Un Último Deseo

Capítulo 13:

El castillo estaba lleno de movimiento y ajetreo mientras se ultimaban los detalles para la partida de Alexander, Ethan y Lucas. Los sirvientes iban y venían, asegurándose de que todo estuviera listo para el viaje. Las maletas estaban alineadas en la entrada principal, los documentos en orden, y los guardias recibían las instrucciones finales de la reina isabel para garantizar la seguridad de los jóvenes sin que su presencia resultara invasiva.

En medio de toda la preparación, los tres amigos mostraban emociones distintas. Lucas, estaba más que entusiasmado con su fresca y jovial actitud de siempre, no dejaba de bromear sobre todas las oportunidades que les esperaban en Nueva York.

— Espero que estén preparados para noches interminables en clubes, comidas increíbles y, por supuesto, alguna que otra travesura— decía Lucas sonriendo mientras metía su última prenda en la maleta.

Alexander, sentado en el borde de su escritorio, alzó una ceja.

— Lucas, este no es un viaje de vacaciones. Es algo más importante.

— Lo que sea, Alteza— bromeó Lucas, encogiéndose de hombros— Mientras tengamos tiempo lejos del protocolo, cuenta conmigo para lo que sea.

Alexander rodó los ojos con una sonrisa leve. Sabía que Lucas tenía razón en algo: este viaje significaba libertad. Pero en su caso, más que una diversión pasajera, representaba un respiro antes de volver a la realidad inamovible de su futuro como rey y esposo.

Ethan, en cambio, se mantenía más reservado, observando todo en silencio. Su mente seguía atrapada en el recuerdo de la noche anterior, en el encuentro con Charlotte en los pasillos del castillo. No había hablado de ello con nadie, pero la intensidad de aquel momento lo perseguía. Su cercanía, su mirada nerviosa, el leve temblor en su voz… Había algo en ella que lo hacía sentirse inquieto. Sin embargo, no podía permitirse pensar demasiado en eso. Era una línea que sabia nunca debía cruzar.

La reina, siempre imponente y serena, aguardó hasta el último momento para despedirse de su hijo. En el gran salón del castillo, Alexander se acercó a su madre, quien lo recibió con una mirada llena de orgullo y nostalgia.

— Alexander, recuerda quién eres y lo que representas— dijo con voz firme— Pero más que nada, recuerda que este tiempo es para ti. Vive, aprende y vuelve con la certeza de quién deseas ser como futuro rey.

Él la abrazó con fuerza, un gesto poco común entre ellos.

— Gracias, madre. Prometo que este viaje no será en vano.

Isabel no respondió de inmediato, solo acarició su mejilla con ternura, un gesto que le recordaba a cuando era niño. Luego, se apartó con dignidad, permitiéndole partir.

Mientras tanto, Charlotte había estado evitando los preparativos durante todo el día. Sabía que su hermano se iría y que debería despedirse de él, pero lo que realmente le preocupaba era Ethan. Desde su conversación en el pasillo, algo dentro de ella había cambiado. Su corazón latía demasiado rápido cada vez que pensaba en él, en la forma en que la había sostenido, en la calidez de sus manos sobre su cintura.

Al caer la tarde, no pudo seguir ignorando su realidad. Reunió el coraje suficiente y se dirigió al hangar privado de la familia real, donde el avión ya estaba listo para la partida.

Cuando llegó, encontró a Alexander despidiéndose de algunos miembros del personal, mientras Lucas revisaba su teléfono con una sonrisa de satisfacción, probablemente buscando los mejores lugares para visitar en Nueva York.

Ethan, en cambio, estaba apartado del bullicio, verificando los últimos detalles del equipaje. Charlotte se detuvo a unos metros de él, sintiendo cómo su resolución vacilaba. Pero ya estaba allí, no podía retroceder.

— Ethan— lo llamó en un tono suave.

Él se giró de inmediato al escucharla, su expresión cambiando de sorpresa a una cautelosa neutralidad.

— Princesa— dijo con formalidad, aunque sus ojos la detallaban cuidadosamente y se le formaba un nudo en la garganta— ¿qué haces aquí? Pensé que ya te habías despedido de tu hermano.

Ella asintió, jugueteando con los pliegues de su vestido.

— Lo hice. Pero… quería despedirme de ti también.

Ethan la observó con una mezcla de curiosidad y algo más, algo que prefería no analizar.

— No tenías que venir hasta aquí por eso, pero gracias, Charlie.

Hubo un silencio incómodo entre ambos. Charlotte bajó la mirada, intentando ordenar sus pensamientos. Finalmente, levantó la vista con determinación.

— Ethan, quiero que tengas cuidado, ¿sí? Y… que recuerdes que siempre estaré aquí si me necesitas.

Ethan frunció ligeramente el ceño. Había algo en su voz, en la intensidad de sus palabras, que lo desconcertó.

— Claro, princesa. Gracias.

Ella respiró hondo. Tenía que hacerlo antes de arrepentirse.

Se acercó un poco más, y antes de que Ethan pudiera reaccionar, se puso de puntillas y rozó sus labios con los de él en un beso fugaz, casi torpe.

Ethan se quedó completamente inmóvil, sus ojos abiertos de par en par. No era lo que esperaba, no era lo que debía ocurrir. Pero por una fracción de segundo, su corazón dejó de lado la razón.

Antes de que él pudiera procesarlo, Charlotte se apartó rápidamente, con el rostro encendido y avergonzado.

— Lo siento… yo…

Su voz tembló y, sin darle tiempo a responder, giró sobre sus talones y salió corriendo, como si temiera su propia osadía.

Ethan permaneció en el mismo sitio, con su mente trabajando a toda velocidad. La sorpresa lo había dejado sin palabras, pero lo que realmente lo desconcertaba era lo que sentía en su interior. Una mezcla de incredulidad, ternura y… ¿deseo? No podía ser. No debía ser.

Unos segundos después, la voz de Lucas lo sacó de su ensimismamiento.

— ¡Vamos, Ethan! El avión está listo.

Parpadeó varias veces, como si despertara de un sueño, y finalmente se encaminó hacia el avión. Charlotte ya no estaba a la vista, pero el aroma de su presencia todavía se sentía en el aire.

Cuando tomó su asiento junto a Alexander y Lucas, trató de enfocarse en el viaje que tenían por delante. Sin embargo, sus pensamientos seguían atrapados en el momento en que Charlotte lo había besado.

El avión despegó, alejándose del Reino, y con él, de las responsabilidades y de Charlotte. Pero Ethan sabía que ese beso, tan inesperado como prohibido, no sería algo que podría olvidar fácilmente.