Continuación de la historia "Una vida llena de misterios y fantasías".
Feng Bao-Liang una pequeña princesa fue bendecida por un misterioso ser sobrenatural que los hombres apodaron el "Gran Dios Fénix". Y así un pequeño pueblo se convirtió en un gran imperio, abasteciendo a los ciudadanos de toda la fertilidad de la tierra.
pero...¿Por qué? nadie lo sabía...
Cuando la princesa nació, el gran fénix se presentó y la nombró como tesoro imperial.
El tiempo pasó y la princesa creció junto a su hermano mayor.
Todo parecía ir de maravilla hasta que la guerra se desató; entonces las cosas cambiaron...la vida de la pequeña princesa cambió completamente.
Ahora ella debe proteger a su imperio, buscar el porqué ese fénix la cuida y le enseña a controlar su maná espiritual sin pedir nada a cambio...¿Logrará Bao-Liang encontrar respuestas antes de lo inevitable? Porque después de todo un destino cruel le espera..
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Capítulo 13.
— Lo traeré para usted, joven maestro.
Sonríe con arrogancia un hombre cabalgando hacia él.
— Aún no. —
Levanta la mano el chico, observando con interés a la niña que montaba ese hermoso caballo blanco.
— Ataquen, la quiero con vida junto el caballo. —
Ordena él, el hombre ensancha su sonrisa arrogante y da la orden de atacar.
Los soldados que rodeaban al escuadrón del capitán Ming ven la señal de ataque, una flecha con pólvora a varios metros de ellos.
— ¡Protejan al tesoro imperial! —
Grita el capitán Ming y su escuadrón se mantiene en formación impidiendo el paso de los enemigos al centro donde se encontraba Bao-Liang.
El compacto de las espadas resuenan entre ese camino donde un gran acantilado que parecía sin fondo se encontraba detrás de ellos.. Los soldados luchan cuerpo a cuerpo mientras los caballos relinchan con impaciencia.
Bao-Liang solo observa sin saber como reaccionar, ya que es la primera vez que se encuentra en una verdadera pelea donde la vida y la muerte son dos cosas que no importan. El grupo de soldados del capitán Ming no parecen temer ante los enemigos y siguen luchando y manteniendo la formación.
— ¿Tesoro imperial? —
Pregunta el chico poniendo mas atención a la niña que los soldados Feng protegían.
— Solo es una niña, joven maestro. —
Responde aquel hombre observando como se desarrollaba aquella batalla.
— Se dice que es la joya mas preciada del imperio Feng, bendecida desde su nacimiento por ese dios Fénix. —
Explica otro hombre mayor acercándose al chico.
— Con que bendecida, parece que encontramos la debilidad del imperio Feng. Capturenla con vida, será nuestro golpe mortal. —
— Es tan sabio, joven maestro. —
Agrega el hombre mayor antes de ir hacia la escena.
— Señor, son demasiados. No podremos resistir por mucho tiempo. Tenemos que sacar a su alteza de este lugar. —
Dice uno de los soldados distrayendose por unos segundos y dándole la oportunidad al enemigo de romper la formación.
— ¡Manténgan la formación! —
Grita el capitán Ming al ver como uno de los enemigos entra a la formación y se acerca a atacar a la pequeña princesa pero el caballo blanco de ella le incerta una patada mandándolo a volar.
— ¡No resistiremos más! —
Otro soldado de la formación es lanzado lejos, la sangre chorrea de su brazo y termina por saltar y salpicar el rostro de Bao-Liang quien al ver esto aprieta los puños con molestia.
— ¡No te atrevas a lastimar a los hombres de mi imperio Feng! —
Bao-Liang salta de su caballo, desenvaina su espada que rápidamente cambia de apariencia. Lanza un ataque lleno de energía espiritual, los soldados enemigos salen volando hacia el acantilado y el suelo retumba. El resto de los enemigos retroceden al ver esto, ya que nunca se habían enfrentado a tal fuerza.
