Con Miedo Amar

El camino hasta la casa de Tiago se me hizo más corto de lo que esperaba, pero el nudo en el estómago no se fue en ningún momento. Iba abrazándolo como siempre, aunque esta vez mis pensamientos no me dejaban disfrutar del todo.

Conocer a su mamá no era cualquier cosa, no era un plan improvisado. Era un paso más.

Tiago debió notar mi silencio porque sin soltar el manubrio, buscó mi mano y la apretó suavemente.

Tiago: No tienes que estar nerviosa —dijo— Solo sé tú.

Y justo eso era lo que me daba miedo.

Llegamos a una casa bonita y acogedora, nada ostentosa, pero con esa vibra de hogar que se siente apenas cruzas la puerta. Antes de que pudiera pensar demasiado la puerta se abrió y apareció ella.

Claudia: Tú debes ser Ann —dijo con una sonrisa cálida.

Ann: Sí señora, mucho gusto —respondí, sintiéndome de golpe como una adolescente nerviosa.

Claudia: Nada de “señora”, dime Claudia —rió acercándose para darme un abrazo sincero— Bienvenida.

Ese abrazo me relajó más de lo que esperaba.

Durante la cena la Sr Claudia no dejaba de observarnos, pero no de una forma incómoda. Miraba cómo Tiago me servía primero, cómo me preguntaba si estaba bien, cómo me escuchaba con atención. No me juzgaba a mí, lo observaba a él.

Eso de alguna forma, me tranquilizó.

En un momento la Sr Claudia me pidió ayuda en la cocina, Tiago protestó, pero ella lo mandó a sentarse. Cuando nos quedamos solas, el ambiente se volvió más íntimo.

Claudia: Tiago no suele traer a nadie a casa —dijo mientras acomodaba unos platos— La última vez fue hace mucho.

Sentí un pequeño vacío en el pecho.

Claudia: Antes estuvo muy ilusionado con alguien —continuó sin rodeos— Isabella.

El nombre cayó como una piedra, pero no me dolió como pensé que lo haría. Pesó, sí… pero no rompió nada.

Claudia: No te lo digo para incomodarte —añadió enseguida— Te lo digo porque contigo es distinto.

La miré, sorprendida.

Claudia: Con ella se ilusionó —dijo con honestidad— Contigo se calma.

No supe qué responder y solo asentí, agradecida por su sinceridad, aunque por dentro mil pensamientos empezaron a chocar.

Cuando regresamos a la sala, Tiago me miró como si supiera que algo había pasado. No dijo nada, pero tomó mi mano con más fuerza.

Al despedirnos, ya afuera, el silencio volvió.

Tiago: ¿Mi mamá dijo algo raro? —preguntó al fin.

Lo miré.

Ann: Es muy honesta —respondí.

Sonrió apenas.

Tiago: Por eso quise que la conocieras.

No habló de Isabella, no se justificó, no negó su pasado. Simplemente se quedó conmigo en el presente.

Me abrazó fuerte, como si quisiera dejar claro que estaba ahí.

Tiago: Gracias por dar este paso conmigo —susurró.

Apoyé la cabeza en su pecho.

Ann: Gracias por no soltarme.

Cuando me besó no fue un beso apresurado ni impulsivo, Fue lento, consciente y lleno de intención. Un beso que no prometía perfección, pero sí ganas de intentarlo.

Mientras entraba a casa esa noche, supe que no podía borrar el pasado de Tiago.

Pero tampoco quería huir por miedo.

Tal vez no era la primera historia de su vida…pero podía ser la que se quedara.

Esa noche me quité los zapatos sin hacer ruido y caminé despacio hasta mi habitación. Me senté en la cama sin encender la luz, dejando que la oscuridad me envolviera mientras todo lo vivido se repetía en mi cabeza.

Claudia.

Sus palabras.

La forma en que Tiago me había mirado todo el tiempo, como si yo fuera suficiente.

Pensé en Isabella, no con celos, sino con una curiosidad extraña. No como una amenaza, sino como parte de una historia que ya había sucedido, una historia que no podía borrar, pero que tampoco definía lo que estaba pasando ahora.

Tomé el celular. Tenía un mensaje suyo.

Tiago: Llegué bien. Gracias por hoy.

Sonreí sin darme cuenta.

Ann: Gracias a ti. Y a tu mamá.

Tardó unos segundos en responder.

Tiago: Le gustaste.

Eso hizo que mi pecho se apretara de una forma dulce, casi inesperada.

Apagué el celular y me recosté mirando el techo. Por primera vez en mucho tiempo no sentía prisa, ni miedo inmediato, ni la necesidad de protegerme levantando muros. Sentía algo distinto… calma.

Sabía que no todo sería sencillo. Que el pasado existe, que las dudas aparecerán y que no todos los días serían tan claros como ese, pero también sabía algo más importante: Tiago no me estaba pidiendo que olvidara quién era él, me estaba invitando a conocerlo de verdad y yo por primera vez, estaba dispuesta a quedarme un poco más…

A ver qué pasaba si daba otro paso.

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Les comparto una foto de como se vería la mamá de Tiago ❤️.