Nicolle Harrington es una chica recatada y conservadora, sumisa y dócil, o al menos para los hombres de su familia, quienes la tienen en una burbuja, pero fuera de casa es la espía más joven, despiadada y preparada de su organización. Es novia de un coronel llamado Massimo Moretti hace dos años y su amor no puede ser más bonito y perfecto; claro, él solo conoce su parte dulce y tierna.
Una enemiga de su madre regresará para cobrarse con ella mediante una traición que la aleja de su familia tras su supuesta muerte en frente de todos ellos.
Nicolle queda sin memoria durante dos años, sintiéndose perdida, y es encerrada como un animal en un infierno con recuerdos falsos, hasta que conoce a su nuevo amor, un mafioso, Aaron Rizzoli, que la ama como realmente ella es y no ese personaje que supo interpretar.
Su dilema será cuando recupere la memoria y deba elegir a uno de ellos; qué hará la pequeña Nicolle: se quedará con el amor bonito de Alessandro o elegirá la adrenalina de Aaron.
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Salida romántica
Nicolle y Massimo no solo han tenido esa noche; por suerte, volvieron a estar juntos a los dos días siguientes, ya que no se atrevió hacerlo al otro día. Se llevó a su niña a un paseo donde solo Gia y Lia sabían de eso. Los demás la esperaban el fin de semana y como no confirmaba, pues estaban tranquilos.
Nicolle jamás fue una niña que diera problemas, no se escapaba, no subía su voz, nada de eso. La joven ahora está en un hermoso lago con el hombre que ama. Ella escogió un traje de baño de dos piezas. El cuerpo de Nicolle era único, una mujer hermosa por dónde se viera, y era la primera vez que él la veía en bikini.
_Amor... Mejor te colocas una camiseta, ¿no crees? — Nicolle sonrió.
—No es una playa, amor, es un lugar privado, no hay nadie —Massimo besa su nariz.
—Has usado estos bikinis antes, amor. Él pregunta y ella piensa; por supuesto en el montón de misiones que he tenido y cuando me escapo con mi madre y abuela.
—No bebé, jamás, pero ¿y qué con eso? —pregunta Nicolle con su entrecejo fruncido.
_Que esas ideas. Las estás tomando de ese campamento; lo mejor es que no vayas más ¿te parece? Nicolle suspira pesadamente.
—Bebé, ya di mi palabra; debo ir a este campamento; habrá un recital; será el último, lo juro —le volvió a decir por enézima vez. No sabía cómo hacer que no fuera más a ese lugar.
—¿Estoy fea, es eso, es porque estoy más gorda? —pregunta por pura manipulación porque es obvio que ella sabe que es hermosa.
—No, mi amor, eres la mujer más bella que mis ojos han visto, pero esto es para mis ojos —Nicolle hace un puchero.
—No hay nadie más aquí, mi amor, solo mi prometido bello y yo —él sonríe.
—Solo te protejo, bebé, hay tanta maldad allá afuera; si te ocurre algo yo no podría seguir. Ella lo besa.
Esos besos son tan profundos, y sus respiraciones se mezclan; las mariposas revolotean en el estómago de Nicolle y el pecho se le llena de orgullo y satisfacción a Massimo.
—Te amo. Te amo tanto, mi angelito —dice Massimo, y Nicolle se cuelga de su cuello y enrolla sus piernas alrededor de sus caderas. Massimo se tensó; esto era lo que no quería. La pequeña se está volviendo algo insaciable y esto no es propio de ella. Además, no estaría con ella en un lago jamás; hay miles de drones y satélites que podrían observar.
Massimo la levanta y salen del lago; ella parece una pereza colgada a él. Camina hacia la cabaña, la cual es hermosa; todo está decorado con tonos marrones y beige; hay hermosos cuadros por doquier.
Ellos entran a la habitación, donde ella es dejada con delicadeza; la ropa abandona sus cuerpos.
Massimo la toma como siempre, con delicadeza, paciencia y amor. Besa su cuerpo y sus pechos; luego se hunde en ella, lento y calmado en su ritmo. Las respiraciones se mezclan, los latidos de ambos aceleran y ella gime.
Massimo para de vez en cuando preguntando si duele, ella miente porque sabe cómo es. Luego de sudor, besos y caricias, ambos logran tocar el cielo; el placer los invade y caen en picada.
—Dios Massimo, te amo, sabes —se acomoda en su pecho.
—Te amo más, bebé, mucho más —sonrie.
Los días en la cabaña son muy amenos. Él le cocina, la baña, la ayuda a vestirse. Pasean por los jardines de flores mientras inmortalizan cada momento con una fotografía.
—Mi amor, ya estás lista —preguntó Massimo entrando a la habitación y allí está ella hermosa; lleva un vestido largo, de cuello redondo alto y con mangas de encaje; el resto del vestido es de seda color champagne; sus tacones le dan más porte y presencia, su cabello recogido en un moño alto y solo un poco de brillo labial.
Él la mira y sonríe: esa es su niña, hermosa, sencilla, delicada y elegante.
—Lista, amor, ¿cómo me veo? Pregunta y él sonríe, como la princesa que eres; le da su brazo y ambos se retiran a un lujoso restaurante.
El lugar es precioso, amplio, con una decoración beige y blanco, lámparas de cristales y las mesas con manteles blancos y servilletas beige en tela de seda.
Los esperan en la recepción y saludan cordialmente a Massimo.
—Es un placer tenerlo aquí, señor Moretti y señorita —dice y Massimo contesta.
—Ella es mi futura esposa, Nicolle Windsor. El hombre la saluda con respeto y los lleva a una de las mesas. La iluminación no es tan fuerte, pero le da un toque elegante al lugar.
Massimo le corre la silla a Nicolle y ella se sienta; él luego también lo hace y ordena para ambos. El momento es tan hermoso; él la mira con amor y ella igual.
Una pareja llama la atención de ambos; el hombre lleva a la mujer de la cintura, su mano baja hasta sus glúteos, la mujer es rubia y esta le va comiendo los labios de un beso. La mujer lleva un vestido rojo corto con un escote de corazón y unas pequeñas mangas debajo de los hombros.
Es hermosa, pero a Massimo no le parece la escena. La pareja se sienta a unas mesas de ellos y el hombre toca a su acompañante, así que Massimo quita la mirada de allí…
—No veas eso, mi ángel, no sé cómo pueden aceptar ese tipo de comportamientos en público; ella no se respeta ni él tampoco la respeta a ella. Nicolle reprimió las risas de verdad; ella solo vio a un hombre enloquecido por su pareja.
—Amor… Tú serías de besarme aquí… — La pregunta le sorprende, pero le responde a su amada.
—No, cariño, te amo demasiado para exponerte de semejante manera. Tenemos un lugar privado donde demostrarnos amor —Nicolle sonríe y él toma su mano.
—Esto fue lo que te expliqué; una mujer decente y dulce como tú merece ser tratada con respeto. Ambos comen mientras hablan de la boda; Massimo ha cubierto cada detalle luego del campamento de ella que durará dos meses. Se casarán y él no la soltará jamás.