Después de la muerte de su padre, Naomi es llevada por su padrino a la Villa Lupinville, un misterioso lugar habitado por hombres lobos, que, hasta ahora, ella creía que solo existían en los cuentos. Pero pronto, Naomi descubrirá que su conexión con este lugar siempre estuvo ligado con ella, atrapándola en una antigua profecía, que parece señalarla como la clave de una batalla y la disputa de dos lobos por ganarse su corazón.
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CAPÍTULO CINCO: GERAL LUCIUS
≈NAOMI≈
¿Debería usarlo, o simplemente salir con una caperuza ofreciéndome como la cena? Tal vez, también necesite llevar una canasta…
Pensé irónicamente observando el vestido rojo, tendido en los pies de la cama.
El ritual inicio hace más de cuarenta minutos, y aquí estoy yo, inerte como una planta, considerando que es mejor no asistir. ¿Para qué arriesgarme? Demian tiene razón, “soy mujer muerta”, me digo observándolos desde el balcón.
Los invitados no dejaban de llegar, ¡demonios! la villa entera estaba aquí. Una larga fila de coches se extendía desde el portón hasta la entrada principal y eran los guardias de mi tío que se encargaban de recibirlos.
El resto de las personas que ya habían ingresado comenzaron a congregarse en el jardín.
Entre la multitud, podía ver a Lesly, elegantemente vestida, saludando a los invitados, mientras que mi padrino José, estaba a unos pocos metros conversando con algunos hombres que se veían como de la alta jerarquía o algo parecido. Y por supuesto, no muy lejos estaba Úrsula, buscando algo o a alguien, destacándose entre la muchedumbre no solo por el vestido que llevaba puesto sino por su belleza. Realmente, parecía de la realeza lobina, si es que eso existe.
No cabía dudas que su silueta perfecta y proporcionalmente curvilínea, su cabello recogido en un elaborado peinado y adornado con una diadema hacía que fuera difícil no mirarla.
Sin embargo, todo ello podía verse opacado por su mirada. Podía notarse a lo lejos que Úrsula tenía un aire de superioridad con algunos invitados, como si los hubiera tildado solo porque parecían ser inferiores. No sé de qué me asombro, no es algo que ella no haga…
—Permiso —se escuchó en la medida que se abría la puerta —¿Enserio? ¡Vamos, Naomi! ¿todavía no te pusiste el vestido? —Me regaño Mariel entrando y cerrando rápidamente la puerta.
—¿Realmente es necesario? —le pregunte soltando un suspiro.—¿Me hablas enserio? ¡Claro que sí mujer!
—No lo tomes a mal, pero…
—¡De ninguna manera! —me interrumpió —No acepto ningún, pero.
—¡Eso es injusto! —me quejé bufando, cruzándome de brazos. Mariel se rio al escucharme.
—¡Ya te lo dije, sin peros! Vamos caperucita, te ayudare a vestirte.
[…]
Cerca de un rato después, para cuando salí de la mansión arrastrada literalmente del brazo de Mariel, noté más de cerca que el jardín estaba meticulosamente decorado para la ocasión. Habían luces que colgaban de los árboles, guirnaldas de flores naturales adornando las barandas de las pequeñas escaleras exteriores, incontables mesas con bocadillos y lobos, “MUCHOS LOBOS” mirándome como si llevara un gran letrero en la frente que decía: El sacrificio de la noche… Podía sentir sus miradas siguiéndome el paso y los cuchicheos que se hacían más intensos. No sé si Mariel lo noto, pero yo no tenía dudas: estaban hablando de mí.
En la medida que seguimos caminando por el jardín, vi a mi padrino José acercarse. De alguna manera me sentí aliviada, con él a mi lado sería más difícil convertirme en la cena ¿o no?
—Naomi, querida, quiero que conozcas a unos buenos amigos —dijo con una sonrisa—. Él es Lopin, Iván y Felipe. Son miembros importantes en nuestra comunidad.
