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Encanto Mercenario

Encanto Mercenario

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Colegial dulce amor / Equilibrio De Poder / Secretos de la alta sociedad / Amor-odio / Romance
Popularitas:288
Nilai: 5
nombre de autor: AmericanWidow

Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.

​Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.

​La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.

​En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.

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Capítulo 12: La Promesa de un Mañana

...Desayuno Perfectamente Imperfecto...

La luz de la mañana inundó la suite de hotel en Busan, revelando los restos de una noche de éxtasis y añoranza reprimida. Rein Ji Won se despertó con la sensación de un calor familiar en las sábanas que la envolvían. No se había sentido tan segura y en paz en siete años.

Se movió perezosamente, y encontró el lugar a su lado vacío. El corazón le dio un vuelco de pánico, un recuerdo instintivo de la soledad que la había acompañado durante su separación.

Pero el pánico duró poco. Los sonidos de la cocina y el aroma a café recién hecho y tostadas la invadieron.

Rein se levantó, envolviéndose en las sábanas de seda. Se dirigió al minibar convertido en cocina. Allí estaba Eujin.

El hombre estaba de espaldas a ella, concentrado en servir los platos. Llevaba solo su pantalón jean que ni siquiera se había abrochado correctamente, dejando al descubierto la espalda ancha y musculosa, marcada por años de entrenamiento y el trabajo en la granja. Era la imagen de la masculinidad relajada, doméstica, y eso derretía el último residuo de hielo en el corazón de Rein.

—No sabía que sabías cocinar —dijo Rein, su voz era un ronroneo matutino.

Eujin se giró, su rostro se iluminó con una sonrisa fácil y genuina, el tipo de sonrisa que solo existía para ella.

—Buenos días —se acercó a ella para depositar un beso corto en sus labios —Hay mucho que no sabes de mí, Ji Won.

Le sirvió un café y un plato de tostadas con huevos revueltos y ensalada de frutas. Rein se sentó en el taburete, su mirada fija en él. El desayuno no era lujoso, pero era el más perfecto que jamás había comido.

—Quiero detener el tiempo aquí —murmuró Rein, sin dejar de mirarlo.

—Yo también. Pero tenemos trabajo que hacer, mi hermosa socia.

La mañana transcurrió entre risas, besos robados y la inevitable discusión sobre sus negocios. La mezcla era dulce y estimulante.

—Tu empresa es sólida, Eujin. Pero necesitamos sacarla de Busan. Hay una gran licitación de ciberseguridad gubernamental en Seúl. Es lo que nos pondrá en el mapa.

—Lo sé. Pero me gusta Busan. Mis abuelos están cerca...

—Lo entiendo —dijo Rein, tocando su mano—. Lo que me propongo es que te unas a mí en Seúl por un tiempo. Un año, quizás. Luego regresamos a Busan. Mi casa tiene el espacio para ellos, con cuidadores. Lo pensaremos.

...La Tierra y el Alma...

Después del desayuno, Eujin y Rein se dirigieron a la granja para pasar la tarde con los Abuelos Min.

El Abuelo Min había prometido preparar su famoso kimchi de celebración y sopa de algas marinas. Rein, con una energía que su junta directiva nunca había visto, insistió en ayudar.

—Eujin, quiero aprender. Muéstrame cómo se cultiva esto —pidió Rein, señalando un bancal de verduras.

Eujin sonrió, su corazón estaba a reventar de orgullo al verla tan dispuesta.

—Es fácil, solo tienes que sentir la tierra. Y tienes que ser paciente.

Mientras le enseñaba los secretos de la cosecha, sus manos se tocaron. Rein se inclinó y lo besó, sus labios saboreando la tierra.

—Me gusta este sabor, Eujin. El sabor de tu vida.

Luego, Eujin la llevó a los establos.

—Dijiste que querías montar. ¿Lista para la experiencia completa de la granja?

Rein montó el caballo de granja de la familia, su gracia innata hacía que incluso el caballo más rústico pareciera un pura sangre. Eujin la observó, su admiración era evidente.

La coqueteo era constante, una danza de miradas y toques. El campo, el aire fresco, el sol, todo conspiraba para hacerlos sentir que su amor era la cosa más natural del mundo. Rein notó el anhelo creciente. Quería esta vida. Quería a Eujin y a sus abuelos.

...El Mensaje de la Anciana...

Mientras Eujin y Rein paseaban después de cenar, una caminata necesaria para digerir la deliciosa comida que había preparado el abuelo, se encontraron con una anciana, amiga de los Abuelos Min, sentada en un banco observando el paisaje.