Bao-Liang vuelve a poner sus pies en tierra firme sosteniendo con fuerza su espada que sigue manteniendo ese maná. Los ojos de la niña brillan bajo el sol, una luz carmesí envuelta de azul celeste.
— ¡Alteza! —
El capitán Ming baja de su caballo y se acerca a ella con preocupación.
— Alteza, ¿Está bien? —
— Estoy bien. —
Responde la pequeña princesa mirando al grupo enemigo.
— ¡¿Que hacen parados ahí?! ¡Ataquen y consigan al tesoro imperial de los Feng! —
Levanta la espada el hombre mayor cabalgando hacia sus hombres, estos acatan la orden y empiezan a volver a atacar.
— ¿Todavía se atreven? —
Pregunta Bao-Liang con molestia apretando la espada, apunta al hombre mayor y empieza a ir en dirección a él eliminando con facilidad a los soldados que interfieren en su camino.
— Interesante, una niña con tal poder debe ser un verdadero tesoro exótico de ese tonto imperio. —
Dice el chico empezando a cabalgar hacia la pelea, pues desea ver desde cerca a esa pequeña.
El hombre mayor al estar frente a ella, es lanzado al suelo por su caballo que resopla al verlo como si él fuera un extraño.
— Inclinate ante el imperio Feng. —
Comenta Bao-Liang poniendo aquella espada en su cuello.
— ¡No tan rápido! —
Otro hombre sale entre aquellos arbustos se pone frente al mayor en el suelo. Su estatura parece el doble de la niña.
— ¡Alteza cuidado! —
El capitán Ming intenta llegar a la pequeña pero es interceptado por otro grupo de hombres, pronto Bao-Liang es rodeada nuevamente. Gira a su lado, observando a sus soldados luchando con todas sus fuerzas, luego mira hacia sus espaldas encontrándose con gran acantilado.
— La quiero con vida, maten a los demás. —
El chico aparece montado en un hermoso caballo negro como la noche.
Los ojos de la pequeña se desvían al chico, acción que no desaprovecha aquel hombre y la ataca.
— Solo rindete tesoro imperial, estas tierras donde nuestras. —
— Ni en tus sueños. —
Bao-Liang se mueve con agilidad y logra prpinarle una cortada al brazos del hombre quien retrocede.
En ese momento los relinchos del corcel blanco se escuchan, ella se da la vuelta y ve como su caballo es forzado a ir hacia el enemigo. Sin pensarlo dos veces salta sobre el suelo y se lanza al rescate.
— No lo toquen. —
Exclama con molestia preparando su siguiente ataque, pero un hombre más sale entre la maleza y antes de que ella pudiera llegar al suelo un golpe a su estómago desvia su trayectoria. Los ojos de Bao-Liang se abren al ver como su cuerpo es lanzado al acantilado. Pronto los gritos de los soldados Feng se escuchan.
— ¡Alteza! —
Y un silencio estremecedor se expande entre todos, el chico mira con ira a aquel hombre que había hecho aquello.
— ¡Te dije que la quiero con vida! —
— Joven maestro, perdóneme. —
El hombre hace una reverencia, el chico por su lado levanta la mano dando la orden de que se retiren con el corcel blanco.
Los soldados enemigos desaparecen entre los arbustos con el caballo blanco todavia relinchando y manteniendo los ojos en el acantilado donde su dueña había sido lanzada.
El capitán Ming cae de rodillas observando hacia el gran vacío lleno de neblina. Los soldados también miran hacia ese punto con impotencia.
— No pude cumplir con mi misión, ahora la ira del gran Dios Fénix caerá sobre el imperio Feng. —
Baja la cabeza el hombre.
— Debemos vengar a su alteza. —
Exclama otro soldado, el capitán Ming levanta la cabeza y asiente con determinación.
— Le enseñaremos al enemigo que el imperio Feng no se toca sin recibir su castigo. —