Post Mortem

Tres días después, me encontraba en la pequeña oficina de un edificio antiguo en el centro de la ciudad. El letrero en la puerta decía "Miller & Asociados - Abogados". Terry había cumplido su promesa y había organizado una reunión con el abogado que, según él, podría ayudarme a ganar la custodia de mi hija.

Terry estaba a mi lado, como siempre inexpresivo, mientras esperábamos en la sala de recepción. La secretaria nos hizo pasar a una oficina decorada de manera sobria, con muebles de madera oscura y estantes llenos de libros legales. Detrás del escritorio se sentaba el abogado Miller, un hombre de unos cincuenta años, con cabello canoso y un semblante serio.

—Señor...?— dijo Miller, levantándose para estrecharme la mano.

—Damien—, respondí, apretando su mano firmemente.

Nos sentamos, y Miller dirigió su mirada a Terry. —Terry me ha contado un poco de su situación, Damien. Pero quiero escucharla de usted mismo. Cuénteme todo.—

Suspiré y comencé a relatar mi historia. La relación con Eleanor, el coma, el despertar, la lucha por ver a mi hija, y ahora la amenaza de que se la llevaran a otro país. Miller escuchaba atentamente, tomando notas ocasionales.

—Entiendo—, dijo finalmente, recostándose en su silla. —Su caso no es sencillo, pero hay posibilidades. Necesitamos construir una estrategia sólida.—

—¿Por dónde empezamos?— pregunté, tratando de mantener la calma.

—Primero, necesitamos recopilar toda la documentación relevante—, respondió Miller. —Registros médicos, pruebas de tu relación con Summer, cualquier comunicación con Eleanor que pueda demostrar tu interés constante en tu hija. Todo es importante.—

Terry se levantó, caminando hacia la ventana y observando la calle abajo. —No tienes mucho tiempo, Damien. Ellos pueden hacer el movimiento en cualquier momento.—

—Lo sé—, respondí, mirando a Miller. —¿Qué más?—

—Necesitamos demostrar que tu presencia es vital para Summer—, continuó Miller. —Que su vida será mejor contigo cerca. También debemos cuestionar las decisiones de Eleanor y Mark, mostrar que mudarse a otro país no es lo mejor para Summer. Necesitamos testigos, personas que puedan respaldar tu historia.—

—Eso será complicado—, dije, recordando lo aislado que había estado desde el coma. —No tengo mucha gente de mi lado.—

—Lo resolveremos—, dijo Miller con seguridad. —Terry me ha dicho que eres un hombre decidido. Eso es lo que necesitamos aquí.—

Miré a Terry, que seguía de espaldas, su postura rígida. —¿Qué opinas?—

Terry se giró, sus ojos vacíos encontrando los míos. —Haces lo que Miller dice, y tendrás una oportunidad. Solo asegúrate de no cometer errores emocionales. No puedes permitirte parecer débil.—

Asentí, volviendo mi atención a Miller. —¿Cuándo empezamos?—

—De inmediato—, respondió Miller. —Tendremos una reunión mañana para revisar los documentos que puedas traer. Y a partir de ahí, comenzaremos a construir tu caso.—

Los días siguientes fueron un torbellino de actividades. Pasé horas revisando viejos correos electrónicos y mensajes de texto, buscando cualquier cosa que pudiera demostrar mi vínculo con Summer. Visité hospitales para obtener registros médicos y hablé con antiguos amigos y compañeros de trabajo, pidiendo su apoyo como testigos.

Miller era implacable, pero eficiente. Sus preguntas eran duras y directas, forzándome a recordar detalles que preferiría olvidar. Pero sabía que todo esto era necesario.

Terry, por su parte, se mantenía en segundo plano, observando todo con su habitual desapego. Su presencia era a la vez inquietante y reconfortante. Aunque no mostraba emoción, parecía comprometido en su extraña manera.

