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Florecer De Las Cenizas

Florecer De Las Cenizas

Status: En proceso
Genre:Autosuperación / Traiciones y engaños / Cambio de Imagen
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

A veces perderlo todo es la única manera de encontrarse a uno mismo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 12 – El eco del vacío

El departamento era perfecto a los ojos de cualquiera: pisos de mármol brillantes, ventanales que dejaban entrar la luz de la ciudad, muebles de diseño, una cocina equipada con lo último. Y, sin embargo, para Martín todo se sentía helado. Cada rincón de aquel espacio impecable parecía recordarle que no estaba en su hogar, sino en un lugar de paso, un refugio caro donde había decidido huir de la culpa y del dolor.

Al principio creyó que la mudanza sería un alivio. Que la distancia lo ayudaría a pensar mejor, a dejar que las aguas se calmaran. Pero la realidad fue otra. Apenas cerraba la puerta, el silencio lo golpeaba con una fuerza insoportable. El eco de sus pasos en el living se transformaba en una compañía indeseada, recordándole que ya no estaba Juliana para llenar la casa con su risa, con sus conversaciones, con su simple presencia.

El departamento tenía todo lo que podía comprar con dinero, pero carecía de lo esencial: calidez. En la casa que compartieron, hasta el olor del café en las mañanas era un abrazo. Aquí, en cambio, todo era impersonal, como si estuviera habitando una vitrina. Encendía las luces, el televisor, incluso ponía música, pero nada lograba romper esa sensación de vacío que lo envolvía.

Las noches eran las peores. La cama enorme, tendida con sábanas impecables, parecía una tumba. Se revolvía de un lado a otro, buscando un sueño que nunca llegaba. Y cuando lograba cerrar los ojos, la imagen de Juliana lo visitaba con crueldad: primero sonriendo, luego llorando, finalmente alejándose. Despertaba empapado en sudor, con la garganta seca, y la primera solución que encontraba era la botella de whisky en la mesa de luz.

El ritual se volvió costumbre. Una copa para calmar los nervios, dos para intentar dormir, tres para olvidar que estaba solo. Al amanecer, las resacas se mezclaban con la frustración de no poder avanzar en el trabajo. Su asistente y sus socios empezaban a notar su desorden, su mirada turbia, las ausencias mentales en reuniones donde antes imponía autoridad.

A menudo, mientras miraba la ciudad desde el balcón, se sorprendía pensando en cómo Juliana había transformado lo que alguna vez fue “su casa” en un verdadero hogar. Ella elegía las cortinas, los cuadros, hasta los platos, y aunque él había protestado, ahora entendía lo que significaban esos detalles: eran huellas de calidez. Eran ella.

En su nuevo departamento, no había nada de eso. Todo estaba calculado por decoradores, frío y perfecto, sin alma. Y lo que más le dolía era que Juliana estaba floreciendo sin él. Lo sabía porque la había visto, porque las fotos en redes, los comentarios que le llegaban, y esa imagen de ella en el boliche le gritaban que estaba renaciendo.

El contraste con su amante era brutal. Esa mujer, con la que había creído que encontraría novedad y pasión, ahora se le hacía insoportable. Era todo apariencia: palabras vacías, risas ensayadas, promesas huecas. Cuando ella iba a visitarlo al departamento, él la dejaba hablar mientras se servía un trago tras otro. La miraba y solo podía pensar: No es Juliana. Nunca lo fue, nunca lo será.

La obsesión se instaló como un veneno. Revisaba compulsivamente el celular esperando algún mensaje de ella, algo que demostrara que aún lo extrañaba. Pero lo único que recibía era silencio. Entonces, para llenar ese silencio, se mentía: Va a volver. No puede olvidarme tan fácil. Nadie la va a conocer como yo.

Sin embargo, el vacío del departamento lo contradecía todo. Cada vez que abría la puerta, entendía la diferencia entre tener una casa y tener un hogar. En la casa con Juliana había vida; aquí había lujo, pero también soledad. Se encontraba parado frente al espejo del baño, con la barba descuidada y los ojos enrojecidos, preguntándose cómo había llegado hasta allí, cómo había cambiado la calidez de una mujer real por la frialdad de una mentira.

En la oficina tampoco hallaba refugio. Aunque intentaba sumergirse en los números y contratos, la imagen de Juliana siempre irrumpía. A veces, en medio de una reunión, su mente volaba hacia los domingos en que ella le preparaba su plato favorito, o hacia las noches en que lo esperaba despierta para escuchar cómo había ido su día. Y entonces se daba cuenta: nada de lo que tenía ahora lo llenaba.

Juliana, con sus cambios, lo estaba matando lentamente. Cortarse el cabello, vestirse distinta, reír en fotos… era un recordatorio constante de que ella había decidido dejar atrás a la mujer que dependía de él. Y eso lo enfurecía y lo atraía al mismo tiempo. La nueva Juliana era inalcanzable, y ese era el mayor castigo.

Una noche, con el vaso en la mano y la ciudad extendida frente a él, se escuchó a sí mismo susurrar:

—Ese no es mi hogar… mi hogar era con ella.

Pero al girar la cabeza, solo encontró paredes frías y un silencio insoportable.

1
Maritza Suarez
👍
Lorena Itriago
Martín no estaba preso? no entiendo porque está en su departamento?
Lorena Itriago
tengo una duda Micaela y Camila son la misma persona?
Edith Villamizar
Hola inicio de ésta historia 🌹
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