- ¿Victoria, que piensas hacer?
Una pregunta que le hacen últimamente, y la respuesta no la sabe, ya que tiene un deber como asistente del fiscal y llevar al hombre que ama ante la justicia o decide salvar el amor de su vida y padre de su hermoso hijo.
Su deber será más fuerte que su amor, o dejará todo por amor y se volverá al lado oscuro.
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Capítulo 23
Victoria había recibido una llamada de Paxton en la cual le decía que debían de reunirse lo antes posible, tenía algo importante de que hablar.
Ella no lo pensó, no quería saber por ahora nada de Antón, necesitaba salir de esa casa y sabía las consecuencias de salir sola y sin escolta alguna.
- Hola.
- Llegaste rápido.
- Me dijiste que tenías algo importante que decirme.
- Lo siento.
- Porque te disculpas.
El no dice una palabra más, y dos hombres se paran a mi lado, estaban armados, los ojos se me llenaron de lágrimas, al ver al que consideraba mi amigo, me estaba entregando al mejor postor.
- Entiendo.
El plan que se había diseñado, ya no era viable, puede que el ya le hubiera dicho todo a Mijaíl, sobre lo que íbamos a hacer.
Sin ninguna emoción en su rostro Victoria se puso de pie y acompaño a los hombres hasta el auto en dónde la estaba esperando Ronald.
- Eres difícil de localizar, nos tocó amenazar a más de uno para que te entregarán, y funcionó.
- Que tan bajo has caído.
- Bajo no, son solo estrategias. Mijaíl te necesita, al parecer han empezado a salir algunas pruebas en su contra, le han cerrado negocios y necesita defenderse.
- Y usted es que solo le sirve de llavero.
Ronald levantó la mano para golpearla pero ella lo detuvo en el aire, está vez no iba a ser la dulce Victoria que vieron.
- Te equivocas conmigo, tu nunca me pondrás una mano encima.
Enojado por las palabras de Victoria saco el arma y le apunto, pensando que así ella dejaría su altanería y ni así lo logro. Victoria había cambiado, había algo nuevo en ella.
O esa era su verdadera cara, como era posible que de tener miedo, de todo y de todos, pero que ahora no se inmute en lo más mínimo, teniendo un arma apuntando a su cabeza.
- Ahora sí vas a cooperar.
- Los negocios no se hablan con los payasos, es mejor hablarlos con el dueño del circo
El camino a la mansión de Mijaíl no fue tan largo, pero si tormentoso por la compañía, Ronald se jactaba de tener poder, o eso pensaba el. Victoria había seguido muy de cerca sus pasos, y sabía que no era un hombre de fiar y menos alguien con talento a la hora de resolver casos, siempre recurría a artimañas para ganar.
Y como todo en este mundo cada persona era un peon en un juego de ajedrez de alguien más grande. Victoria sabía eso, los casos en los que ella participaba eran así, los grandes dejaban a los demás llevar la culpa de sus delitos.
Sabían ocultarse bien, se protegían de la mejor manera, las amenazas eran lo primordial en todo. Las familias pagaban las consecuencias de no seguir las reglas.
Mucho sabía ella, pero poco podían hacer si tenían las manos atadas y la corrupción llegaba tanto a fiscales como a jueces.
- Me hiciste falta.
Y en la entrada de la casa se encontraba nada más ni nada menos que Mijaíl, acompañado de la ex esposa de Antón. Victoria la reconoció de inmediato.
Ambos estaban bien acaramelados y al igual que las empleadas ella también tenía moretones en el cuello, brazos, muñecas. Las mostraba como si fuera algo único algo por lo que sentirse orgullosa de mostrar.
Como si eso demostrará que ella le pertenecía a el, pero no era exclusiva. A Victoria le daba asco ver aquella escena, como era posible que una mujer cayera tan bajo, regodearse de algo que el le podía hacer a cualquiera.
- No puedo decir lo mismo.
Con un movimiento bastante brusco Mijaíl se alejo de Ela, y se acercó a Victoria, mientras uno mostraba una sonrisa depredadora la otra mostraba una mirada llena de ira.
- Debes de calmarte, sabes muy bien que tengo a tu hijo. - Victoria se descompuso por completo. Pero no lo dejo notar.
- ¿Lo quiero ver?.
- Mi vida, para que lo puedas ver, me tienes que dar algo a cambio. - sus dedos tocaron el rostro de ella, deseaba mucho que este hombre se alejara. Mijaíl le producía asco solamente el olor de su colonia, le daban ganas de vomitar.
- ¿Que quiere?.
- Una noche juntos, quiero saber el porque Antón te protege tanto.
- No.
- Es eso, o tú querido hijo y tú tía tendrán el mismo destino que tus padres pequeña.
Sus padres, otro tema sensible para ella, que podría ser peor, una noche con el monstruo o toda una vida sin su ser más querido y amado.
- Está bien, acepto la propuesta.
Una capa fina cubrió sus ojos, eran el aviso de que las lágrimas iban a empezar a caer, no las quería dejar salir, pero no lo logro. Gotas grandes comenzaron a rodar por sus mejillas, está escena le causo tanta gracia a Ronald, que hasta hace un momento se había sentido humillado por Victoria. Y ahora ella era la que estaba siendo humillada.
- No lo voy a permitir. - la voz chillona de Ela resonó a las espaldas de Mijaíl, quien de inmediato se puso como un animal.
Corrió hacia ella y la cogió del cuello, levantándola por milímetros del suelo, ella pateaba tratando de buscar aire.
- No me diga que hacer o que no, yo soy el que manda y usted no es nada.
Ela cae al suelo, tratando de buscar aire ella mira de nuevo a Victoria, su rabia era visible eso podría ser un gran problema para ella. Bueno otro problema más, y Victoria no estaba dispuesta a aguantarla, ya tenía suficiente con todos los hombres como para añadir, una loca más.
- En serio vas a hacer lo mismo que Antón, revolcarse con esta cualquiera. No ven que es una maldita perra, que nos va a separar, por favor amor no lo hagas.
- Y porque te pones, si te fascina ver cómo lo hago con las empleadas, es más eso te excita mucho, ¿por qué con ella es diferente?.
- Porque la estás mirando diferente, que a las empleadas.
- Mirar diferente, cómo es eso.
- Es más que deseo, lo que sientes por ella es más que eso, y sé que si la tocas una sola vez nunca la vas a dejar ir.
Palabra sabias de una mujer dolida, pero que conocía muy bien a Mijaíl, ella ya había experimento ese sentimiento. No era la primera vez que el se volvía loco por una mujer, pues ella era el claro ejemplo de ponqué decía.