Josefina hizo todo lo posible por llevar un matrimonio feliz, pero Franco no ponía nada de su parte, era celoso y posesivo. Todo tenía un principio y un fin, ¿será que podría conservar su matrimonio?
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Estoy segura que mi mamá me va a matar por haberme salido de mi casa, últimamente estaba muy gruñona. Mejor vámonos de aquí antes de que nos encuentren. No la pasarás nada bien.
Está bien.
Justo media hora después de comprar comida en un restaurante pequeño, la policía llegó preguntando por Josefina.
Hace media hora vino una señora con una niña de 10 años más o menos.
Se parece a esa que están buscando.
¿Para dónde se fueron?
Por allá, iban en un carro negro muy lujoso, pero la niña no se veía para nada preocupada, yo más bien diría que estaban muy felices las dos.
¿No la tenía amenazada con una pistola, amarrada, qué se yo?
No, ella iba caminando como si nada pasara, en sus ojos se veía que estaban muy a gusto las dos. Además, la señora se veía muy amable, no parecía una secuestradora.
Pues sí que es raro. Eso quiere decir que la niña se fue por su propia voluntad, pero entonces, ¿por qué huyen?
No lo sé, dijo el compañero del otro oficial.
No debe andar muy lejos, vamos tras ellas, ¡pronto!
Los policías se subieron a su coche y arrancaron a toda velocidad.
¡Manden refuerzos!, vamos por la av. 18, km 15.
Después de manejar mucho rato, vieron un coche negro como el que le describió la mujer del restaurante estacionado en un parque.
Casi de inmediato se bajaron del auto a checar.
Al parecer, cambiaron de auto, se han de haber dado cuenta de que las seguíamos.
Varios policías más llegaron al lugar.
Han escapado las dos, pero parece que la niña va por su voluntad.
¿Será?
Sí, nadie la obliga, tal vez se escapó de su casa porque la mamá la dejó sola dos días sin alimentos, o tal vez la señora Isabel no es su verdadera madre.
No tenemos idea de nada, el oficial que estaba a cargo ha sido cambiado de región.
Bueno, sigamos buscando.
La policía oteó alrededor de la plaza, vio a un fotógrafo, a un señor con un poni, un globero, y otro que vendía algodones. Más allá vio a un señor mayor vendiendo manzanas acarameladas.
Y siguiendo con la observación vio a unos chicos con sus patinetas. Varios niños se divertían en los columpios y los resbaladeros.
Una niña lloraba porque se cayó la mamá la consolaba.
Cualquiera de ellos pudo haber visto a la señora que se cambió de coche, dijo el oficial mayor. Por lo pronto, llévense este al corralón algún día tiene que aparecer esa señora.
.
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¿Ha visto usted a esta niña?, va con una señora muy elegante.
Uno a uno, el policía les hacía la misma pregunta.
Pero al parecer, nadie veía nada y nadie sabía nada, como que todos estaban cortados por la misma tijera y no querían responder. Tal vez tenían miedo de que fuera a haber represalias.
Creo que esto termina aquí, no tenemos ni la más remota idea de qué color es el coche en el que van.
De pronto, un niño de los muchos que había se acercó a ellos.
Buenas tardes, oficial, soy Franco tengo 10 años.
El oficial vio al niño, mucho gusto, Franco, ¿tienes algo que decirme?
Oficial, la niña que usted busca es amiga mía, se llama Josefina y va con esa señora. Ella me contó la última vez que la vi que su mamá la había abandonado por dos días y decidió escapar porque tenía mucha hambre. La señora que va con ella es una vecina de su casa que le dio de comer. Ella tiene miedo de regresar porque dice que si regresa su mamá la va a matar a golpes por haber escapado.
¡Dios mío, Franco!, ¿cómo sabes todo eso?
La vecina de Josefina dijo que su mamá se llama Isabel, pero que no era su madre verdadera, que era adoptada y andan buscando a su madre biológica. Ella le dijo a mi mamá que si quería ir con ellas, pero mi madre dijo que no porque teníamos otras cosas que hacer, y nos cambiamos de casa a una más bonita, porque mi mamá empezó a ganar más dinero.
Bien, ¿viste en qué carro se fueron y hacia dónde?
Sí, se subieron a un carro rojo muy bonito creo que se fueron para allá, dijo señalando la avenida.
Gracias, te voy a pedir un favor, si la vuelves a ver dile que no tiene nada que temer, que se acerquen a la delegación.
De pronto, oyeron un grito ahí cerca...
¡Franco, hijo mío!, ¿dónde estás? Yolanda gritó como loca buscando a su hijo (ella estaba en un baño público).
Mi mamá me está llamando. Franco le hizo una señal con la mano.
¿Qué pasa oficial? ¿Por qué está mi hijo con ustedes?
No pasa nada, llévese a su hijo. Y procure estar más al pendiente de su hijo, ¿cómo se le ocurre dejarlo solo en la plaza?
Perdón, solo fui al baño.
Yolanda se llevó al niño sin decir nada más.
Bueno, entonces, vámonos rápido buscando un carro rojo muy bonito.
Después de varias horas de buscar, pronto dieron con su objetivo, la mujer y la niña comían en una pequeña fonda.
¡Eureka! Esa es la niña, rápido vayamos por ellas.
Buenas tardes, dijo el oficial al acercarse a la señora y a la niña.
Al voltear ambas mujeres, el oficial se asombró.
No son ellas, dijo volteando a ver a sus compañeros.
Pero al mirar más allá alcanzó a ver a otras dos mujeres, estaban un poco alejadas.
Fueron hacia ellas y las rodearon. Buenas tardes, señora.
Marlene volteó al escuchar el saludo.
Buenas tardes, oficial, ¿qué ocurre?, dijo tratando de parecer serena.
Tiene que acompañarnos, ¿la niña es su hija?
No es mi hija, oficial, pero la estoy ayudando a buscar a su verdadera madre.
Sus padres la están buscando están muy angustiados.
No quiero regresar con ellos, oficial, ellos no me quieren déjeme encontrar a mi verdadera madre, dijo Josefina llorando.
¿Acaso nadie te ha dicho, pequeña, que tu madre ha sido dada por muerta?
Yo sé que mi madre no está muerta, ella quiere que parezca así, pero está huyendo también ha de tener miedo.
Bueno, tal vez, pero por lo pronto debes regresar con tus padres, ellos te adoptaron y tienen tu custodia. Así es la ley.
Marlene habló, no es posible que quieran que la niña regrese con esos señores que la maltratan, ¿acaso quieren que algún día la maten por estar disgustados ellos dos?
Bueno, según lo que yo vi ellos están muy preocupados por su hija dicen que la quieren mucho y que ya no volverá a suceder.
Vengan conmigo las dos.
A Marlene ya no le quedó más remedio que subir a la patrulla.
No se preocupe por su coche, lo enviaremos al corralón y después lo saca de ahí, suponiendo que salga libre, claro está.
