Una Novia Para El Príncipe

Aún seguían besándose y tocándola en cada parte de su cuerpo.  Mia no pensaba nada más que en ellos sumidos en el placer pero todo se vino abajo y volvió a la realidad cuando sonó el teléfono de Sebastián, mascullo una maldición.

-        Atiende el teléfono. Tal vez sea importante— Dijo Mia con la voz entrecortada.

-        ¡Maldita sea!—Se levanto enojado de la cama, Mia no supo en que momento le había quitado la toalla, la vio el piso y se la coloco aún con los dedos temblorosos,  Sebastian esta sin la chaqueta, los botones de la camisa desabotonados a medio camino, se avergonzó porque ella fue quién lo hizo.

Le dio gracias a cielo por la interrupción. Sebastián se fue hacía la ventana y atendió la llamada.

-        ¿Si? ¿Qué paso?—Hubo un silencio prolongado — ¿Qué? Si ahora subo, no te preocupes, gracias por avisarme.

-        ¿Qué sucedió?—Tratando de recuperar el aliento.

-        Es mi abuelo, se puso un poco mal. Debo subir a verlo aunque yo quería estar contigo, mi amor. Pero la salud del Rey no esta nada buena. Vuelvo mas tarde lo prometo—Se acercó hasta ella, le dio un beso en la boca, y salió de la habitación.

-        ¿Mi amor, me llamo mi amor?—Sonrió como una estúpida como si eso significara algo— Esto no debe repetirse, por ahora no…Ay por Dios Mia, ¿Qué estas diciendo?

Mia terminó de vestirse, salió del cuarto para atender a su hija,  y luego  al jardín en compañía de Stephy, aquel palacio si que era enorme de casi diez hectáreas, tenia mas de cuarenta habitaciones, tenia cuatro jardines, dos piscinas una afuera y la otra cubierta, dos fuentes, cancha de tenis, futbol, básquet, un lago artificial donde había una variedad de peces exóticos y un cine privado. Se daba cuenta de cuanto dinero tenía la familia real es una de las más ricas del mundo.

Julie estaba disfrutando encantada del sol, hacia un día hermoso. Tal vez algún día su hija le reclamaría el hecho que quiso apartarla de su padre de que tenía un padre que pronto seria El Rey. Pero Julie nunca sería considerada de la familia de solo imaginarse cuando todos supieran la verdad, le dolería mucho si comenzarán a llamarla bastarda o cosas peores. Se le hizo un nudo en la garganta.

-        Señorita Mia, ¿Puedo llevar a la niña al zoo?—La voz de Stephy la saco de sus pensamientos.

-        ¿Al zoológico? Pero es como tarde para ir a visitarlo tengo entendido que cierra a las tres y ya son las dos y media.

Stephy se rió y Mia la miro confundida.

-        No, señorita aquí en el palacio aun pequeño Zoológico, a la Reina Luisana ama a los animales así que construyeron uno aquí porque ella no podía visitar el local.

-        ¿En serio? ¿Que más tendrá este palacio?— Asombrada comenzaron a  caminar a dirección al Zoo.

Sebastián estaba sentado al lado de la cama del rey Miguel, su estado había empeorado de nuevo.

-        Abuelo, creo que es mejor que descanses no entiendo porque tuviste que salir afuera, mira ahora agarraste un resfriado. —Dice preocupado.

-        Necesitaba respirar aire fresco, odio estar encerrado en estas cuatro paredes—Tosió— además el médico exagera, yo me siento bien.

-        Sería mejor que llamará a la Reina Lucia.

-        No—Alzo la voz— Deja a esa mujer en Isla Espíritu por eso la mande allá lo más lejos posible.

-        Abuelo no lo puedo creer, es tu esposa.

-        Si pero no quiero verla, sabes perfectamente que me case con ella porque mi querida Luisana, tu abuela murió—Dijo con mucha tristeza.

Sebastián sabia que su abuela había sido el gran amor de su abuelo Miguel aun no podía olvidarla, aquello si que había sido amor puro hasta que trágicamente la muerte los separo.

-        No debes tratar tan mal a Lucia—Regañando a su abuelo—Ella todo el tiempo ha querido ayudarte.

-        Ella solo quiere que me muera para poder meter sus manos en mi dinero.

-        No digas eso abuelo.

-        ¡Bah! No entiendes nada, lo único bueno que me dio fue a mi hijo Henry. En fin no quiero pasar toda la tarde hablando de esa bruja—No pudo aguantar una carcajada.

Sebastián también hizo lo mismo a veces pensaba que su abuelo no tenía remedio.

-        ¿Qué vas a decirme?

-        Sobre esa muchacha que contraste, tengo entendido que tiene una hija y viven aquí.

No le sorprendió en nada que su abuelo supiera de la existencia de  Mia, seguro fue Robinson el fiel asistente del Rey siempre le informaba de todo.

-        Si, se llama Mia y la niña Julieta—Sonrió al pronunciar el nombre de su hija— La contrate como ayudante.

-        ¿Para qué? Acaso Corina la despediste.

-        No abuelo, es que tengo mucho trabajo acumulado y Corina no puede sola. Por eso contrate a Mia.

-        Hmm entiendo, me informaron que es muy bonita, no la habrás traído para que te haga otro tipos de favores, sabes ¿Como sexuales?— Fingiendo inocencia en la pregunta.

