Me Enamoré De Mi Hermanastro

A la mañana siguiente me desperté con un ligero dolor entre mis piernas, pero estaba feliz de haberle entregado al hombre del que me enamoré mi primera vez, me levanté por que tenía que ir al colegio fui al baño me lavé los dientes, lavé mi cara y me dispuse a arreglar.

Baje a desayunar y le di un beso a mi mamá:

—¡Buenos días!—, le dije mientras tomaba una tostada y le ponía mermelada.

—¡Buenos días hija!, ¿cómo amaneciste?—, me dijo.

—Muy bien gracias, ¿no ha bajado Joan aún?—, le pregunté por que no lo vi desayunando.

—Si, pero me dijo que tenía algo urgente y no podía esperarte—, me dijo mientras me servía un vaso de jugo.

—Ah ok, entonces me voy para coger el bus y no llegar tarde, te quiero mucho, Besos—, le dije mientras cogía mi mochila y me la ponía en el hombro.

Salí de la casa pensando que era eso tan urgente por lo cual Joan no me había esperado, se me hacía bastante raro ya que él siempre me esperaba y cuando no podía hacerlo siempre me avisaba y ahora no me había dicho nada, llegué a la parada del bus, me subí al que me llevaba a la preparatoria, llegué y Martha me estaba esperando fuera del colegio nos saludamos y entramos, al llegar al salón nos acercamos a las chicas, nos pusimos a platicar y como era de esperarse todas hablaban del chico nuevo, las primeras horas de clase fueron realmente eternas para mi ya que no dejaba de pensar en todo lo que había pasado, por fin llegó la hora del almuerzo, Martha y yo nos sentamos en una mesa mientras abríamos nuestra botella de agua, cuando el chico nuevo se sentó con nosotras y nos dijo:

—Hola, me llamo Leonardo espero no les moleste que me siente con ustedes—, nos dijo mientras nos sonreía.

—Hola—, dijimos las dos al unísono.

—Entonces, no les molesta?—,  nos dijo.

—No para nada, al contrario es bueno hacer amigos nuevos—, le dijo Martha sonriéndole.

—Soy Martha y mi amiga se llama Mairim—, le extendió la mano para estrechar la suya.

—Mucho gusto Leonardo—, le dije mirándolo fijamente y dándole mi mano.

Cuando muestras manos se tocaron sentí una corriente eléctrica que me recorrió la espina dorsal, era extraño por que era casi la misma sensación que había sentido con Joan la primera  vez que lo conocí aunque podría jurar que no era igual, no lo era.

—El gusto es mío Mairim—, me dijo mientras miraba mis ojos y sonreía, pude percibir un ligero brillo en su mirada y no pude evitar sonrojarme.

Salimos del colegio y pensé que Joan estaría esperándome, pero cual fue mi sorpresa ¡no estaba!, sentí algo en mi pecho era una sensación  rara y si, ¿se había arrepentido de lo que paso? y si ¿no quería verme?

Dios no sabía que pensar así que decidí no darle más vueltas al asunto tal vez, solo tal vez si tenía cosas que hacer y yo estaba siendo paranoica.