Soy Sandra Mehias mi familia era una de las mas poderosas del país, pero debido a un mal negocio hecho por mi padre quedamos sin nada, mi esposo Fabriccio Berlusconi un poderoso empresario dueño de empresas Berlusconi.
Nuestro matrimonio siempre estuvo cargado de amor, aunque en ocasiones teníamos problemas como en cualquier matrimonio habíamos logrado formar un hogar estable para nuestros hijos: Maria Alejandra de 16 años e Iker de 14 años, ambos la luz de mi vida.
Pero un día todo cambió el cuento de hadas que había creado desapareció y mi matrimonio de 20 años fue marcado por una tragedia. Acompáñame a descubrir secretos ocultos y traiciones que marcaron el fin y el inicio de mi vida
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Capítulo XI Más problemas
Estaba confundida por la actitud de mi jefe, ese hombre era definitivamente bipolar. Sus cambios de humor eran confusos y la verdad no tenía ganas de lidiar con una persona tan extraña. Necesitaba otro trabajo, uno en el que me sintiera en paz. Lo bueno era que el mes de prueba estaba por terminar y como no me habían llamado para firmar contrato no tenía nada que me atara a ese lugar. Estaba pensando en todo esto mientras miraba mi reflejo en el espejo. Viendo que ya no era más esa mujer que se desvivía por un hombre que nunca la quiso una oleada de nostalgia se apoderó de mí. Pero no podía detenerme a autocompadecerme, podía ser débil ni un momento. Borrando los pensamientos que amenazaban con inundar mi cabeza decidí salir a la sala para encontrarme con mis hijos. Una vez llegue donde ellos estaban los abracé fuertemente viendo que sus caritas estaban tristes.
"¿Por qué esas caras?", pregunté preocupada.
"No queremos preocuparte, pero ayer la directora de la escuela nos entregó esta nota". Dijo Mariale entregándome un papel.
Leí la nota que había enviado la directora. "Siento tener que enviarle esta nota, pero no se ha pagado la colegiatura de sus hijos y como sabrá en estas condiciones no podemos permitir el ingreso de los jóvenes a la institución". No podía creer lo que estaba pasando. Se suponía que Beatrix pagaría la colegiatura de mis hijos, ella siempre lo había hecho.
"Tranquila mamá, lo tomaremos como vacaciones", expresó Mariale cabizbaja.
"No se preocupen niños, hoy pagan la quincena y con eso pagaremos la mensualidad". Respondí sintiendo que me estaba ahogando.
"Pienso que deberíamos cambiar de colegio, uno más económico". Intervino Iker preocupado.
"Ustedes no se preocupen por nada, soy su mamá y yo resolveré esto. Por hoy se quedarán en casa, iré a hablar con la directora y solucionaré este asunto".
Como pude ser tan egoísta, pensé mientras salía de la casa. Ahora más que nunca necesito este trabajo, no puedo darme el lujo de quedar desempleada. Antes de ir a la empresa pasé por el colegio de mis hijos, tenía que hablar con la directora antes de que el rumor de la falta de pago se extendiera.
"Buenos días, señora Berlusconi". Saludo la mujer un poco mayor, pero con arrogancia en sus palabras.
"Buenos días, señora directora. He venido aquí para aclarar la situación de pago de la mensualidad". Respondí con determinación.
"Por favor tome asiento". Dijo tomando asiento. "Como sabe este es un colegio de prestigio y lo que menos queremos es vernos envueltos en un escándalo. Sabemos la situación por la que está pasando, también sabemos que su difunto esposo la dejo en la calle. Por ese motivo tomamos la decisión de reubicar a sus hijos en una colegio del estado donde podrán terminar sus estudios". Explico la directora clavándome una estocada a mi orgullo.
"Mañana tendrá su pago y le pido... no le prohíbo que vuelva a tomar decisiones que solo me competen a mí. El día que quiera sacar a mis hijos de esta prestigiosa institución yo misma buscaré donde, no usted". Estaba furiosa y no solo con esta señora, estaba furiosa con Fabriccio y toda su horrible familia, pero esto no se quedaría así. Los Berlusconi podían meterse conmigo todo lo que quisieron, pero no con mis hijos.