—¡Eujin-ah! ¡Qué guapo estás! Y esta debe ser tu esposa. Tienes buen ojo, chico.

—No estamos casados, Abuela —corrigió Eujin, con una sonrisa.

La anciana se rió, su voz era sabia y suave.

—Tonterías. Lo que es amor, se nota —la mujer les dedicó una sonrisa llena de nostalgia, quizás recordando su propio amor perdido en el tiempo —Escúchenme, tienen la suerte de tenerse. La vida es corta. Las oportunidades son pocas. La familia y el amor son lo único por lo que vale la pena luchar. No esperen.

Rein se quedó inmóvil. Las palabras de la anciana resonaron con una claridad ensordecedora. La idea que había estado gestando en su mente se afianzó.

—Gracias, abuela. Lo tomaremos en cuenta —dijo Rein, su tono era inusualmente grave.

Eujin sintió que algo estaba gestandose en la mente de su reina.

...La Propuesta de la Emperatriz...

Esa noche, el acuerdo para que Eujin se quedara en el hotel con Rein estaba sellado. No era una pregunta, era un hecho.

Estaban acostados en la cama, la luz de la luna filtrándose por la ventana. Eujin acariciaba su cabello, su corazón finalmente en paz.

—Han sido los dos mejores días de mi vida —susurró Rein.

—Míos también.

—Tenemos que ir a Seúl por un tiempo, Eujin. La fusión es demasiado grande para manejarla a distancia. Necesitas la exposición. Yo necesito la experiencia contigo.

—Lo sé. Pero no puedo dejar a mis abuelos. Y no quiero que se expongan al ambiente de Seúl. Es un nido de víboras.

Rein se levantó, sentándose sobre sus muslos, mirándolo con una intensidad que era toda Reina.

—Escúchame. Lo he estado pensando —suspiró antes de seguir —No voy a perderte de nuevo. No voy a esperar otros siete años.

Eujin sintió la tensión en su cuerpo.

—¿Qué estás pensando, Rein?

Rein respiró hondo, tomando la decisión que cambiaría sus vidas. Su rostro lucía inusualmente vulnerable.

—Vamos a ir a Seúl, sí. Vamos a fusionar las empresas. Pero no quiero esa vida para siempre. Estoy cansada de la máscara, Eujin. Estoy cansada de ser la heredera perfecta, la CEO sin alma. He pasado toda mi vida construy endo una fortaleza que no quería.

—¿A dónde quieres llegar?

Él la miraba con los ojos entrecerrados, sabía que ella tenía una idea loca en mente, pero no podía leer sus pensamientos.

—Vamos a vender Ji Won Global.

La confesión fue un shock total.

—¿Vender tu imperio? ¿Estás loca?

—No. Soy libre. El Primer Ministro ya no está. Dae Kim es irrelevante. Mi padre me dejó el control total. Si vendemos, tenemos el capital para ser intocables, para construir Epsilon globalmente, pero sin ataduras políticas.

Rein se inclinó, su rostro estaba a centímetros del suyo.

—Y luego... después de un año de trabajo, regresamos a Busan. Compramos las tierras adyacentes a tu abuelo. Construimos una casa. Tendremos nuestra empresa de seguridad, nuestros abuelos, nuestra granja —el plan sonaba como una completa locura, como algo improvisado. Pero Rein se veía tan segura de sí misma —Quiero esta vida, Eujin. Quiero la vida contigo.

Eujin la miró. Su sueño, el sacrificio que había hecho para protegerla, se le estaba presentando en una bandeja de plata, ofrecido por la misma mujer por la que lo había hecho.

—Rein. No puedes renunciar a todo.

—Puedo. Y lo haré. Porque tú eres mi todo, Eujin. Mi hogar no es Seúl. Mi hogar es el hombre que me sirve tostadas en la mañana y me lee en la noche.

Rein tomó su rostro entre sus manos, sus ojos llenos de amor y desesperación.

—Y mientras estamos en Seúl, quiero que te vengas a vivir conmigo. No te quiero lejos de mi lado. Nunca más.

Eujin, el mercenario endurecido, se sintió abrumado por la propuesta. La Reina de Hielo le estaba ofreciendo el único futuro que él siempre había anhelado.

—Trato hecho, Ji Won. Volveremos iremos a Seúl.

Se besaron. El beso era el sello de su nuevo pacto, el fin de la espera y el comienzo de su vida juntos. El precio era un año en Seúl, pero la recompensa era una eternidad en juntos en un nuevo hogar.

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