El Hombre Sin Ojos.

CAPÍTULO 1: EL HOMBRE SIN OJOS.

Abro los ojos. Me encuentro dentro de un oscuro corredor, lleno de pesadas puertas oxidadas llenas de moho. El olor pútrido del lugar, me revuelve el estómago, pero al final la veo, creo haberla visto antes, esa luz rojo carmesí al final del corredor, late como un corazón enfermo. Las pequeñas ventanillas en las puertas brillan. Camino unos metros siguiendo la luz como si me llamara. Me detengo frente a una de las pesadas puertas del lado izquierdo. escucho algo llorando dentro. Abro.

Dentro, un hombre está frente a un espejo roto. Se lleva las manos al rostro. No habla, pero sus gritos queman el aire. Veo como se arranca los ojos, con sus propias manos. Los sostiene como si fueran fuego, y los lanza al suelo. Sangre, cristal. Despierto. Gritando.

Desperté con la garganta seca y las manos temblando. Me senté al borde de la cama y respiré hondo, como si el aire de Cuatro Leguas fuera menos denso que el del sueño. No lo era. Esta ciudad es humo y huesos. Es un eco constante de sirenas, pasos apresurados y pecados sin redención.

Escribí en la libreta. Grabé una entrada rápida. Y como siempre, no volvió el sueño, pero sí la sensación de estar siendo observado. Como si algo hubiese escapado conmigo.

A las ocho estaba en la comisaría. El café de máquina sabía a ceniza, pero lo acepté. Héctor llegó con dos vasos mejores. Café de verdad.

—Tu cara dice que anoche fue otra de esas.

—Lo fue. —Le pasé la libreta. Solo la leyó sin comentar, como hacía siempre.

No pasó una hora antes de que el teniente nos llamara. Había un cuerpo en un edificio abandonado del Distrito Viejo. Héctor y yo salimos de inmediato.

El lugar olía a humedad, a recuerdos encerrados y a descomposición contenida. El cuerpo estaba frente a un espejo roto, de rodillas, con las manos alzadas. No tenía ojos. Las cuencas estaban vacías, limpias. Pero había lágrimas de sangre seca en sus mejillas.

El forense, un tipo pálido y nervioso, nos informó que los ojos habían sido arrancados, no cortados. Un acto violento. Personal. Casi ritual.

—No tenemos ID. —Dijo el oficial a cargo. —Pero encontramos esto en un bolsillo oculto del abrigo.

Nos pasó una fotografía vieja. Un hombre de unos cincuenta años, sonrisa honesta, con tres chicos y una mujer de mirada fuerte. Al reverso: "Mat Slim. 30 años de matrimonio. Siempre tuyo, Helen".

Algo dentro de mí se rompió. Ese nombre. Ese rostro. Lo había visto. No en esta vida. En el sueño. En el espejo.

—¿Sabemos algo más de él? —preguntó Héctor.

—Contador. Trabajaba para una empresa de inversiones en el centro. Intachable, según los registros.

—Demasiado limpio para esta ciudad, —dije.

Héctor asintió.

Investigamos esa misma tarde. Descubrimos que Mat Slim había denunciado irregularidades internas semanas antes. No ante la policía, sino a la prensa. Nadie lo escuchó. La empresa era fachada para "La Familia Linova". La organización que controla el lavado de dinero en Cuatro Leguas. Intocable. Mortal.

Slim había visto demasiado. Y los ojos que ven demasiado en esta ciudad, no se los lleva el sueño: se los arranca la noche.

Entrada de libreta de sueños, 23:12 p.m.:

"Mat Slim. Hombre justo. Murió por ver lo que no debía. Pero no fue una víctima cualquiera. Se manifestó. Buscó justicia. Lo vi en el pasillo. En el sueño. Pidió ayuda. Creo que su alma está atrapada allí. Del lado izquierdo. Con los que suplican redención. Esta noche volveré a buscarlo. A hablarle. A escuchar su historia. Quizá así, pueda descansar."

Dormí poco, pero dormí. El pasillo me recibió con el mismo silencio de piedra. Caminé hacia la puerta del lado izquierdo. Sabía cuál era. Las ventanas brillaban, pero una titilaba, como si la presencia dentro dudara de su propia existencia.

La abrí.

Mat Slim estaba allí. Ya sin ojos. Pero no sangraba. Su rostro estaba sereno, su postura firme, como quien ha aceptado un destino, pero no renuncia a su verdad.

—¿Por qué regresaste? —le pregunté.

No habló con voz, pero su respuesta me llegó como un susurro bajo la piel:

Porque los míos no saben la verdad. Porque mi familia merece saber. Porque los que me arrancaron los ojos siguen mirando impunes.

Lo entendí. Me desperté de golpe, con el cuerpo sudado y las sábanas como vendas pegadas a mi piel.

Al día siguiente, buscamos en la vieja empresa de Slim. Revisamos los archivos. Héctor falsificó una orden de registro —es bueno con esas cosas. Lo encontramos: una carpeta con informes contables detallados, transferencias fantasmas, nombres codificados. Entre ellos, algo destacaba: LINA-V05.

—¿Eso es una clave interna? —dijo Héctor.

—O una ironía. Linova. Así etiquetaban su dinero dentro de la red contable. Slim lo sabía. Lo dejó preparado. Quería que alguien lo encontrara.

La tarde cayó sobre Cuatro Leguas como una manta de hollín. Llevamos la información al teniente. Pero no hizo nada. Nada.

—No puedo moverme sin pruebas más sólidas. No contra ellos. ¿Sabes cuántos han desaparecido por menos?

Lo sabíamos.

Esa noche en la comisaría, esperando los resultados de la autopsia de Mat, el sueño me llamo, solo me deje llevar por él, y me acomode sobre mi escritorio. Mat Slim volvió. Me tomó del brazo en el corredor. Su tacto era frío, pero no muerto. Era como tocar la memoria.

Debes ir a la casa 47 de la Avenida Principal del Distrito Norte. Ahí está el resto. Ahí está la prueba.

Desperté y sin dudar tomé mi abrigo. Héctor no cuestionó. Me acompañó.

La casa 47 era una antigua residencia convertida en almacén. Cerrada con cadenas oxidadas. Forzamos la entrada. Dentro, hallamos cajas con documentos, discos duros, fotografías de reuniones clandestinas. Y una grabación.

La reproducimos en el auto, camino de regreso. Era Mat Slim. Su voz firme.

"Si están escuchando esto, es porque no estoy vivo. Me negué a ser parte de su red. Vi demasiado. Les conté a los míos lo necesario. Pero guardé lo importante aquí. Espero que alguien lo encuentre. Que alguien los enfrente. Que alguien tenga los ojos para ver donde yo ya no los tengo."

Silencio. Luego un duro golpe, lejano. Como si hubieran grabado su sentencia.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play