Siempre Juntos... |Trilogía: En Las Buenas Y En Las Malas #2

Cuando ambos salieron de comer, Dion acompañó a la castaña a una tienda donde amablemente la empleada le ayudo a escoger algunos vestidos por si se presentaba la ocasión de salir.

—¿No irás a Dominion? —preguntó cuando entraban a una nueva tienda

Dion, sacudió la cabeza.

—Aún tengo tiempo de llevarte a casa e ir a la empresa.

Tina asintió y pronto se quedó de piedra al ver a Andrea en aquel lugar. Estaba de espaldas, pero la reconocería donde fuese.

—Diablos.

—¿Qué sucede?

Tomando de la mano al peli negro, lo llevo consigo hasta el final de la tienda, ya que unos trabajadores empezaban a meter cajas a la tienda.

—¡Gracias, chicos! —Andrea se dio la vuelta hacia la puerta y ayudo con las cajas

—¿Qué...

—Venga.

Tina llevó a Dion hacia los probadores al mismo tiempo que la rubia les indicaba a los repartidores qué la siguieran.

Al llegar, las puertas estaban cerradas.

—¡Nos verá!

—¿Quién? —preguntó el oji miel confuso

Tomándolo de la mano, lo llevó a la bodega.

—¡Aquí! —jadeo y cerro la puerta con rapidez

—¿De qué..?

Tina le cubrió la boca con la mano y le hizo una seña para guardar silencio.

Escucharon pasos, acercarse.

—¡Si, claro!

Tina se tenso y eso no pasó desapercibido para Dion.

Tomandola de la cintura, el peli negro la hizo acercarse a él mientras la cargaba y la llevaba lejos de la puerta justo cuando está se abría.

Ambos se quedaron quietos cuando una voz femenina llego a ellos.

—Si, aquí podemos dejar los materiales... Claro, si, si, muchas gracias chicos.

Ambos observaban a dos personas entrar y dejar unas cajas en la habitación. Tina rogaba para que no encendieran las luces, sino, los encontrarian.

Luego de varias cajas, la puerta se cerró.

—¿Mmmh?

Tina miro a Dion y le quito la mano de la boca.

—Perdón.

—¿Qué ha sido todo eso?

—Es... Es Andrea. Mi amiga. Olvide que una de sus primas trabaja aquí y le ayuda los fines de semana.

—¿Su amiga no sabe que esta casada?

—¡No pienso decirle! —se defendió —Prometimos no hacerlo.

—Pero es su mejor amiga.

—Créame, señor Park, no nos conviene que ella lo sepa. Siempre ha sido muy imprudente.

—Bien, su amiga no sabe, anotado.

Tina presto atención al exterior, pero ya no se escuchaban voces.

—¿Crees que ya se fueron?

Tina observó al peli negro. Este miraba hacia la puerta, pero los ojos de la castaña se dirigieron a su cuello, mentón y cuando elevó los ojos, contuvo el aliento al ver que este, la observaba en silencio.

Llevaban una semana de casados, Dion había llevado algunas cosas a la habitación de invitados de Tina y su rutina se había vuelvo algo normal. Desayunar, almorzar de vez en cuando en la oficina de Dion y cenar juntos.

Tina se reusaba a que salieran juntos para no ser vistos.

—Creo que ya se fueron. —Tina hizo amago de alejarse pero Dion la tomó del brazo —¿Qué...

Antes de poder sujetarlo, Dion cayó al suelo de rodillas.

—¡Dion! —Tina se agachó y le toco la frente —¿Una crisis?

Dion asintió sin emitir palabra.

—¿Cómo puedo ayudarte? ¿Tus medicamentos?

—En el auto.

—¡Iré por ellos!

Dion la tomo del brazo para que no se levantará y la atrajo a si antes de envolverla en un abrazo.

—Estaré bien... Sólo... —jadeo —Quédese...

Tina lo abrazo, no muy convencida de cómo más podía ayudarlo.

Permanecieron así unos momentos, en completo silencio. La castaña escuchaba la respiración irregular de Dion, parecía dolerle lo que sea que estuviera sintiendo.

—Dion... —Tina le tomó del rostro y lo miró a los ojos —Oh, te duele mucho, ¿verdad?

El peli negro apretó los labios y asintió.

Tina se acercó a él y le beso la frente con delicadeza.

El gran Dion Park, el hombre frío y duro, ahora, no era más que un hombre frágil y adolorido en los brazos de Tina.

Esa revelación, conmovió a la castaña.

—Perdón... —sollozo —No se como ayudarte... Yo...

