Haniel Estrada un hombre de 22 años lleva 1 año de aprendiz para detective su más anhelado sueño.
Cuando creía que todo iba a ser de lo más normal, empieza a recibir pistas que lo llevan a lugares extraños para solamente quedar en shock al descubrir cadáveres de mujeres adolescentes o jóvenes.
¿En que tipo de juego macabro estará involucrado y por qué a sido el el elegido para jugarlo?
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LA MISIÓN DEL DETECTIVE
Haniel se sentó en el sofá, con el detective Rodríguez sentado frente a él, apuntándolo con el arma. El detective comenzó a hablar, su voz baja y grave.
"Hace días, mi hija de 15 años fue secuestrada por un hombre. Me la arrebataron delante de mis propios ojos, cuando salí de la comisaría y entré en mi auto para regresar a casa. El hombre me amenazó con un arma, tal como estoy haciendo contigo ahora. Me dijo que necesitaba mi ayuda, o de lo contrario, lo último que vería de mi hija sería su cadáver".
Haniel escuchaba con incredulidad, su mente tratando de procesar la información.
"Estuve a punto de tratar de inmovilizarlo, o incluso matarlo, para salvar a mi hija", continuó el detective. "Pero el hombre me advirtió que si moría en ese momento, mi hija sería asesinada de inmediato. Y si no cooperaba, mi hija también moriría. Me dijo que si revelaba la información a la policía, mi hija moriría de inmediato".
Haniel sentía un nudo en el estómago, su corazón latiendo con fuerza.
"Me dijo que tenía que asesinar a un detective que estaba involucrándose en sus asuntos", siguió el detective. "Un detective que tenía un aprendiz, refiriéndose a ti, Haniel. Y que yo sería asignado al caso, para poder estar cerca de ti. Me dijo que tenía que ayudarte en tus investigaciones, hasta llegar a este preciso momento".
Haniel sentía que su mundo se derrumbaba a su alrededor. No podía creer lo que estaba escuchando.
"¿Y cuál es esa misión?", preguntó, su voz temblando ligeramente.
El detective Rodríguez lo miró con una expresión triste y desesperada.
"Asesinarte, justo aquí y ahora", respondió, su voz firme.
Haniel, nervioso por la situación, se inclinó hacia adelante, tratando de razonar con el detective Rodríguez. "¿Cómo puedes estar tan seguro de que esa persona va a cumplir con la parte del trato?", preguntó. "Así como describes la situación, se ve que este psicópata es una persona muy inteligente y analítica. ¿Tú crees que va a querer dejar cabos sueltos?"
Mientras hablaba, Haniel observaba al detective Rodríguez, quien lo apuntaba con el arma, su mirada fija en él. El detective parecía estar razonando las palabras de Haniel, su expresión pensativa.
"Es una buena pregunta, Haniel", respondió finalmente el detective. "Pero este hombre... es diferente. Ha demostrado ser capaz de planificar y ejecutar sus planes con precisión. Y ha demostrado que no tiene remordimientos ni compasión. Si cree que puedo ser un problema para él, no dudará en eliminarme. Y si cree que mi hija puede ser un problema, no dudará en eliminarla también".
El detective Rodríguez hizo una pausa, su mirada aún fija en Haniel.
"Pero hay algo más", continuó. "Algo que me hace creer que él cumplirá con su parte del trato. Algo que me hace creer que mi hija está viva y que puedo salvarla".
Haniel se inclinó hacia adelante, ansioso por saber qué era lo que el detective Rodríguez sabía. "¿Qué es?", preguntó.
El detective Rodríguez miró a Haniel con una expresión seria y respondió: "Porque él es un hombre de palabra, Haniel. La palabra es algo que define a los hombres, incluso a los como él. A pesar de ser un psicópata, un asesino, ha demostrado ser un hombre que cumple con sus promesas. Y sabe que si deja ir a mi hija, yo no haré nada para ir en contra de él".
Haniel se inclinó hacia atrás, impresionado por la lógica del detective Rodríguez. "¿Y por qué crees que él te dejará ir a tu hija?", preguntó.
El detective Rodríguez suspiró y respondió: "Porque sabe que yo sé que no voy a hacer nada en contra de él. Conozco sus capacidades, sé que no trabaja solo. Y cualquier cosa que yo intente hacer en su contra, yo y mi hija pagaremos las consecuencias. Él sabe que tengo miedo, Haniel. Miedo de perder a mi hija, miedo de no poder protegerla. Y ese miedo es lo que me hace creer que él cumplirá con su palabra".
Haniel asintió lentamente, comenzando a entender la situación. "Entiendo", dijo. "Él te tiene en un estado de chantaje emocional. Te ha hecho creer que si cooperas, tu hija estará a salvo".
El detective Rodríguez asintió, su mirada baja. "Sí, Haniel. Eso es exactamente lo que ha hecho".
El detective Rodríguez se levantó y encendió la luz de la casa, iluminando el lugar. Haniel, que había estado sentado en la oscuridad, vio algo que lo dejó en shock y con un pánico irritante.
En una de las paredes, había una serie de fotografías pegadas. Fotografías de su hermana Sofía y de su madre Monserrat. Fotografías de su madre en casa, de su hermana en la escuela, fotografías tomadas cuando las dos salían juntas, fotografías tomadas en diferentes puntos de la ciudad.
