La vida de Briana Blossom cambiará repentinamente al verse involucrada en un triángulo amoroso entre su novio y el tío de este.
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CAPÍTULO 13.
CAPÍTULO 13.
Esa misma noche, Briana se mudó al apartamento de Kilian. Esa sería su casa por los próximos dos meses. Apenas ingreso, Sirius la recibió muy feliz, ante la sorpresa de Kilian.
—Rescate a Sirius cuando era un cachorro, sufrió mucho maltrato hasta que finalmente lo abandonaron. —Contó él. —Le costó un poco acostumbrarse a las personas, sobre todo a las muestras de cariño. Cada vez que quería acariciarlo, se ponía en alerta porque creía que le iba a pegar. Incluso con Dominic y Dana, a quienes ve a diario, a veces se pone un poco nervioso. —Exclamo. —Pero contigo, congenio de inmediato. Me deja sorprendido.
Briana le sonrió.
—Es un lindo perro. —Dijo ella. —Es imposible no enamorarse de esa carita.
—Te mostraré tu habitación. —Exclamo él, dirigiéndola hacia el interior del apartamento. —Este es el estudio, que ya conoces y… Por aquí están las habitaciones. —Dijo continuando por el pasillo. —Este es mi cuarto y, este de aquí es el tuyo. —Exclamo él, abriendo la puerta que se encontraba frente a la suya. Eso hizo que Briana se sienta un poco nerviosa.
—De verdad no puedo creer que estemos metidos en esto. —Exclamo ella.
—Lo sé. —Dijo Kilian. —Debo ir a la pista mañana temprano, puedes acompañarme si quieres.
Briana asintió.
—Lo haré, en tanto consiga un trabajo.
—Mira, creo que debemos volver a hablar sobre la división de bienes. De verdad no tendría problemas en ayudarte, puedo darte una gran suma de dinero y…
—No, Kilian. —Exclamo ella. —Ya te lo dije.
Él asintió.
—Te veré mañana. —Exclamo él, yendo a su habitación.
Anteriormente, habían cenado con Dominic, Audrey, Dana y Henry, quien se sumó a ellos y supo todo lo ocurrido en las últimas horas. Después de aquello, Kilian y Briana fueron a buscar las pertenencias de la pelirroja para, finalmente, mudarse con él.
Esa noche, a pesar de sentirse nerviosos, ambos se durmieron rápidamente, dado que la noche anterior ninguno pudo dormir.
A la mañana siguiente, Kilian despertó temprano, se duchó e hizo su rutina de aseo y luego de llenarle el plato de comida a Sirius y acariciarlo por un momento, se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Casi nunca desayunaba, su vida era bastante movida y, normalmente, compraba un café en el camino. No se tomaba el tiempo para sentarse a desayunar. Pero hoy era diferente, había una persona en su casa y quería ser un buen anfitrión.
Vestía un pantalón de jeans y aún estaba descalzo y sin remera. En la cocina comenzó a observar las alacenas, pensando en que podría preparar. Se decidió por waffles con miel y algunos frutos rojos, a ello le agrego dos tazas de café y un jugo de naranjas.
Apenas termino, Briana apareció en la cocina. Kilian la observo durante unos segundos, tenía su cabello rojo como el fuego aún húmedo, lo que le decía que se había duchado y llevaba un jeans rasgado en las rodillas, un suéter de color verde lima y en los pies, zapatillas. El chico suspiro involuntariamente.
—Buenos días. —Dijo ella. —Espero no te moleste que haya usado la ducha.
Kilian sonrió.
—Estás en tu casa, puedes usar lo que quieras. —Dijo. —Prepare el desayuno. Siéntate.
—Se ve genial. —Sonrió ella, probando un bocado. —¿Tú no comerás?
Él negó, con una leve sonrisa. Verla mover los labios de esa manera y saboreando la comida, le provocaba deseos muy oscuros con ella.
—Es una pena, porque sabe delicioso.
Kilian rio. Últimamente, reía mucho, sobre todo cuando estaba con ella.
—Iré a vestirme. —Exclamo. —Tu tomate tu tiempo.
Ella asintió y continuo con el desayuno. Cuando Kilian paso por su lado, ella no pudo evitar observarlo de arriba a abajo. Se veía muy sexi. Observo su torso, que estaba marcado debido al entrenamiento, y se perdió en ese triángulo apenas definido que llegaba hacia el borde de sus pantalones, que cubrían todo lo demás. Briana noto aquellos pocos vellos que hacían un recorrido desde su ombligo y se perdían bajo la pretina de su bóxer que sobresalía apenas por debajo de los jeans. Su espalda un poco ancha, pero no demasiado. Así era Kilian Becker, un hombre morocho, alto, con unos ojos grises que hacen que te pierdas en su mirada, su cuerpo era trabajado aunque no demasiado. Era perfecto.
Sin darse cuenta, Briana se había girado en su silla para seguir viéndolo e involuntariamente mordió su labio inferior hasta que finalmente, el hombre se perdió en el pasillo del apartamento, haciendo que la pelirroja salga de su ensoñación y se diera cuenta de que probablemente tenía una cara de tonta perfecta para una fotografía.
La chica tomó aire y lo exhalo con fuerza, intentando recomponerse y luego termino su desayuno. Limpio lo que habían ensuciado. Se dirigió al baño a lavarse los dientes y después de echarse perfume salió de su habitación, encontrándose con Kilian, quien emanaba una fragancia masculina que más la hipnotizaba.