Dion la miró y sonrió.

—Estoy bien, me siento mejor... —balbuceo, antes de intentar sentarse —Ya podemos irnos.

Tina le tomo de la mano.

—¿Estás seguro?

—Si...

La trigueña se acercó a él y le depósito un beso en la mejilla.

—Es una persona extraordinaria, señor Park.

—Necesito más que un beso en la mejilla para creerle.

Tina contuvo el aliento cuando Dion Park se acercó a ella. Cerro los ojos, pero este le beso la frente.

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Dejando las bolsas de compra en la habitación de Tina, esta se dirige a la habitación de su esposo para preguntarle si estaba bien.

Luego de su crisis, ella le insistió que no se fuera a la empresa. Al parecer, también fue una buena sugerencia ya que desde entonces él se había encerrado en su habitación a trabajar desde casa.

Ella toco y entro, lo vio hablando por teléfono mientras solo vestía de un pantalón de dormir.

—Perdón.

—Espera. —la detuvo —Si, Memo, muchas gracias. —colgó —¿Todo... —pero callo al verla mirar al piso —¿Qué... Oh, perdón.

Dion se dirigió a su armario en busca de una camisa, había olvidado que en presencia de la trigueña, él siempre llevaba algo encima para no incomodarla.

—N-no te preocupes... —balbuceo y dio un paso dentro

—¿Todo bien?

Tina asintió.

—Solo quiero... Eh... Bueno... Saber si estás bien, no saliste a cenar.

—Perdón por preocuparte, cuando tengo mis crisis suelo... Perder el apetito. —sonrió

—Eso quiere decir... Que... Sus crisis son muy frecuentes, ¿no es así?

—No, yo...

—Memo me dijo que suele saltarse los almuerzos. ¿Acaso es más susceptible de tener crisis en las tardes?

—¿Memo le dijo...

—No intente mentirme. ¿Siempre ha sido así?

El peli negro suspiro.

—No desde que almuerza conmigo.

Entre cerrando los ojos, la castaña dio un paso él.

—¿Por qué hoy tuvo una crisis si comió conmigo?

Dion, guardo las manos en los bolsillos de su pantalón y se acercó a ella con pasos lentos.

—Dígame, señorita Buller. Ya que le gusta resolver misterios... ¿Qué hubo de diferente en el almuerzo de hoy a comparación de los anteriores?

La oji aceituna medito en esa pregunta. Solían comer en su oficina y cuando lo hacían...

—¡Oh! —levanto la mirada y contuvo el aliento cuando el peli negro estaba a escasos centímetros de ella

—¿Si? —murmuró este

—Yo... Tú... —Dion tomo un mechón de su cabello y lo acercó a su nariz —Eh...

—Dilo.

—Su-sueles... Tomarme de la mano.

—Así es. —sonrió —Contacto físico, eso necesito y hoy me lo negó para evitar que la gente nos vea.

—Perdón... Fue mi culpa que tuviera una crisis.

Él sacudió la cabeza.

—No culpo a mi fría esposa de mi enfermedad.

—¿Fría? —se mofó, alzando una ceja

Dion la miró con pesar.

—Sí, es una pena que no pueda tomarle de la mano sin sufrir las consecuencias.

Ella rio.

—¿Qué debo hacer para que me perdone, señor Park?

—¿De verdad me estás preguntando eso?

—Ah...

—Debería pedirte dormir conmigo como compensación. —Tina se tensó —Después de todo, necesito un colchón de calidez.

Ella suspiró.

—No sé si dormir con usted sea lo correcto, pero puedo prometerle venir si tiene una crisis, ¿qué le parece?

Dion dio un paso atrás.

—¿Vendrías a mi a mitad de la noche?

—Claro, No quiero... Verlo sufrir...

Dion se acerca a ella y la toma del menton.

—Desde que la conocí... Deje de sufrir.

—Me conoció hace un mes. —dijo con mofa

Dion, sonrió.

—Tiempo suficiente. —murmuró, acercándose a ella, apenas rozando sus labios

Tina suspiro.

—Sería la primera vez que me besa desde que somos esposos.

—¿Es una queja?

—Tal vez... —balbuceo

Dion sonrió, la sujeto de la cintura y la beso con fuerza.

Tina le rodeo el cuello y le devolvió el beso con ardor.

—Juro que te besare cada vez que pueda... —murmuró entre sus labios

Tina sonrió mientras enredaba las manos en su cabello.

—Me gusta, señora Park.

Tina se congeló y le miró con asombro.

—Yo... No...

—Seré paciente... Lo juro. —sus manos recorrieron su rostro antes de besar sus párpados.

