Esta es una historia de amor que, bajo la óptica de la doctrina espírita, trata sobre la reencarnación y el destino. Narra la vida de Gael y Cristina, dos almas que se reencuentran en esta existencia y cuyos sentimientos serán puestos a prueba. Deberán superar varias adversidades para estar juntos, una de ellas es aceptar como su hijo la reencarnación de Mauro, alguien que causó mucho daño a la pareja y persiguió a Cristina, incluso después de su muerte
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Capítulo 12
En su trabajo, Cristina le cuenta a Cintia, su mejor amiga en la oficina, todo lo que estaba pasando: sobre las persecuciones de Estela, sobre cómo había sido acogida por Gael y que, por obra del destino, terminó viviendo en su casa, y la extraña sensación que sentía de ya conocerlo de un pasado distante...
— ¡Ay, Cris! Esa mujer es una loca. Mira, entiendo que como madre debe ser difícil perder a su hijo, debe ser algo traumatizante, ¡pero tú no tuviste la culpa! ¡El tipo era un canalla! La única que no lo veía eras tú, que él tenía cara de cretino, ¡pero yo fui una de las que te lo dijo! ¿O vas a decir que no te lo dije? — Dice Cintia.
— Sí, lo dijiste, mujer, fuiste una de las que me avisó, pero aun así, yo no quería que muriera, yo quería que pagara por todo lo que me hizo, por el mal que planeaba hacerme, exponerme a sus amigos... ¡Cintia, me muero de asco de pensarlo! Sería hipócrita de mi parte decir que lo perdono por morir. Peor hubiera sido si el Dr. Gael no me hubiera ayudado en ese momento... Por cierto, él parece ser mi ángel de la guarda... Siempre apareciendo cuando estoy en apuros, siempre ayudándome... — Cuenta Cristina.
— ¡Guau, amiga! ¿Y te llevó a su casa? Dime, ¿es guapo?
— ¡Cintia! ¡Qué cosas! ¡Mira de lo que acabo de salir! ¿Crees que tengo cabeza para fijarme en eso? — Dice Cristina.
— Mujer, encontrar a alguien guapo no tiene nada de malo. Creo que eres tú la que está viendo cosas donde no las hay, en el caso de mi pregunta, porque dijiste que te parecía conocerlo y tal... Solo tenía curiosidad...
Cristina vuelve su atención al trabajo, manteniendo la seriedad.
— ¡Cris! ¡No te enojes! Solo pregunté por preguntar. Mira, ¿sabías que dicen que cuando tenemos afinidad con una persona, es porque la conocemos de vidas pasadas? No sé tú, pero yo creo en eso... — Dice Cintia.
— ¿Vidas pasadas? — Dice Cristina, recordando el sueño que había tenido, así como aquello que parecían recuerdos que venían a flote en sus pensamientos...
Ella vuelve a su mesa, después de recoger un papel de la impresora. Ella y Cintia compartían la misma sala...
— ¿Será que existe eso de las vidas pasadas? He estado curiosa sobre el tema últimamente, porque yo, desde que vi a Gael, no sé, ¡parece que ya lo conocía! Pero no sé de dónde, siendo que estoy segura de que aquel día fue la primera vez que nos vimos...
Cintia permanecía mirándola, esperando su respuesta a la pregunta anterior, hasta que Cristina finalmente responde.
— Sí, mujer, es guapo, sí. Es mayor que yo, debe tener unos 38 años, 40 como máximo. Me siento bien a su lado, acogida... ¿Estás satisfecha?
— ¡Amiga! ¿Y si ustedes dos se conocen de vidas pasadas? ¿Eh? ¿Y si él piensa igual que tú?
— No... Él debe verme como una niña medio loca que se involucró con un tipo peligroso. Quizás me vea como una hermana menor, yo no osaría estropear eso, además quiero conservar su amistad para siempre... Y él todavía sufre por su esposa que falleció hace dos años, vi una foto de ella, era muy hermosa, una mujer realmente linda... Yo también sigo recuperándome de todo lo que pasé, ¿sabes?
— Amiga, sé una cosa, escucha bien lo que te voy a decir... Nadie se escapa de su destino. Si se conocieron, si él apareció en tu vida así... Si de verdad están destinados a estar juntos... Amiga, a ti nunca te gustó ese mocoso de Mauro, lo sabes, solo te dejaste llevar por su labia porque te sientes sola, ¿no es así? Debe ser duro no tener a tu madre, a tu padre... A nadie... Bueno, a nadie tampoco no, porque puedes contar conmigo, y solo no te ofrezco mi casa para quedarte porque mi marido es un fastidio, lo sabes... Sabes la vida que llevo en casa, pero en fin... Si sé de algún lugar, te aviso...
— Gracias, amiga, muchas gracias...
En ese momento, el espíritu de Mauro, vagaba por su casa, miraba sus cosas, su cuarto, todo estaba igual...
— Lo sé, sé que morí, pero ¿cómo vine a parar aquí, a mi casa de nuevo? ¡Parece que mi madre... Ella es la clave para que yo esté aquí! Pero ¿cómo vine? ¿Cómo? — Dice él.
Confuso y sintiendo el cuchillo perforarle el pecho, se da cuenta de que podía atravesar paredes y que ejercía influencia sobre su madre...
— ¿Será? ¿Será que puedo ir hasta Cristina? ¿Será que también puedo influenciarla? — Se pregunta Mauro.
En ese momento, un círculo de luz se forma alrededor de Mauro, que siente sus movimientos restringidos y comienza a sentirse somnoliento...
— ¿Qué me está pasando? ¿Qué es esto? — Dice él, desapareciendo...
Inmediatamente después, dos espíritus de luz surgen en el lugar y también se materializa Helena, el espíritu de la esposa de Gael...
— Helena, él todavía no ha aprendido a cruzar el abismo que separa el mundo físico del espiritual, pero es cuestión de tiempo. Necesitas actuar pronto para unir a Cristina y a Gael, ellos tienen una misión muy importante que cumplir, la cual tú sabes. Será cuestión de tiempo que Mauro despierte y descubra cómo volver al mundo de los encarnados...
— Sí, lo sé, haré mi mejor esfuerzo e intentaré hablar con mi exmarido en sus sueños... para ver si así comprende lo que necesita hacer... — Dice Helena.