En un mundo donde los ángeles guían a la humanidad sin ser vistos, Seraph cumple su misión desde el Cielo: proteger, orientar y sostener la esperanza de los humanos. Pero todo cambia cuando sus pasos lo cruzan con Cameron, una joven que, sin comprender por qué, siente su presencia y su luz.
Juntos, emprenderán un viaje que desafiará las leyes celestiales: construyendo una Red de Esperanza, enseñando a los humanos a sostener su propia luz y enfrentando fuerzas ancestrales de oscuridad que amenazan con destruirla.
Entre milagros, pérdidas y decisiones imposibles, Cameron y Seraph descubrirán que la verdadera fuerza no está solo en el Cielo, sino en la capacidad humana de amar, resistir y transformar la oscuridad en luz.
Una historia épica de amor, sacrificio y esperanza, donde el destino de los ángeles y los humanos se entrelaza de manera inesperada.
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Susurros entre sombras
El viento de la tarde movía suavemente las hojas, pero para Cameron, cada ráfaga parecía cargada de una presencia invisible.
Al caminar junto a Jhon, sentía un calor reconfortante que no podía explicar, un contacto etéreo que rozaba su hombro y la hacía estremecerse.
—¿Sientes eso otra vez? —preguntó, bajando la voz, mientras miraba a Jhon—.
—Sí… —respondió él, con la mandíbula tensa—. Como si alguien estuviera demasiado cerca… pero no lo vemos.
Seraph flotaba invisible, experimentando un dolor profundo.
Cada reacción de Cameron lo atraía y lo destruía a la vez.
Su amor por ella se había vuelto tangible y humano, pero sus emociones lo hacían cometer errores cada vez más evidentes.
Jhon, sintiendo celos por primera vez de algo que no podía ver, frunció el ceño:
—No sé quién o qué es, pero… siento que está interfiriendo.
—Sí… es extraño, pero reconfortante —dijo Cameron, confundida—. Me hace sentir segura.
Seraph, al escuchar esas palabras, sintió que su corazón humano se oprimía con culpa y deseo.
Cada vez que intentaba protegerla sin intervenir, su presencia se hacía más palpable,
y Cameron empezaba a percibirlo de manera casi sobrenatural.
Decidido a no perder el control, Seraph intentó mantener la distancia,
pero un error lo traicionó:
al pasar cerca de Cameron, una brisa lo rozó de manera más evidente,
haciendo que ella volteara con un escalofrío de sorpresa.
—¿Lo sentiste? —preguntó, con voz temblorosa.
—Sí… —dijo Jhon, mirándola fijamente—. Esto ya no me parece normal…
Seraph se retiró, invisible y dolorido.
Por primera vez, comprendió que su simple presencia podía alterar los sentimientos de ambos humanos,
y que cada intento de protegerlos lo acercaba peligrosamente a romper el equilibrio.
Esa noche, el Cielo volvió a enviarle un mensaje claro y severo:
“Seraph… hijo de la Luz… tu influencia ya es evidente.
No solo la sientes tú; los mortales también perciben tu presencia.
Ama sin tocar, protege sin controlar.
Cada error podría separarlos o cambiar sus destinos irreversiblemente.
Aprende a contener tus emociones humanas, o enfrentarás consecuencias que aún no imaginas.”
Seraph despertó con el corazón palpitando, el cuerpo humano fatigado y la mente llena de conflictos.
Su amor era tan intenso como prohibido, y cada interacción con Cameron y Jhon se volvía una prueba de paciencia, sacrificio y autocontrol.
Mientras la ciudad dormía, observó desde la distancia a Cameron y Jhon,
sintiendo que cada gesto de cercanía entre ellos lo quemaba de celos, pero también lo impulsaba a protegerla más que nunca.
El triángulo amoroso había alcanzado un nuevo nivel de tensión,
y Seraph comprendió que cualquier paso en falso podría cambiar la vida de los tres para siempre.
La noche había caído sobre la ciudad, con farolas iluminando tenuemente las calles mojadas.
Seraph caminaba como humano junto a Cameron y Jhon, sintiendo cada emoción humana con una intensidad que lo abrumaba.
Su corazón latía con fuerza, mezclando deseo, celos, miedo y una ternura que nunca había sentido en el Cielo.
—Debo mantener la calma —susurró para sí mismo—. No puedo dejar que mis emociones destruyan lo que tanto quiero proteger.
Cameron comenzó a percibir la presencia de Seraph de manera más clara.
Era un calor que la rodeaba, un susurro en su mente que la tranquilizaba, una sensación de protección que rozaba lo sobrenatural.
—Es extraño… —murmuró, tocándose el pecho—. Es como si alguien estuviera aquí conmigo, cuidándome… y me diera fuerza.
Jhon, cada vez más consciente de lo que ocurría, frunció el ceño:
—No entiendo… siento algo extraño… alguien más entre nosotros…
—Sí… lo siento también —respondió Cameron—. Pero no me asusta. Es… reconfortante, de algún modo.
Seraph flotaba invisible cerca de ellos, con el corazón humano palpitando violentamente.
Por primera vez, la intensidad de sus emociones humanas lo hacía casi tangible para Cameron, y él sabía que cualquier error podría alterar la relación entre los tres.
Durante su paseo, Seraph trató de controlar la intensidad de sus sentimientos, pero un gesto accidental lo traicionó:
al pasar cerca de Cameron, un toque de su energía hizo que ella se estremeciera y mirara a su alrededor, buscando la fuente.
—¿Lo sentiste? —preguntó, con voz suave y temblorosa.
—Sí… —dijo Jhon, mirando a su alrededor con desconfianza—. Esto ya no es normal…
Seraph sintió un dolor profundo.
Cada roce de su energía lo acercaba a Cameron y lo alejaba de Jhon,
y cada segundo que pasaba sin controlarlo lo hacía más vulnerable a perderlo todo.
Esa noche, los sueños del Cielo fueron intensos y claros:
“Seraph… hijo de la Luz… tus emociones humanas se desbordan.
Cada roce, cada latido, cada suspiro altera los destinos que observas.
Aprende a amar sin tocar, a proteger sin controlar.
La prueba alcanza su punto crítico: un paso en falso cambiará todo para siempre.”
Seraph despertó sudoroso, con la mente nublada por sentimientos desconocidos.
Comprendió que amar como humano no era solo un desafío; era una prueba de su capacidad de sacrificio y autocontrol.
Mientras la ciudad dormía, Seraph observó a Cameron y Jhon desde la distancia,
sintiendo que cada gesto de cercanía entre ellos lo quemaba de celos,
pero también lo impulsaba a protegerlos más que nunca.
El triángulo amoroso había alcanzado un nuevo nivel de intensidad.
Seraph comprendió que la línea entre la luz y la sombra, entre el amor y la destrucción,
era más frágil que nunca, y que cualquier acción podría definir sus destinos para siempre.