Alex, un joven con una apariencia ruda pero un corazón amable, sacrifica su vida para salvar a unos gatitos abandonados. Como recompensa, reencarna en un mundo mágico en el cuerpo de una ardilla hembra de color blanco. En este nuevo mundo, Alex, ahora conocida como Lucía, descubre habilidades mágicas y forma alianzas con otros animales del bosque. Juntos, enfrentan amenazas tanto de depredadores como de humanos que quieren destruir su hogar. Con la ayuda del sistema Gran Oyama, Lucía lidera a sus amigos en una batalla épica para proteger el bosque y encuentra un nuevo propósito en su vida como ardilla mágica.
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capítulo 13
Capítulo 13: La Preocupación de Eldric y la Misión en el Gremio
Después de regresar a su mansión, Eldric no podía dejar de pensar en Nieve. La imagen de su transformación en ardilla dragón de nieve lo había dejado completamente desarmado. Se encerró en su habitación, su rostro enrojecido por la ternura que le había provocado. “¿Y si alguien la pisa? ¿Y si se pierde en las mazmorras?” pensaba, incapaz de dormir por la preocupación.
Al día siguiente, con ojeras marcadas por la falta de sueño, Eldric decidió ir a la casa de Nieve. La encontró entrenando en su torre, decidida a tomar más misiones para alcanzar la clase A. Antes de salir, Nieve se encontró con Eldric en la entrada.
—¿Podrías acompañarme? —preguntó Nieve, sorprendida por su propia petición.
—Creo que sí, claro —respondió Eldric, tratando de ocultar su alivio.
Juntos se dirigieron al gremio. Al llegar, la recepcionista los miró con curiosidad.
—¿Es tu novio? —preguntó, provocando que Nieve se pusiera roja como un tomate.
—¡Claro que no! —respondió Nieve rápidamente, sintiendo la vergüenza arder en sus mejillas.
Eldric, aunque también avergonzado, no pudo evitar sonreír ante la situación. Decidieron tomar una misión que involucraba cazar monstruos en las mazmorras cercanas. Eldric se mostró extremadamente protector durante toda la misión, lo que llevó a varias situaciones incómodas y vergonzosas.
En una ocasión, mientras Nieve intentaba lanzar un hechizo, Eldric la interrumpió bruscamente.
—¡Cuidado, Nieve! —gritó, tirándola al suelo para protegerla de un ataque que ella ya había visto venir.
—¡Eldric, puedo manejarlo! —dijo Nieve, furiosa por la interrupción.
—Lo siento, solo quiero asegurarme de que estás a salvo —respondió Eldric, con una mezcla de preocupación y vergüenza.
Más adelante, mientras exploraban una cueva oscura, Eldric insistió en caminar delante de Nieve, bloqueando su vista y dificultando su avance.
—Eldric, necesito ver para poder lanzar mis hechizos correctamente —dijo Nieve, frustrada.
—Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme por ti —admitió Eldric, deteniéndose para dejarla pasar.
A pesar de las constantes interrupciones, lograron completar la misión con éxito. De regreso al gremio, la recepcionista los recibió con una sonrisa.
—Parece que hicieron un buen equipo —comentó, guiñándole un ojo a Nieve.
—Sí, lo hicimos —respondió Nieve, mirando a Eldric con una mezcla de gratitud y exasperación.
Eldric, por su parte, se sintió aliviado de que Nieve estuviera a salvo, aunque sabía que necesitaba aprender a confiar más en sus habilidades. Mientras caminaban de regreso a la torre, Eldric se volvió hacia Nieve.
—Nieve, sé que puedo ser sobreprotector, pero es solo porque me importas mucho. Prometo trabajar en ello y confiar más en ti —dijo, con sinceridad.
Nieve sonrió, apreciando su honestidad.
—Gracias, Eldric. Aprecio tu preocupación, pero necesito que confíes en mí. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío —respondió, extendiendo su mano hacia él.
Eldric tomó su mano, sintiendo una renovada confianza en su alianza.
—Tienes razón, Nieve. Juntos, somos invencibles.
Con una nueva comprensión y respeto mutuo, Nieve y Eldric se prepararon para las próximas aventuras, sabiendo que, aunque el camino podría ser difícil, siempre tendrían el apoyo del otro.
Al llegar a su casa, Nieve se encontró con un hombre gordito y malhumorado que la esperaba en la entrada.
—Tú eres la famosa aventurera de los rumores que últimamente he estado escuchando —dijo el hombre, con una voz áspera.
—No sé de qué rumores está hablando, pero solo quiero llegar a mi casa y descansar —respondió Nieve, tratando de mantener la calma.
—Oye, oye, oye, tranquila. Solo venía a conocerte, eso es todo. Y si quieres, te puedo pagar para que trabajes para mí. Creo que te puedo pagar más que el gremio —ofreció el hombre, con una sonrisa astuta.
—No me importa su tonta plata. Soy libre de decidir lo que quiera, así que márchese —respondió Nieve con firmeza.
El hombre, enfurecido, gritó:
—¡Ah, así te vas a poner, joven maleducada! Yo que venía a ofrecerte un buen trato en son de paz. Si así lo quieres, pues esta niña creo que será asesinada.
—¿Cuál niña? —preguntó Nieve, alarmada.
El hombre hizo una señal a sus guardaespaldas, quienes sacaron a una niña del carruaje y la arrojaron al suelo, agarrándola del pelo.
—¿Qué prefieres, trabajar para mí o que esta chica pague por tu blasfemia ante mí? —dijo el hombre, con una sonrisa cruel.
Nieve vio que la niña era Luna, llorando y asustada. Uno de los guardaespaldas le gritó:
—¡Cállate, chiquilla!
Nieve, furiosa, chifló. El hombre, confundido, preguntó:
—¿A quién le hablas, a tu perro? ¿Crees que alguien la puede salvar?
De repente, apareció el mayordomo detrás de los guardaespaldas, noqueándolos rápidamente. Agarró a Luna en sus brazos y la llevó donde estaba Nieve.
—¿Quién es él? —preguntó el hombre, sorprendido.
Nieve, completamente enfurecida, respondió:
—Te atreviste a amenazarme a mí y a tocar a mi amiga más preciada. ¡Te arrepentirás!
En ese momento, apareció el comandante y preguntó:
—¿Qué pasó aquí?
Al ver la situación, el comandante se dio cuenta de todo y dijo:
—Déjamelo a mí, yo lo enviaré a la corte imperial.
Pero Nieve no escuchó, cegada por la furia. Agarró al hombre y le dio una paliza que lo dejó inválido.
—¡Nadie amenaza a mi manada y se sale con la suya! —gritó Nieve, con una determinación feroz.
El comandante, impresionado por la fuerza y la determinación de Nieve, asintió.
—Bien hecho, Nieve. Ahora, llevaremos a este hombre a la justicia.
Con la situación bajo control, Nieve abrazó a Luna, asegurándole que todo estaría bien. Eldric, que había observado todo, se acercó a Nieve.
—Eres increíble, Nieve. Nunca dejaré de sorprenderme por tu valentía —dijo Eldric, con admiración.
Nieve, aún recuperándose de la adrenalina, sonrió.
—Gracias, Eldric. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.
Con una nueva confianza y una alianza más fuerte que nunca, Nieve y Eldric se prepararon para las próximas aventuras, sabiendo que siempre tendrían el apoyo del otro.