Matrimonio No Deseado

— ¡Ayuda!

Penélope gritó, tiro todo lo que tenía en las manos, yo sentí que me nublaba la vista, deje caer la bolsa de pan en el suelo, y sentí que perdía en equilibrio, antes de topar el suelo, alguien me agarro en sus brazos, me cargo, y me saco de la habitación.

— Mi Señora, ¿se encuentra bien?

Me sentía muy mareada, no podía responder, ya que la cabeza me daba vuelta, desde pequeña, no puedo ver sangre, porque siento mareada, y hasta me desmayo, sentía que cada paso que ese hombre daba conmigo, era como una tormenta en mi cabeza.

— ¡Mi señora!, ¡mi señora!, ¿se encuentra bien?, – Penélope estaba preocupada, se podía sentir en su voz.

Bajamos las escaleras, me puso en un sofá, y Penélope paso un algodón con alcohol por mi nariz, el mareo se detuvo lentamente, hasta que mi cabeza dejó de dar vueltas, entonces pude ver el hombre que me ayudo, era ese tipo que había visto en el lago.

— Gracias.

Él asintió con la cabeza, Penélope había hecho un gran escándalo y nadie salió, es obvio que en este lugar, si vivimos o morimos a nadie le importa.

— ¿Qué paso, vi sangre en la habitación de la señora?, también había unos animales muertos, ¿saben algo de eso?

Trate de recordar todo lo que había visto, a pesar del terror que me daba la escena, la piel se me puso de gallina, y sentí náuseas, me agarre de la mano del hombre, ya que me volvió él mareó, y tenía caerme al suelo.

— ¿Qué pasa aquí?, ¿desde cuándo el capitán Sebastián y la nueva esposa de Benjamín son tan amigos?

Con palabras venenosa llenas todo el aire, ella llegó, con las dos mujeres que había conocido en la cena, dos hombres, y el Duque estaba detrás de todos ellos, me enfoque en responderle al capitán, e ignorar todos los demás, pero hable con voz alta y firme.

— Está mañana, Penélope me trajo el desayuno, yo no lo comí, lo deje arriba de una mesa, pero deje la ventana abierta, para que la habitación no oliera a comida, al parecer, esas dos ardillas y el pájaro comieron de esa comida, y murieron en poco tiempo desangrados, la comida estaba envenenada.

Mire a esas mujeres, quienes parecían muy tranquilas, pero yo estaba segura de que fueron ellas, si no, fue es vieja bruja de la condesa.

— ¿Veneno?, ¿animales muertos?, el Duque si parecía desconcertado.

Subió las escaleras, el hombre que me había ayudado fue detrás de él, todos los presentes se quedaron tranquilos y callados, después de un rato, los dos hombres bajaron las escaleras, el Duque tenía mala cara, y llamó a gritos al mayordomo, quien llego corriendo espantado.

— Lleva al personal a limpiar la habitación de la Señora e investiga, quien fue que puso veneno en su comida.

— ¿Veneno?

El mayordomo miró a Penélope, como si ella fuera la sospecha, eso me enojo, me pare del sofá, y dije.

— Es obvio que culparan a mi gente, así que no tiene investigar, si todavía no han encontrado la cauda de la muerte misteriosa de los anteriores esposas, imagínese, encontrar al que envenenó mi sopa.

Tome a Penélope de un brazo y salí a tomar el aire fresco con ella, no mire a ninguna de las personas que estaba ahí, eran simplemente monstruos, que demoraban a todos los que podían sin pensarlo dos veces.

Camine hasta el lago agarrado de la mano de Penélope, respire profundo, y luego solté su mano y me senté en el pasto, ella se sentó conmigo.

— Señorita, yo sería incapaz de hacerle daño, la vi crecer, he estado junto a usted siempre, ¿por qué le haría daño?

Le di una palmadita en el hombro y le respondí.

— Yo confío en ti.

Puse la cabeza en su hombro, y contemplé el lago, mientras el sol se comenzaba a oponer, y la niebla lentamente comenzaba aparecer cubierto el lago, como si fuera un manto hermosamente cocido.

«Tengo definitivamente que salir de esta mansión, o terminaré muerta, creía que me había rendido, pero en realidad no quiero morir, quiero vivir, quiero ser libre, quiero... son tantas cosa que quiero hacer, pero en esta mansión, estoy encadenada, y con estas personas, al borde de la muerte a cada minuto»

— Mi señora, ya su habitación está limpia, y las cosas que compro acomodadas, por favor venga que se está haciendo de noche.

El mayordomo, me estaba haciendo, yo me levanté del suelo de mala gana, Penélope se incorporó detrás de mí, entre a la casa y lo deje atrás sin mirarlo, el salón principal estaba vacío y la casa se sentía deprimente, comenzaron a encender las luces, yo subí a mí habitación con Penélope detrás de mi.

Al entrar todo estaba limpio y ordenado, la ventana seguía abierta, el olor a sangre se había ido, tome un perfume y rocié en la habitación, era mi favorito olía a rosas y a canela.

— Mi señora, ¿qué le gustaría cenar?, – Me pregunto Penélope.

Mire por todas partes, hasta que encontré una bolsa de pan de ajo, y un frasco de galletas que había comprado hoy en la panadería, lo demás había desaparecido, lo mire de atentamente, buscando alguna manipulación, pero parecían estar bien.

— No quiere nada, te puedes retirar, quiero estar sola, gracias Penélope.

La abrase un instante y luego me aleje, ella parecía estar triste, sin embargo, salió de la habitación sin decir nada, después yo cerré bien la puerta y puse la silla para condenar la puerta, me quite yo misma el vestido, luego me puse una bata, me senté en la cama, me quite todo lo que tenía en el pelo y lo peine, me lo tejí en una cola trenzada y lo agarre con una cinta.

La noche había cálido y las velas eran la única luz en mi habitación, después de que estaba cómoda, tome la bolsa de pan y comencé a comerlo, estaban bien buenos, mientras los masticaba comencé a pensar.

«Está puede ser una de mis últimas comidas, si pusieron Veneno en mi desayuno sin ninguna vergüenza, en cualquier momento lo volverán hacer, y como las otras mujeres desaparecieron de este mundo yo también lo haré, sin "explicación", mentirán diciendo que fue por una enfermera rara, y quien lo va a poner en duda, los muertos no tienen voz»

Tocaron la puerta, y se me puso la piel de gallina, imaginado mil de posibilidades, un invitado, "perdido" otra vez, no me moví, para no hacer ruido, hasta mi respiración, era como un hilo.

— Abre la puerta quiero hablar contigo.

Era ese hombre, comencé a respirar con normalidad, deje la bolsa de los panes en la cama, y me acerque a la puerta.

— ¿Qué desea, es demasiado tarde?, le pregunté.

— Tienes dos opciones o abres la puerta o la tumbo, decide rápido que no tengo mucha paciencia.

Decidí abrir la puerta, si la rompía tendría que dormir con la puerta rota, quite la silla, y abrí la puerta, el Duque entró como una tormenta, malhumorado y arrogante, se sentó en mi cama, yo me quede de pie, esperando, que hablara, pero solo resoplaba como si se le dificultaba respirar.

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