En un mundo roto por criaturas sin alma, un chico despierta en un bosque, su mente vacía, con solo un cuaderno para anclar su existencia. Rescatado por Ana, una joven arquera, y su hermano León, se une a su peligrosa búsqueda de un refugio seguro en Silverpine.
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¿Como Seguí? capitulo 13
El amanecer tiñe el cielo de un gris suave mientras Joel, con el cuerpo aún dolorido, pero más fuerte tras la noche de descanso, camina hacia el río para refrescarse. El sonido del agua lo guía hasta un claro donde ve a Mark bañándose, el agua corriendo sobre su espalda musculosa mientras frota su ropa ensangrentada contra una roca.
Joel se acerca lentamente y se sienta en la orilla, mirando el río.
—Robb y tú escaparon del taller de los Cuervos —dice—, pero el plan nunca fue ayudarnos, ni a mí, ni a Ana, ni a León.
Su tono es directo, sin rencor. Mark frunce el ceño, lavando la ropa con más fuerza, y responde:
—No, no lo soy. Nunca lo fui. Solo quería salir vivo con mi hijo. No estoy hecho para cargar con otros. No soy un buen amigo o alguien que quiera tener cerca.
Joel asiente, pensativo, y añade:
—La violencia a veces hace falta, y tú eres bueno en eso. Por eso estamos aquí, libres del Capitán. Entiendo que tengas miedo de ayudar a los demás; haces todo lo posible por proteger a tu hijo, y eso está bien para mí. Somos un buen equipo.
Su voz lleva una aceptación sincera, un reconocimiento de sus diferencias. Mark lo mira, sorprendido por la madurez en las palabras de Joel. Tras un silencio, suelta una risa corta y dice:
—Vamos ya con los rebeldes y demos una paliza al Capitán. Y vamos todos juntos hasta Silverpine; ese sigue siendo el objetivo de este buen equipo.
Se pone la ropa aún húmeda y le da una palmada en el hombro a Joel, un gesto de camaradería, mientras ambos se preparan para reunirse con Robb y los rebeldes.
Mientras Joel y Mark terminan su conversación cerca del río, Robb se queda atrás con Edward y los dos rebeldes sobrevivientes, sentados alrededor de los restos de la fogata del campamento improvisado. Edward, con su barba desaliñada y el arco apoyado a su lado, mira al fuego con ojos distantes antes de hablar.
—Antes vivía en una granja —dice con voz grave—. Tenía una familia, una vida tranquila... hasta que el Capitán lo cambió todo.
Su rostro se endurece, la ira brillando en sus ojos mientras aprieta los puños. Robb, intrigado pero cauteloso, se inclina hacia adelante y pregunta:
—¿Qué pasó con tu familia?
Su voz lleva un dejo de empatía, recordando su propia pérdida. Edward suspira, su mirada perdida en las llamas.
—No quiero hablar de eso ahora —responde, la voz tensa—. Ya es hora de seguir.
Se pone de pie, ajustando su equipo, y los rebeldes lo imitan, listos para moverse. Joel y Mark se acercan, habiendo terminado su baño, y se unen al grupo. Edward asiente hacia ellos y dice:
—Vamos a la base rebelde. Es nuestro próximo paso.
Con Joel cojeando ligeramente, Mark con su hacha en mano, Robb con el tubo, y los dos rebeldes flanqueando a Edward, el grupo comienza el camino a través del bosque. El sonido de sus pasos se mezcla con el canto de los pájaros matutinos, mientras la esperanza de reunirse con los demás los impulsa hacia adelante.
León está en un claro de la base rebelde, sosteniendo un arco viejo que encontró entre los suministros. Ya La tárdese brilla con una luz suave, y el río murmura a lo lejos mientras intenta practicar, recordando cómo Ana siempre quiso enseñarle. La imagen de su hermana, paciente y sonriente, ajustando sus manos en el arco en la granja, regresa a él. Pero entonces, como siempre, su flecha se desvía, clavándose torpemente en un árbol a varios metros de su objetivo.
—Definitivamente no soy bueno para el arco —murmura, frustrado, dejando caer el arma al suelo con un suspiro.