Haniel se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. ¿Cómo había obtenido el psicópata esas fotografías? ¿Cómo sabía tanto sobre su familia? Se sintió vulnerable y expuesto, como si su vida privada hubiera sido violada.
El detective Rodríguez lo miró con una expresión sombría, mientras seguía apuntándolo con el arma. "Es mi misión, Haniel", dijo. "Mi hija es lo único que me importa. Y para salvarla, debo cumplir con mi parte del trato".
Haniel miró las fotografías de nuevo, sintiendo un pánico creciente. Sabía que no podía escapar, que estaba atrapado. El detective Rodríguez lo iba a matar, y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.
"¿Por qué?", logró balbucear Haniel. "¿Por qué me estás haciendo esto?"
El detective Rodríguez se encogió de hombros. "Es mi misión, Haniel. No hay otras formas de salvar a mi hija".
Justo en ese momento, cuando el detective Rodríguez estaba a punto de dispararle a Haniel, su perro Max entró corriendo a toda velocidad y se lanzó sobre el detective Rodríguez, mordiéndole la mano y el brazo con el cual sostenía el arma. El detective Rodríguez gritó de dolor y sorpresa, soltando el arma.
Haniel actuó rápidamente, se levantó y se lanzó a toda velocidad hacia la entrada de la habitación para recoger su arma, la cual había soltado cuando el detective Rodríguez lo sorprendió apuntándole con el arma. La agarró con firmeza y se levantó, listo para defenderse.
Después de batallar un poco, el detective Rodríguez logró zafarse de Max y este tomó su arma y, sin pensarlo dos veces, le disparó a Max en tres ocasiones. Haniel, desde el otro lado de la pared en donde se encontraba refugiado con su arma, gritó maldiciendo con varias palabras al detective Rodríguez por haberle disparado a Max. En su voz se sentía el dolor, la desesperación y la tristeza de que su mejor amigo, su mascota, su perro Max había sido herido por las balas.
"¡Hijo de...! ¡Cómo pudiste hacerle eso a Max! ¡Eres un monstruo!", gritó Haniel, con lágrimas en los ojos. "¡Voy a matarte por esto, detective! ¡Voy a hacer que pagues por lo que le has hecho a mi amigo!"
El intercambio de palabras entre el detective Rodríguez y Haniel se convirtió en un intercambio de balas. El detective le gritaba a Haniel que no podía dejarlo escapar, que si no cumplía con su parte del trato, su hija moriría. Haniel, por su parte, le respondía que no iba a permitir que el psicópata le hiciera daño a su hermana y a su madre, refiriéndose a las imágenes que estaban colgadas de la pared.
Los dos comenzaron a dispararse mutuamente, escondiéndose detrás de los muebles de la casa y las paredes. Las balas resonaban y el ruido de los disparos retumbaba en el vecindario. La gente que vivía en los alrededores salió de sus casas, gritando y asustada. Algunos llamaron a la policía, mientras que otros se escondían en sus hogares, temiendo por su seguridad.
El enfrentamiento era frenético, con ambos bandos intercambiando disparos y tratando de ganar ventaja. Haniel estaba decidido a proteger a su familia, mientras que el detective Rodríguez estaba dispuesto a cumplir con su misión, sin importar el costo. La situación era caótica y parecía que no había salida pacífica.
Después de algunos minutos del intercambio de balas, Haniel finalmente logró ser más astuto y logró darle un disparo en el pecho al detective Rodríguez. Enseguida se acercó para arrebatarle el arma de las manos, lo más lejos posible de su alcance.
Mientras el detective Rodríguez se desangraba en el suelo, miró a Haniel con una mezcla de dolor y admiración. "Eres... eres un buen tirador", logró decir con dificultad.
Haniel se arrodilló junto a él, sosteniendo el arma en su mano. "No quería tener que hacer esto", dijo.
El detective Rodríguez tosió, sangre saliendo de su boca. "Por favor... salva a mi hija", suplicó. "Ella no es culpable de nada... es solo una niña inocente".
Haniel lo miró con una mezcla de tristeza y determinación. "Lo haré", prometió. "Haré todo lo posible para salvarla".
El detective Rodríguez asintió, un débil sonrisa en su rostro. "Gracias", dijo, antes de cerrar los ojos y exhalar su último aliento.
Inmediatamente después, Haniel se dirigió hacia Max, que estaba aullando de dolor y salían lágrimas de sus ojos. Haniel lo sostuvo entre sus brazos y piernas, mientras él estaba de rodillas sobre el suelo a un lado de él. Lloraba desconsoladamente, abrazando a su amigo Max, su mascota que lo había salvado la vida.
"No, no, no... ¡Max, no!", gritaba Haniel, desesperado. "¿Por qué tú? ¡Tú me salvaste la vida y ahora te has ido! ¡No es justo!"
Max, con sus últimas fuerzas, lamió la cara de Haniel, como si tratara de consolarlo. Haniel lo abrazó con más fuerza, sintiendo un dolor inmenso en su corazón.
"Lo siento, Max... Lo siento mucho... ¡Eres el mejor amigo que he tenido jamás!", gritaba Haniel, mientras las lágrimas caían sobre el cuerpo de Max.
En ese momento, Haniel se dio cuenta de que la vida era frágil y que los seres que amamos pueden irse en cualquier momento. Pero también supo que nunca olvidaría a Max, su fiel compañero, que había dado su vida para salvar la suya.
gracias.