Devuélveme A Mi Hija.

Cuando Sonia vio a su hija quedó en estado de shock.

¡Alejandra!, ¿qué te pasó? ¿Por qué vienes así?

Un niño de la escuela le echó pegamento en la cabeza, gracias a Dios que no pasó a mayores.

Rápido, la llevaremos inmediatamente al hospital.

No se preocupe, señora, se la lavaremos aquí y le pondremos acondicionador para que le afecte, solo fue la cabeza. Yo misma lo haré, vamos hijita.

Sonia habló a la dirección, en cuanto le contestaron se le descosió la boca:

Sepa, señora directora, que voy a poner una demanda en contra de su escuela, esas acciones no se pueden permitir, mi hija es una niña de 7 años. ¿Cómo es posible que nadie esté al pendiente de ellos?, mire cómo le dejaron el cabello a mi hija.

Señora, no se exalte. Yo sé que un niño le echó pegamento en la cabeza, pero le aseguro que fue accidental, aún así el niño ha sido expulsado.

No me importa lo que haya hecho con ese niño, pero su escuela pasará por un mal momento y hasta tal vez, lleguen a cerrarla, se lo aseguro. Sonia cortó la comunicación.

Del otro lado de la línea la directora se quedó preocupada.

Esta mujer es capaz de cerrarme la escuela si se lo propone, tengo que hacer algo.

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Luisa llegó con la niña ya bañadita y el pelo en buen estado a pesar de las circunstancias.

Yo pensé que se le iba a echar a perder el cabello. Menos mal que solo era porque tenía el resistol en la cabeza.

No se preocupe, señora, con mis remedios todo estará perfectamente bien.

¿Tus remedios?, ¿de qué remedios hablas, Luisa?

Yo conozco todas las hierbas que hay por ahí, y sé para lo que sirven. Con permiso, me voy a mi cuarto.

Sonia se quedó pensando en lo que le dijo Luisa.

"¿Cómo es que Luisa conoce todos los remedios que hay?, a no ser que..."

"No, eso no puede ser", pensó Sonia.

Sonia estaba enterada de lo que había pasado años atrás, porque su esposo le había contado todo.

Llegó a creer que Luisa sería la bruja que habían matado la población, pero al momento desistió de esa idea.

"Según mi esposo, esa mujer está muerta, pero, ¿cómo es que Luisa sabe de tantos remedios?"

Una semana después la escuela fue cerrada porque no contaba con los medios necesarios para la educación de los niños. Además, la escuela no era segura porque las maestras no estaban calificadas apropiadamente.

Luisa sonrió ante tal acontecimiento.

Estaba esperando un momento oportuno para llevarse a su hija. Claro, lo haría sin que nadie se diera cuenta.

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En el laboratorio, Juanita fue a recoger los resultados de los análisis del medicamento.

Estaba platicando con el doctor.

Estos medicamentos son una especie de alucinógenos, el que los toma puede llegar a tener alucinaciones, durante, por lo menos una semana completa.

¿De dónde los has sacado?

Son los que estaba tomando la señora que estoy cuidando. Esos son los medicamentos que me dio su esposo para que yo se los diera.

¡¿Qué?!, ¿su propio esposo la estaba envenenando?

Bueno, eso no lo sé, en realidad, tal vez ni siquiera sepa lo que le está dando su esposa.

Pero tuvieron que habérselo recetado, me imagino yo, ¿no tiene el nombre del médico que le dio la receta?

Hasta eso es muy raro, doctor, no he visto ninguna receta por ahí.

Necesito que la busques bien, tenemos que investigar qué doctor le recetó alucinógenos a la pobre de Yaqui.

Sí, la buscaré, pero también podría preguntarle a su esposo qué doctor es el que está atendiendo a la señora, dijo Juanita sin titubear.

Yo creo que mejor no le preguntes al esposo, si está implicado en esto, tal vez lo pongas sobre aviso.

Doctor, ¿acaso usted cree que el señor Eugenio tenga que ver con los alucinógenos de la señora?, Juanita no estaba muy segura de sus palabras, pero ya las había dicho.

No, yo no aseguro nada, pero debemos estar preparados para todo. Acuérdate que en este mundo no puedes confiar ni siquiera en tu sombra.

Tiene razón doctor, trataré de investigarlo discretamente.

Guarda estos papeles muy bien. Tal vez los ocupemos en un futuro.

Sí, doctor, y ahora ya me voy no quiero que me eche de menos la señora.

Juanita, por favor, ten mucho cuidado.

Por lo general, estos hombres son muy peligrosos y complicados.

Tendré cuidado, doctor. No se preocupe.

Juanita llegó temprano a la casa donde trabajaba, Yaqui aún estaba dormida por el sedante.

Llevaba los nuevos medicamentos que le había dado el otro el doctor, el del laboratorio; Eduardo Sirgo.

Como era de día aún, Juanita le pidió a Perla que le preparara un sándwich.

Enseguida se lo traigo señorita.

Gracias.

Se fue a su cuarto porque sabía que Yaqui no despertaría hasta más al rato.

"Hoy mismo empezaré a buscar la receta. Le preguntaré a Perla, espero que ella sepa guardar el secreto. Lo que sí no estoy segura es de que Perla no esté involucrada con los alucinógenos".

"Ella se ve tan tranquila que no creo que sea capaz de algo así, pero como dice el doctor Sirgo, no hay que confiar ni siquiera en nuestra propia sombra"...

Cuando llegó Perla con el sándwich, la hizo pasar a su cuarto.

Pasa, tengo que hacerte algunas preguntas.

Dígame señorita, ¿para qué soy buena?

¿Tú quieres mucho a la señora Yaqui?

Bueno, no precisamente que la quiera mucho, pero le guardo mucho respeto.

¿Conoces al doctor que la está atendiendo?

Claro que sí, señora, pues yo soy la que le habla siempre cuando se pone mal.

¿Me podrías dar su nombre y su teléfono, por favor?

Sí es el doctor...

Perla, ya llegué, dame de cenar, por favor, gritó desde abajo Eugenio.

Con permiso, señorita, si no le doy de comer a este hombre se pone como energúmeno.

Perla salió hecha a la mocha a prepararle de cenar a Eugenio.

¿Por qué te tardas tanto? Ándale, ve a prepararme de cenar.

Sí, señor, con permiso.

Perla se fue a la cocina. Eugenio la observó mientras se alejaba.

Esta chica está de buen ver, a ver si un día de estos me la sirvo calientita.

Cuando Perla regresó con la cena le preguntó por la enfermera.

¿No va a cenar conmigo la señorita enfermera?

No, ella dijo que solo se comería un sándwich y se iría a descansar porque mañana tiene mucho trabajo con la señora Yaqui. De todos modos estará al pendiente por si se despierta en el transcurso del día o la noche.