Saludé al grupo tímidamente con un "Hola, mucho gusto", podía percibirse con solo echarles un vistazo que cada uno de ellos tenía un alto rango dentro de la manada.
—¿Se siente a gusto en la villa, señorita? —me preguntó el hombre de nombre Lopin.
—Sí, me siento a gusto, gracias —respondí, intentando parecer más segura de lo que realmente estaba.
—¿Aun después de haber sido atacada en el instituto? —inquirió, tomándome por sorpresa. Mire a José de lado ¿Qué se suponía que debía decir?
—No hay necesidad de sacar a la luz un tema que ya está resuelto —respondió José calmadamente, pero con firmeza.
—No creo que la familia del joven desterrado piense lo mismo.
—Lopin, querido. No. —expreso Iván como si intentara pacificar la conversación.
Lopin asintió, pero no dejó el tema por completo.
—Solo lo menciono porque es importante que la señorita entienda, la necesidad de que nuestra naturaleza permanezca en secreto —recalcó.
—No tengo a nadie más en el mundo que a mi padrino, señor. Su secreto está sellado conmigo —respondí.
Uno de los otros ancianos, Felipe, se inclinó hacia adelante, mostrando de alguna manera cierto interés en lo que acaba de decir.
—¿Qué sucedió con su familia? Quiero decir, con su madre y padre. —preguntó.
Respiré hondo antes de responder, no vi la necesidad de mentir.
—Ambos están muertos —expresé sin titubear, observando cómo esta vez, fui yo quien los tomó por sorpresa.
Los hombres permanecieron en silencio por un momento, claramente desconcertados por mi honestidad.
—Naomi es hora de irnos. —dijo Mariel, rompiendo el silencio—. Si nos disculpan, voy a presentarle al resto de la familia. Con su permiso. —se excusó con un ligero asentamiento de cabeza y luego, tomándome de la mano.
El sabio anciano llamado Felipe estaba a punto de decir algo cuando de pronto alguien interrumpió.
—“Alpha White” —se oyó con entusiasmo.
Al escuchar su voz, José y Mariel se dieron la vuelta. No sé porque, pero algo en ese momento hizo “clic” en mi cabeza. Inexplicablemente mi corazón, sin ninguna razón, se aceleró.
Al voltear, me quedé perpleja. La voz provenía de un joven impresionante, tenía facciones que casi podían compararse con las de un ángel. Nariz recta, cejas bien definidas y un mentón rectangular que resaltaba su nuez de adán. Era alto, musculoso y tenía un aura tan imponente como la de Demian.
Intenté mantener la compostura, cuando Mariel me pillo mirándolo. Baje la mirada avergonzada y me frote los brazos, no entendía porque mi piel se erizo con su presencia.
—¡Qué gusto verte, muchacho! —exclamo José, sonriéndole abiertamente. —Mírate, ¡cuanto has crecido!—agregó, antes de abrazarlo.
—Ha pasado tiempo, José. —Respondió, correspondiéndole el gesto. Luego, saludo a uno por uno a los ancianos y a Mariel. Finalmente, retemblé cuando se fijó en mí.
Este muchacho me tomo desprevenidamente de la mano y casi de inmediato, una extraña calidez me recorrió cuando sus labios rozaron mi palma. En ese instante, una imagen llegó a mi mente: Una niña en una hamaca, acompañada de un jovencito mayor que ella, prometiendo regresar.
Sacudí la cabeza intentando aventar esa imagen de mi mente, desde que había llegado a la villa no dejaba de tener esta clases de visiones, por así decirlo…Creo que tanto estrés estaba volviéndome loca.
—Geral Lucius —se presentó—, Futuro Alpha de la región de Redford.
—Naomi Hold.
—Lo sé —afirmó él con un tono que parecía sugerir algo más, algo que ni yo misma podría descifrar —Encantado de conocerte. —cerró, sonriendo.
[…]