Salí de la oficina de esa horrible mujer con mil cosas en la cabeza, iba tan distraída que no me fije que frente a mi venía una persona con la cual choque. "Lo siento", dije alzando la mirada para encontrarme con mi jefe.
"Debe tener más cuidado por donde camina", dijo con su habitual tono de voz.
Lo miré molesta queriendo seguir mi camino; sin embargo, él me detuvo. "¿Pasa algo?", pregunto curioso.
"Nada señor. Si me disculpa iré a la empresa". Respondí agotada.
"Espéreme aquí, tengo algo que resolver". Dijo mirando a un joven sentado en una de las bancas que había en este lugar.
"Llegaré tarde a la empresa". Contesté sin pensar.
"Ja, ja, ja, ambos llegaríamos tarde, aunque creo que eso se puede resolver, ya que soy el dueño y presidente de la empresa para la que trabaja". Su sonrisa me hipnotizo, sentí que algo se despertó en mí, pero que volví a dormir inmediatamente.
"Está bien señor. Lo esperaré". Me sentí apenada por mi respuesta, aunque más apenada estaba por mis pensamientos impuros.
Camine hasta donde estaba el joven que venía con Marcelo sentándome a su lado. "Bonita mañana", comente después de un rato de silencio.
"Es igual a todas las demás", respondió con desdén el joven.
"A veces nos cuesta diferenciar las cosas debido a nuestros propios problemas", dije respirando profundamente.
"No creo que una mujer tan bonita y con dinero tenga problemas". Su comentario me causo risa.
"No te imaginas la cantidad de problemas que tengo".
"Seguramente no sabe qué hacer si ir al spa o salir de compras". La ironía era la protagonista en sus palabras.
"Sabes que no, mis problemas son mucho mayores".
"Seguramente está hablando de sus hijos, ustedes los padres siempre nos ven como obstáculos para su felicidad". Pude sentir la tristeza en sus palabras.
"Yo nunca pensaría eso de mis hijos, ellos son lo más importante en mi vida y trabajo duramente para que ellos tengan lo que necesitan".
"Entonces sus hijos tienen suerte de tener una madre como usted. Mi mamá me abandono cuando era un niño y mi papá solo vive para trabajar". Sentí pena por este joven, se notaba que estaba sufriendo por unos padres tan irresponsables.
"Seguramente tu papá trabaja para darte lo que necesitas".
"Yo solo necesito que este para mí, pero como eso no pasara seguiré siendo como soy".
"¿Y como eres?". Pregunté confundida.
"Ya lo sabrá, igual no duraré mucho en esta escuela", respondió con una sonrisa. Cuando iba a responder llego mi jefe interrumpiendo la conversación.
"Es hora de irnos", dijo mirando al joven.
"Puedo irme por mi cuenta", respondió el muchacho de mala manera.
"Dije que nos iríamos y tú vendrás con nosotros", la intransigencia de mi jefe era aterrador.
"No iré contigo". Sentí la necesidad de intervenir en esta extraña discusión.
"Jefe, siento interferir. Pero puedo irme en taxi y así usted resuelve sus asuntos".
"¿Jefe?, trabajas para mi padre". Quede sorprendida al escuchar al joven llamar padre a Marcelo. "Con razón estás tan estresada. Si ella se va en taxi, yo iré con ella".
La mirada de Marcelo se volvió sombria, parecía como si en cualquier momento fuera a estallar. "Ninguno de los dos se ira en taxi. Ambos vienen conmigo y es mi última palabra". El joven y yo nos miramos y sin tener otra opción seguimos a Marcelo hasta su auto. El ambiente era tenso y esto parecía divertirle a Andres el hijo de Marcelo.
Ella tiene q andarse con cuidado, porq una resbalada y lamalvada exsuegra le quita los niños