Sebastián se echo a reír con ganas mientras meneaba la cabeza sorprendido de la pregunta de su abuelo y Rey arqueo una ceja esperando pacientemente a que respondiera.

-        No abuelo—Después de dejar de reírse— Ella no esa clase de persona, vino aquí por trabajo. No tenía donde vivir le ofrecí que se quedará aquí por un tiempo.

-        Hijo, tienes un buen corazón. Serás un magnifico Rey, mejor que yo sin duda— Le dijo con sinceridad.

-        Gracias por darme tu voto de confianza—Sabía que no le decía en serio, si su padre y su tío estuvieran vivos ellos ocuparían ese puesto, antes su abuelo ni siquiera le prestaba atención pero no es el momento para reclamarle eso.

-        Debo descansar un rato—Cerró los ojos, Sebastián se levanto de la silla se acerco a la ventana, y observo a Mia en el jardín y tenía a su hija en los brazos. Ella sonreía, se veía más bella que antes. Decidió bajar, miro a su abuelo ya estaba profundamente dormido.

Cuando llego al jardín, Mia estaba sentada sobre un mantel en la grama, comiendo sándwich mientras Stephy le enseñaba a Julie los peces del lago.

-        Hola— La voz de Sebastián, la sobresalto. Se miraron fijamente— ¿Puedo sentarme?

-        Es tu casa—Dejando el sándwich en el plato.

-        Tienes mayonesa en el labio, ven y te lo quitó—Se acerco a ella, la tomo de la barbilla, paso lentamente su lengua para la boca de ella, Mia  se estremeció enseguida luego le dio un beso en la boca corto y se separo. La miro de forma burlona por la expresión atónita de la chica.

-        ¿Estas loco?—Mirando a todos lados, estaba colorada de pie a cabeza— Yo me hubiera limpiado yo sola. Pudieron vernos.

-        Nadie vio nada. No te preocupes, estoy ansiando estar a solas contigo—Le dijo en voz baja, que le erizo la piel.

Se acerco Stephy con Julie antes de que ella pudiera responderle.

-        Creo que la niña ya necesita una siesta  ¿La llevo arriba?

-        Si, hazlo— Dijo Sebastián pero antes beso a su hija. Luego ambas se fueron hacia adentro del palacio.

-        Creo que yo también me voy—Levantándose.

-        Comienzo a creer que me tienes miedo—Agarrando su brazo para que no lo hiciera.

“Eso me lo había dicho antes” pensó.

-        No te tengo miedo—Tratando de que la soltará.

-        Si, claro. Quiero hacerte una proposición.

-        ¿Otra? Ojalá que no sea que me acueste contigo porque no lo haré—Lo miro con rabia.

-        No, eso no tengo que proponértelo solo con tocarte o besarte con solo dos minutos estaríamos disfrutando uno del otro en una habitación—Respondiendo con gran arrogancia, Mia quiso pegarle pero se controló—Es otra cosa.

-        ¿Qué es?— Queriendo alejarse de él.

-        Pues dentro de dos días tengo una fiesta de disfraces en Bruselas, quiero que me acompañes.

-        ¿En Bruselas? ¿Eso no queda en Bélgica? —Frunciendo el ceño.

-        Si, eres muy inteligente—Se burló—Quiero que vayas conmigo.

-        No iré a ningún sitio contigo. — Dice mirándolo como si estuviera loco.

-        Claro que lo harás. Te necesito.

-        ¿Me necesitas? ¿Por que no le dices a tu prometida  Helen que vaya contigo?— Arrepintiéndose de haber sonado tan celosa.

-        Detecto algo, ¿acaso son celos? —Dijo riéndose de ella.

-        ¡Ja! No me hagas reír— Claro que sentía celos de esa Helen.

-        Bueno, irás conmigo de todos modos, quiero que te compres un lindo vestido ya que la fiesta es de temática de la época del siglo 15.

-        Suena aburrido. —Murmura.

-        Si lo es pero es muy importante que asista, necesito a una ayudante.

-        Pensé que no ibas a darme trabajo.

-        Si pero Corina mi ayudante no puede ir. Ya que estás aquí pensé que podías ayudarme, por favor  Mia.

“¿Por favor?” era la primera vez que escuchaba esas palabras de su boca.

-        No se, Sebastián.  yo no hablo francés muy bien que digamos.

-        No te preocupes por eso, la mayoría hablan inglés cualquier duda yo seré tu traductor.

-        Hmmm ¿y Julieta? No puedo llevarla conmigo, no tiene pasaporte.

-        Eso puedo arreglarlo, Stephy Irá con nosotros también.

-        Tú siempre tienes todo resuelto ¿cierto? —Sorprendida que ya tenía todo planeado sabía que ella iría de todas formas.

-        Si así es como un príncipe debe manejar las cosas entonces prepara tu maleta preferiblemente coloca ropa de invierno, hace demasiado frio en Bruselas en esta época del año.

-        Esta bien, Alteza— Le dijo con sarcasmo luego que la soltó y Mia volvió a entrar al palacio.

Sebastián solo la vio alejarse, pensando que en Bruselas tendría la oportunidad de enamorarla, si eso llega a pasar, podría hablar con su abuelo para romper su compromiso con Helen.  Quería ser feliz con Mia y su hija, aprender a conocerla más y amarla como ella se lo merecía.