Se sienta en la hierba, mirando hacia el bosque y el cielo que se abre sobre él, dejando que la calma de la naturaleza lo envuelva. Pequeños conejos saltan entre los arbustos, y un ciervo majestuoso pasa a lo lejos, sus pasos silenciosos entre los árboles. León observa, perdido en sus pensamientos, el peso de no haber aprendido de Ana mezclándose con la esperanza de volver a verla. El canto de los pájaros y el movimiento de los animales le ofrecen un momento de paz, aunque su mente sigue inquieta.
León sigue sentado en la hierba, contemplando el bosque y el cielo, cuando Liam aparece desde entre los árboles, su figura desaliñada destacando contra la luz matutina.
—Todo está trabajando para sostener la base —dice con un tono serio, observándolo.
León lo mira de inmediato, el rostro tensándose con una expresión de miedo, temiendo que algo haya salido mal. Pero Liam suelta una carcajada fuerte, levantando las manos.
—¡Jaja, solo estoy bromeando! —exclama, riéndose de la reacción de León—. Es que te vi muy en paz y no pude resistirme.
León, aliviado, suelta un suspiro y una leve sonrisa, sacudiendo la cabeza.
—Eres un idiota —murmura, mientras Liam se sienta a su lado en la hierba, aún riendo suavemente.
El arco abandonado yace a un lado, y el sonido de los conejos y ciervos en el bosque sigue llenando el aire. Liam palmea el hombro de León y dice:
—Relájate, chico. Todavía estamos vivos, y eso es lo que cuenta.
Ambos miran hacia el horizonte, compartiendo un momento de calma en medio del caos.
León y Liam están sentados en la hierba junto al claro, el sonido del bosque llenando el aire mientras observan el horizonte. León, con una expresión seria y un dejo de tristeza en los ojos, rompe el silencio.
—¿Qué eras antes de todo esto? —pregunta, su voz baja, como si temiera la respuesta.
Liam suspira, su rostro endureciéndose por un momento antes de responder.
—Vivía en Stowe —dice—, la ciudad que sigue después del pueblo de Grayskull. Trabajaba en un hospital, era enfermero. Vivía con mis padres; ellos tenían un taller de muebles. Estaban tan felices de que decidí estudiar medicina...
Su voz se quiebra ligeramente, y una sombra de dolor cruza su mirada.
—Pero bueno, el pasado ya no importa, ¿no? —añade con un tono forzado, poniéndose de pie de golpe.
Se sacude la ropa y, sin mirar atrás, se aleja hacia las tiendas de la base, dejando a León solo. León lo observa en silencio, los ojos fijos en la figura que se aleja. La tristeza de Liam resuena en él, mezclándose con sus propios recuerdos de la granja y Ana. Permanece inmóvil, mirando el bosque y el cielo, perdido en pensamientos sobre un mundo que ya no existe.
El atardecer pinta el bosque con tonos anaranjados y púrpuras mientras Emma y Ana trabajan junto al viejo en la cabaña. El anciano, con las manos temblorosas y el rostro surcado de arrugas, intenta encender un fuego, pero se detiene, jadeando.
—Por mi edad, no es muy fácil cazar en el bosque —admite con un gruñido, mirando a las dos con ojos cansados.
Ana, sentada cerca, le ofrece una sonrisa tímida, mientras Emma, agradecida por haberlas salvado de los caminantes, se pone de pie.
—Gracias por salvarme la vida —dice Emma con firmeza, ajustando el machete en su mano—. Me comprometo a cazar un ciervo para ti antes de que sigamos nuestro camino hacia la base rebelde.
El viejo asiente lentamente, un brillo de gratitud en sus ojos, y murmura:
—Que tengan suerte.
Las dos salen al bosque, moviéndose con cautela entre los árboles. Emma lleva el machete, y Ana sostiene su madera afilada, ahora más segura tras su experiencia. Escuchan el crujir de ramas y el leve sonido de pezuñas. Emma señala un ciervo a lo lejos, su cornamenta destacando contra el crepúsculo.
—¡Ahí! —susurra, preparándose para el acecho, mientras Ana asiente, lista para apoyar en la caza antes de retomar su viaje.
NOTA 13
Tengo que actualizar la nota 6 de Edward me hablo más sobre la chica
Nombre: Zoé
Edad: 22
Ojos: marrón
Pelo: marrón
Historia: es la hija del gobernador su padre le enseño a como ser una líder y a usar la katana su padre la amaba que ¿paso con él?
Si esta con los rebeldes con león y los demás es parte del grupo :)