...[...]...

Tina abrió los ojos cuando el olor a café llego a ella.

Miró a su alrededor y sonrió al ver que estaba en la habitación de Dion.

Había pasado la noche juntos, abrazados para que él pudiera dormir y en parte, Tina también pudo conciliar el sueño luego de días.

Cuando salió de la habitación, Dion estaba friendo tocino.

—Buenos días.

Él la miró por encima del hombro y sonrió.

—Esposa mía.

Tina tomó asiento mientras le devolvía la sonrisa y este, dejaba el tocino en un plato.

—¿Dormiste bien? ¿Te lastimé? ¿Aplaste?

—Tranquilo, sí, dormí bien. ¿Todo bien con tu temperatura? —él asintió —Menos mal.

—Gracias, colchón de calidez. —murmuró mientras le servía —Estuve pensando... No tuvimos nuestra luna de miel.

Tina se atragantó y tosió con fuerza.

—Aquí tienes. —él le entrego una servilleta

—Gracias... ¿Qué quieres decir...

—Si, no viajamos... ¿Te gustaría conocer algún país en especial? Podemos ir.

—No lo sé... Mi trabajo...

—Puedo robarte y decir que iras a cubrir una entrevista. ¿Qué dices? ¿Quieres viajar conmigo?

—Eh... Yo...

—Tranquila, Tina. Será en calidad de amigos.

Ella sonrió.

—Bien, entonces acepto.

—¿Dónde quieres ir?

—¿De verdad puedo elegir?

—Ordena y obedezco, esposa mía.

Tina lo medito y sonrió.

—Dubai.

—¿En serio?

—¿Por qué no? —se encogió de hombros

—Dalo por hecho. Déjame organizar mi agenda para poder viajar.

—Vaya, ¿de verdad vamos a ir a Dubai?

Dion se acercó a ella y tomando su mano, le debo un beso en los nudillos, causando el sonrojo de la trigueña.

—Tus deseos son mis ordenes. —murmuró sin dejar de mirarla

—Así me gusta. —sonrió y Dion la imito —Sólo espero tengas una buena excusa para que me dejen ir.

—Dejalo en mis manos, esposa mía.

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.

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—¿Me llamo señor?

—Si, el asistente de Dion Park nos solicitó como reporteros para un evento que se celebrará en Los Ángeles.

—¿A nuestro departamento?

—Supongo que lo hace para que usted vaya a entrevistarlo.

—Voy avanzando mucho con ella...

—Esto es un reportaje del evento, no de Dion Park, sin embargo, pidieron que usted hiciera el reporte. Aún así, no iras sola, Andrea te acompañará junto a Yolanda.

Con la presión baja, Tina da un traspié.

—¿Yo-Yolanda?

—Ella tiene que entrevistar a unas personas mientras tú y Andrea se encargan del reportaje del evento. Tomen muchas fotos.

—Cl-Claro...

—Puedes retirarte.

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—¿Todo en orden?

Tina, levanta la mirada hacía su mejor amiga.

—Vamos a viajar.

Andrea la miró con el ceño fruncido.

—¿A dónde? Tengo mucho trabajo...

—A un evento en los Ángeles, evento de Dion Park.

—Trabajo que puede esperar. —sonrió con emoción la rubia —¡Tina! Iremos a uno de esos eventos galantes de alta sociedad... ¿Qué no estás feliz?

—Irá Yolanda con nosotras.

La rubia dio un traspié y se tocó dramáticamente el corazón mientras tomaba asiento frente a ella.

—Oh... —jadeo —Ya veo porque estás así... Maldición. ¿Por qué ella? —Tina abrió la boca, pero ella le sacudió la mano —Bueno, no me respondas... Ya todos sabemos el porqué, pero ¿Por qué con nosotras? —la castaña abrió nuevamente la boca, pero ella sacudió otra vez la mano —No me respondas... Ya sé. Es para amargarnos la experiencia.

—No dudará en decirnos que no tenemos clase. —suspiro la castaña

—¡Nada de eso! En ese evento vamos a demostrar que somos lo suficientemente profesionales... Tienes un buen vestido que ponerte, ¿verdad? Si no, hay que salir de compras.

Tina sonrió, recordando los vestidos que Dion le había comprado.

—Sí, creo que tengo uno que va acorde al evento.

—¡Perfecto! —la rubia se levantó de golpe, con energía —¡Vamos a hacer un buen trabajo!

Tina la imito.

—¡Nada arruinará nuestro viaje!

Chocando manos, las dos amigas rieron de felicidad.