistente no quiso volver a repetir sus palabras - Si no hablas en los próximos 5 malditos segundos, ten por seguro que te descuento todo tu sueldo de este mes.
— Su esposa se fue con el Señor Abdo, pero no sé en dónde, no puedo dejarlo a usted solo y salir a perseguir a la señora.
— Voy a descontarte todo tu sueldo de este mes y del próximo, encuéntrame inmediatamente a Susan, es una orden y si no lo haces olvídate de tu trabajo, no estás calificada para ser mi asistente - la llamada había terminado, la pequeña Asistente quedó temblando ante las palabras de su jefe, consiente de que Arturo Lacronte cumplirá con su palabra, más no le hace falta absolutamente nada para lograrlo.
De inmediato la Asistente había movido Cielo, mar y Tierra para encontrar a Susan, por supuesto ser la Asistente de Arturo Lacronte tenía sus ventajas, la mujer dejó escapar, un suspiro al dar con el paradero de Susan.
Mientras tanto Arturo salió al Jardín, tenía un cigarro en manos, la Luz de la Luna era la única fuente de iluminación, aquel Patio, él sitió en dónde estaba el hombre, esta cubierta de las Flores que son conocidas como Corazón Sangrante, aquellas bellezas representan el amor y el romance apasionado, pero también algunos lo asocian con el corazón roto, la suave fragancia de humo que emana el cigarro es percibido, el hombre tenía un aspecto solitario, hasta que su teléfono celular suena.
— ¿Dónde está? - Preguntó el hombre con total Frialdad.
— Ultra Waldorf Disco - Arturo terminó con la llamada sin esperar ninguna otra palabra de su asistente y 3 minutos después La Voiture Noire se llevó por delante las Calles de Londres.
La Bugati se detuvo por delante de la Disco, pero tomó un atajo secreto hasta el aparcamiento, posteriormente la alta e imponente figura masculina que solamente traía una camisa Blanca puesta ya sin su saco, salió de ella, su guardaespaldas de manera inmediata tomó las llaves del vehículo. Ultra Waldorf Disco, la Inversión secreta de Arturo Lacronte, el hombre se dirigió hasta la sala de control, todas las cámaras de Vigilancia quedaron a su disposición.
En el interior de la disco Susan bailaba con Cesar y Daniela con otro joven, los shot de Tequila iban y venían - Debo tomar un poco de descanso - Susan hablaba entre jadeos.
— Lo necesitas - Cesar colocó sus manos en la cintura de ella, pero la Mujer se alejó hasta uno de los Pubs, las ganas de vomitar la habían azotado, entonces corrió hasta el baño.
— Señorita el Baño no queda allí— Susan frunció el ceño, pero no tuvo tiempo de discutir con el hombre que se había cruzado en su camino, la mujer pasó paso por dos puertas, la segunda le daba acceso al cuarto de baño.
Cuando la hermosa joven salió, se encontró con una habitación oscura - ¿La estás pasando bien? - se escuchó una voz un poco más gruesa, Susan con la borrachera no podía distinguir bien aquella voz, es más, cuando ella indagó más buscando a la persona que estaba hablando no pudo distinguir absolutamente nada, todo estaba oscuro y ella estaba mareada.
— ¿Quién eres tú? - La mujer pudo articular aquellas palabras.
— Alguien muy especial, porque no bebes una copa conmigo - El hombre aún estaba fuera del campo de visión de Susan, pero un vaso había chocado por su pecho - si no bebes voy a estar enojado contigo.
— No me importa ni siquiera te conozco, además estoy casada mejor déjame ir, mi esposo tiene un fetiche raro con el hecho de que alguien toque a su esposa - Susan había realizado un puchero mientras alejaba la bebida da ella.
— ¿Y quién es tu esposo? - El misterioso hombre había sonreído, pero aún se mantenía a espaldas de ella, su voz era ronca y parecía forzado.
— ¿En verdad quieres saberlo? - Susan quiso darse la vuelta, pero las manos del hombre la dejaron en ese sitio ejerciendo mucha fuerza en ella.
— No te muevas - Susan estuvo cerca de caer - ¿Qué diría tu esposo si te ve que estás en una discoteca con un hombre que no es él? - Susan en su inconsciencia también pensó en aquello.
Ella sabe que Arturo no guarda sentimientos por ella, pero su ego de macho no puedo ser derribado, el hombre es capaz de matarla por ponerle unos cuernos más grandes que del toro.
— Oh, Arturo te convertiría en polvo - Susan había sonreído.
— Así que Arturo.
— Sí, Arturo Lacronte - El agarre del brazo paso a la cintura.
— Toma la bebida y te dejó, ir me siento muy solo esta noche, además respeto mucho a Arturo, no le pondría una mano encima a su esposa - la bebida fue puesta nuevamente ante ella y Susan lo había bebido, aunque sus ojos estaban ligeramente abiertas, ella ya estaba cayendo en la somnolencia y la borrachera ayudaba mucho.
Unos minutos después el calor había empezado a tomar parte de su cuerpo, que fue puesta por encima de la cama con la que contaba aquella habitación, su cuerpo estaba sudado, Susan había empezado a emitir algunos gemidos.
— ¿Qué ocurre pequeña Hada? - El hombre parecía hablar con burla - ¿Quieres ayuda? ¿Ya no piensas en tu marido? - las manos del hombre habían empezado a moverse por encima del vestido de ella.
— Quitámelo - el rostro de Susan estaba más rojo, y ella misma quería despojarse del vestido.
Al día siguiente Susan tenía un fuerte dolor de cabeza, lentamente abrió sus ojos - Mierda - con aquella maldición volvió a tumbarse en la cama, pero cuando enfoco todo a su alrededor se percató de que estaba en un lugar que no era la Villa Lacronte.
— Susan Fontaine - Aquella voz erizo toda su piel, los latidos de la mujer se aceleran, cuando volvió a sentarse con la luz del sol que se infiltraba entre las cortinas, pudo divisar el rostro, encantador, pero diabólico, de Arturo Lacronte, solamente había dos palabras para describirlo en ese preciso momento, Arturo estaba enfurecido y colérico.