Finalmente, llegó el día de la reunión clave con Miller y sus asociados para revisar nuestro progreso. Nos sentamos alrededor de una mesa grande, los documentos esparcidos por todas partes.

—Tenemos una base sólida—, dijo Miller, mirando sus notas. —Pero necesitamos más. Damien, tu testimonio será crucial. Tienes que ser convincente, emocional pero controlado. Debes mostrar que eres el mejor para Summer sin parecer desesperado.—

—Lo entiendo—, respondí, sintiendo el peso de la responsabilidad.

—Y tú, Terry—, dijo Miller, volviéndose hacia él. —Tu testimonio también puede ser importante. Puedes hablar sobre el impacto positivo que Damien ha tenido en ti, a pesar de tus... circunstancias.—

Terry asintió lentamente. —Haré lo que sea necesario.—

La reunión se prolongó hasta altas horas de la noche, discutiendo estrategias y preparando declaraciones. Cuando finalmente salimos de la oficina, sentí una mezcla de agotamiento y determinación.

Al llegar a casa, Terry se dirigió directamente a la cama, sin decir una palabra. Me dejé caer en el sofá, reflexionando sobre todo lo que habíamos discutido. La batalla legal estaba apenas comenzando, y sabía que sería dura. Pero por primera vez, sentí que tenía una oportunidad real de mantener a mi hija en mi vida.

En los días que siguieron, seguimos trabajando sin descanso. Cada documento, cada testimonio, cada detalle era revisado y perfeccionado. Terry continuaba apareciendo solo de noche, siempre distante y enigmático, pero su compromiso en el caso era innegable.

Finalmente, llegó el día de la audiencia. Estaba nervioso, pero también más preparado de lo que nunca había estado. Con Miller a mi lado y Terry como testigo, entré en la sala del tribunal, listo para luchar por mi hija con todas mis fuerzas.

El día del juicio llegó, y me encontraba en la sala del tribunal, un lugar frío y opresivo. El ruido de los murmullos de los asistentes y el crujido de los bancos de madera llenaban el aire. Me senté junto a Miller, que repasaba nuestras notas con una concentración feroz. Al otro lado de la sala estaban Eleanor y Mark, ambos con expresiones decididas. El juez entró y todos nos levantamos. Sentí el peso de su mirada mientras nos observaba y nos indicaba que tomáramos asiento.

La primera parte del juicio transcurrió lentamente. Se presentaron pruebas y testimonios. Miller expuso con claridad y firmeza nuestro caso, subrayando mi recuperación y mi capacidad para ser un buen padre para Summer. Presentamos documentos, correos electrónicos y mensajes que demostraban mi intención constante de estar presente en su vida.

Eleanor, en su turno, hizo hincapié en la estabilidad que Mark había proporcionado a Summer durante mi ausencia. Hablaron de las oportunidades educativas y el entorno seguro que el nuevo país les ofrecía. Sus palabras eran efectivas, pero mi voluntad no flaqueaba.

Cuando llegó el momento de mi testimonio, me levanté y caminé hacia el estrado. Sentí todas las miradas sobre mí, especialmente las de Eleanor y Mark. Inspiré profundamente y empecé a hablar.

—Señor juez, señoras y señores, soy consciente de los desafíos que he enfrentado y del tiempo que he estado ausente. No fue por elección, sino por circunstancias fuera de mi control. Desde el momento en que desperté del coma, mi única prioridad ha sido Summer. Ella es mi hija y haré lo que sea necesario para asegurar su bienestar. Quiero ser parte de su vida, verla crecer, apoyarla y amarla. Estoy dispuesto a trabajar con Eleanor y Mark para que ella tenga lo mejor de ambos mundos. No quiero apartarla de su madre ni de la figura paterna que Mark ha representado para ella, pero también merezco la oportunidad de ser su padre.—

Mientras hablaba, vi a Summer entrar en la sala. Su pequeña figura se veía aún más diminuta en el contexto del tribunal. Mark la llevaba de la mano, y ella parecía nerviosa, mirando alrededor con ojos grandes y asustados. Mi corazón se quebró un poco al verla así.