—¿Lista? —pregunto él.
Ella asintió, sin poder decir una palabra. Ambos salieron del apartamento hacia el subterráneo para buscar el Maserati.
—Iremos antes a la casa de mi hermano. —Exclamo él. —Iré a felicitar a Charlotte y a llevarle la invitación para la inauguración de la escudería.
—Está bien. —Dijo ella, algo nerviosa.
—Puedes invitar a Dana y Audrey para que te ayuden a elegir un vestido durante la semana. —Dijo él y ella lo observó, confundida. —Como mi esposa deberás acompañarme en la inauguración, si vamos a fingir, haremos que nos crean.
Briana asintió.
—No te preocupes por el dinero. —Dijo él. —Compra todo lo que necesites, corre por mi cuenta.
—No, ¿qué dices? —Dijo ella. —Tengo dinero, yo…
—Bri, por favor. —Dijo él. —Esto es más por mí que por ti, lo mínimo que puedo hacer es compensarte de esa manera. Tómalo como un regalo, por favor.
—Está bien. —Dijo ella, para cerrar el tema.
Minutos después, los dos llegaron a la mansión Becker. Un sonriente Brian los recibió afuera.
—Hola hermano. —Exclamo Kilian. —Lamento no haber venido antes.
Brian hizo un gesto de no importarle con su mano y lo abrazo, luego abrazo a Briana.
—¿Cómo estás, bella? —pregunto.
—Bien. —Sonrió ella, tímidamente. —Felicidades, Charlotte me lo dijo.
Brian sonrió. En sus ojos había un brillo especial. Kilian la miro confundido. ¿Acaso Briana supo la noticia antes que él?
—Gracias, Bri. —Exclamo el hombre.
Los tres ingresaron a la casa y saludaron a Charlotte, quien estaba en la sala hablando con Grace, su ama de llaves. A su lado estaban Zack y Lucia.
—Esto no puede ponerse peor. —Susurro Briana, para Kilian, que venía a su lado, no paso desapercibido su comentario.
Los dos saludaron a los presentes, especialmente a Charlotte. La sala de la mansión Becker era espaciosa. Tenía dos sillones de dos cuerpos y otros dos más pequeños. Zack y su novia estaban sentados en uno de los sillones grandes, Brian tomo asiento en el pequeño y, Kilian y Briana tomaron asiento junto a Charlotte en el otro sillón más grande.
—Kilian Becker, esperaba que vinieras a verme antes. —Dijo Charlotte haciéndose la ofendida.
—Char, lo lamento. —Exclamo. —Fueron días muy difíciles.
—No te preocupes, príncipe. —Dijo ella, cariñosamente. —Me alegra que ambos estén aquí. —Exclamo ella, apretando la mano de Briana.
Zack los observaba con una rabia poco disimulada. Había sido el quién filtro la información a la prensa, esperando que Kilian se enoje con Briana y tome represalias. Incluso les dio a la prensa la información sobre el lugar en donde ella trabajaba para que ellos la acosen con sus preguntas. Quería vengarse de ella y hacerla sufrir.
Para Kilian las miradas de su sobrino no pasaron desapercibidas y eso le molesto un poco. Quería proteger a su esposa, digo, a Briana a como de lugar.
—Venía a traerles la invitación formal para la inauguración de la escudería dentro de dos semanas. Espero contar con su presencia. —Dijo Kilian, entregándole a Brian las invitaciones para que las reparta.
—Claro que estaremos allí. —Dijo Brian.
—Además de eso, Briana y yo queríamos informarles que estamos viviendo juntos. —Exclamo fulminando a Zack con la mirada. Briana lo observo confundida y la sorpresa en el rostro de Zack fue muy grande.
—¿Qué? —pregunto el chico.
—Eso no me lo esperaba. —Dijo Charlotte escondiendo una sonrisa detrás de su taza de té.
—Desde que supimos que estábamos casados, mi amiga Dana ha estado encargándose de los trámites del divorcio. Sin embargo, a medida que avanzaba y con lo que ocurrió en estos últimos días con la prensa, el juez nos dio una prórroga; ya saben, para intentar salvar el matrimonio; lo pensamos mejor y decidimos intentarlo.
—Bueno, eso es… Sorprendente. —Dijo Brian. —Los felicito.
Kilian observó a Briana, sonriendo. Le guiño un ojo y apretó su mano.
—Creo que mejor nos vamos, pastelito. —Dijo Lucia. —Debemos practicar más duro ahora que viajaremos a Zúrich para las olimpiadas de patín. —Dijo sonriendo, observando a Briana.
—Deseo que ganen. —Dijo la chica. —Es una buena noticia.
—Por supuesto. —Exclamo Zack. —Ahora que tengo una compañera a la altura de las circunstancias, no hay una excusa para no traer la medalla dorada.
—¡Zack!, ¡Respeta! —Exclamo su padre, enojado.
—No te preocupes, papa. —Exclamo. —Ya me voy. —Observo a Kilian. —Tío, que te diviertas comiendo mis sobras.
—¡Zack Becker, no te permito que digas semejantes cosas! —Dijo Charlotte.
Sin embargo, el chico ya se había ido. El momento se tornó incómodo, sobre todo para Brian y Charlotte, quienes estaban avergonzados por el comportamiento de su hijo.
Después de un momento, Briana y Kilian se despidieron y se dirigieron a la pista.