La Guerrera Del Agua

NARRADOR

Por su parte Jenna, fue abandonada en medio de un bosque, que se encontraba en lo más recóndito del reino del agua, este lugar era peligroso por la variedad de animales salvajes que vivían en él, afortunadamente para la joven, los primeros días no se encontró con ninguno, y cuando cumplió una semana en aquel lugar, encontró una pequeña cabaña, que si bien no estaba en las mejores condiciones, era habitable, y con un poco de trabajo la podía convertir en un sitio perfecto para vivir.

En los próximos días Jenna se dedicó a explorar los alrededores, encontrando muchos recursos que le permitirían mantenerse por años, pero el mejor descubrimiento para la joven, fue un pequeño brazo de río que alimentaba un pequeño lago, que sería el lugar perfecto para conectar la botella que le había dado su hermano y así poder comunicarse con él.

Así pasaron los años, y Jenna vivía una vida sencilla y tranquila en su cabaña, y a pesar de estar lejos de sus seres queridos, Jenna se sentía plena, puesto que nunca antes se había sentido tan en paz como se sentía en aquella cabaña, puesto que por primera vez no tenía que preocuparse de cumplir las expectativas de nadie.

Y si bien a veces se sentía sola, las cartas de que hermano, y las de Moisés la hacían sentir acompañada, aun en su soledad, y aunque a veces las cartas eran tan frecuentes como ella desearía, comprendía el porqué de su tardanza, Moisés tenía muchas obligaciones como guardia real en ascenso, y su hermano tenía aún más obligaciones que Moisés, puesto que según sus cartas, era él quien mantenía el reino a flote.

La ex reina había sido una mujer cruel y ambiciosa, pero en algunas cosas tenía razón, en su opinión, el rey Beck nunca estuvo capacitado para gobernar, era demasiado débil, por decirlo amablemente, y era Amaya quien mantenía a flote el reino, y ahora ese lugar era ocupado por Jordán y su esposa.

Pero a pesar de las obligaciones de ambos, ellos siempre intentaban mandarle, aunque sea una carta a la semana sin excepciones.

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Jenna se encontraba en el bosque, buscando una rama caída que fuera lo suficientemente resistente para poder tallar en ella, muy pronto su pequeño sobrino cumpliría 2 años, y quería mandarle un pequeño animal tallado como regalo, junto a su carta de felicitaciones, puesto que a pesar de estar lejos, Jenna quería ser parte de la vida de su sobrino, al cual sin conocerlo, ya quería.

Rápidamente, Jenna encontró lo que buscaba, y se dirigió al lago para tallarla allí, puesto que estar cerca de un cuerpo de agua, siempre la relajaba, pero entonces un sonido la desconcertó de inmediato, puesto que parecía ser el llanto de un bebe, pero eso no era posible, ella estaba a semanas del poblado más cercano, por lo que, un poco temerosa se acercó al lugar de donde provenía el sonido, siendo este, la orilla del lago.

Al llegar al origen del sonido, Jenna se asombró al ver que, en realidad, sí se trataba de un bebe, el cual lloraba desconsoladamente, por lo que Jenna corrió hasta donde este estaba.

- Tranquila, pequeña, tranquila – le decía Jenna a la niña, con voz dulce a la vez que le mecía entre brazos, y mientras lo hacía, no podía dar crédito a lo que sus ojos veían.

En sus brazos estaba la pequeña Zaira Itsi, hija de los actuales diques Itsi, y ¿Cómo lo sabía?, fácil, el día del nacimiento de la niña, solo un año después del nacimiento de su sobrino, su hermano le escribió hablándole de la pequeña, puesto que esa niña, sería en el futuro, la prometida de su hijo, en dicha carta le había descrito muy detalladamente a la niña, y la descripción coincidía perfectamente con la beba que tenía en brazos, pero si eso no era prueba suficiente sobre su identidad, las aletas que se entraban en lugar de las orejas de la pequeña la delataban como la gran Koi, revelando su identidad, pero lo que en verdad se pregunta Jenna era ¿Cómo es que la niña llego hasta allí?

Una vez la niña se hubo calmado, Jenna regresó a su casa de inmediato y tomo la botella encantada, y escribiendo tan rápido como podía, le escribió a su hermano la situación, y le mando el mapa que había hecho, que indicaba como llegar hasta ella, y, aunque con miedo de dejar a la niña sola, regreso al lago para mandar el mensaje.

Jenna, al poco tiempo de llegar a la cabaña, hizo un mapa para que, cuando llegara el momento, mandárselo a  su hermano y así él fuera por ella, Jenna era consiente que no podía mandárselo antes, puesto que Jordán a veces podría llegar a ser algo imprudente, y lo último que quería era meterlo en problemas, así que lo había guardado para cuando llegara el momento indicado, la joven nunca pensó que ese momento no sería para nada lo que ella había imaginado.

Los días pasaron, y Jenna no recibía respuesta de parte de su hermano, algo que no le tomo demasiada importancia al inicio, puesto que sospechaba que, si la pequeña Zaira estaba allí con ella, significaba que algo había pasado en el reino, y que por ende su hermano estaría ocupado, pero cuando los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, Jenna supo que algo andaba mal, solo que no se le ocurría qué.

- No te preocupes, pequeña Zaira, yo cuidare de ti, y te prepararé para que cumplas con la misión que se te ha encomendado – le dijo Jenna a la beba, que a partir del día en que la encontró, se volvió su nueva familia.

De algo le servirían a Jenna las estrictas enseñanzas que le había dado su madre, puesto que usaría todo lo aprendido para preparar a la niña que tenía en brazos, mientras tanto, Jenna no perdía la esperanza, de que su mensaje llegara a su hermano y él viniera por ellas.