El juez pidió a Summer que se sentara en un banco cercano. Ella obedeció, sus ojos recorriendo la sala hasta encontrar los míos. Traté de sonreírle, pero ella apartó la mirada rápidamente.

Eleanor tomó la palabra, sus palabras resonando con una mezcla de determinación y tristeza. —Damien, sé que has hecho esfuerzos para recuperar el tiempo perdido, pero no puedes ignorar que Summer ha crecido sin ti. Ella no te conoce realmente. Mark ha sido su figura paterna constante y es quien la hace sentir segura. Mudarnos nos dará la oportunidad de ofrecerle una vida mejor, con mejores oportunidades.—

Miller se levantó, listo para contrainterrogar, pero el juez levantó una mano. —Antes de continuar, quiero escuchar a Summer.—

Summer se levantó tímidamente y caminó hasta el estrado. Le pidieron que hablara sobre su vida y sus sentimientos. Sus palabras fueron suaves y llenas de la inocencia propia de su edad.

—Yo... quiero estar con mi mamá y con Mark. Ellos me cuidan y me siento feliz con ellos. No conozco mucho a Damien... a mi papá. Es... es un poco extraño para mí. No quiero irme lejos de ellos.—

Esas palabras fueron como un golpe en el estómago. Miller me miró, con una mezcla de compasión y urgencia en sus ojos. Sabía que esto complicaba nuestro caso.

El juez asintió y pidió un receso. Me senté nuevamente, sintiendo el peso de la situación. Terry estaba en la parte trasera de la sala, su rostro impasible como siempre. No buscaba consuelo en él, pero su presencia era una constante, un recordatorio de la dureza del mundo.

Durante el receso, Miller me llevó a una esquina. —Damien, esto no pinta bien. Necesitamos una estrategia. No podemos perder el control ahora.—

Asentí, tratando de reprimir la oleada de emociones. —Sé lo que tengo que hacer, Miller. Gracias.—

Cuando el juicio reanudó, el juez nos llamó a todos a nuestros lugares. Respiré hondo y tomé la palabra nuevamente, esta vez con una serenidad que no sabía que tenía.

—Señor juez, he escuchado a mi hija, y aunque me duela, entiendo sus sentimientos. Summer es lo más importante en mi vida y siempre lo será. Si estar con su madre y con Mark la hace sentir segura y feliz, no quiero interponerme en eso. Mi deseo no es causar dolor ni confusión. Quiero que Summer tenga la vida que se merece, llena de amor y oportunidades, incluso si eso significa que no estaré a su lado constantemente.—

Eleanor me miró con una mezcla de sorpresa y alivio. Mark bajó la mirada, y Summer pareció relajarse un poco.

El juez asintió, apreciando mi sinceridad. —Damien, tu declaración demuestra una gran madurez y amor por tu hija. Consideraré todo lo presentado antes de tomar una decisión final. Este caso es complicado, pero haré lo mejor que pueda por el bienestar de Summer.—

La sesión terminó, y me quedé sentado, sintiendo una mezcla de derrota y alivio. Sabía que había hecho lo correcto para mi hija, aunque me doliera profundamente.

Mientras salíamos de la sala, Terry se acercó a mí. —No fue lo que esperabas, ¿verdad?—

Negué con la cabeza, sintiendo la opresión en mi pecho. —No, pero era lo mejor para ella. Al menos puedo decir que lo intenté.—

Nos dirigimos hacia la salida, y en ese momento, Eleanor se acercó a mí. —Damien, gracias por entender. Esto no ha sido fácil para ninguno de nosotros.—

—Lo sé, Eleanor. Solo quiero que Summer sea feliz.—

Nos miramos por un momento, y luego me alejé con Terry a mi lado. A pesar de todo, había una pequeña sensación de paz en mi interior. Había perdido una batalla, pero había ganado algo de claridad sobre lo que realmente importaba.