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Los Hermanos Casasola

Los Hermanos Casasola

Status: Terminada
Genre:Equilibrio De Poder / Traiciones y engaños / Romance de oficina / Completas
Popularitas:99.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria L C

Emiliano y Augusto Jr. Casasola han sido forjados bajo el peso de un apellido poderoso, guiados por la disciplina, la lealtad y la ambición. Dueños de un imperio empresarial, se mueven con seguridad en el mundo de los negocios, pero en su vida personal todo es superficial: fiestas, romances fugaces y corazones blindados. Tras la muerte de su abuelo, los hermanos toman las riendas del legado familiar, sin imaginar que una advertencia de su padre lo cambiará todo: ha llegado el momento de encontrar algo real. La llegada de dos mujeres inesperadas pondrá a prueba sus creencias, sus emociones y la fuerza de su vínculo fraternal. En un mundo donde el poder lo es todo, descubrirán que el verdadero desafío no está en los negocios, sino en abrir el corazón. Los hermanos Casasola es una historia de amor, familia y redención, donde aprenderán que el corazón no se negocia... se ama.

NovelToon tiene autorización de Maria L C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La profecía de la chancla

Cuando entraron a la casa, vieron a todos reunidos en el comedor. Tenía un toque rústico, pero era bonito. Saludo a Emilio, su esposo, con un beso rápido y una sonrisa.

—Te quiero, eres mío —le dijo al oído, tocándole la cara un poco.

Él la miró como si no entendiera bien, le agarró la mano un momento y la soltó para que siguiera saludando a los demás.

Fue directo a Emiliano, que estaba comiendo pan de elote. Se inclinó y le dió un beso en la mejilla, bromeando:

—Eso está muy rico para que te lo comas tú solo…

Le quitó el último pedazo de pan y salió corriendo hacia la cocina, riéndose.

—¡Mariana! —protestó Emiliano, moviendo la cabeza, pero sonriendo—. Siempre haces lo mismo…

Luego miró a Augusto y le hizo una señal discreta. Augusto entendió y se levantó, mirando a Martín, que asintió en silencio.

Los dos fueron al despacho y cerraron la puerta.

—Tenemos que volver a la ciudad —dijo Emiliano, sin rodeos, apoyándose en el escritorio con los brazos cruzados—. Hay problemas en la empresa. Las cuentas no están bien y los informes tienen errores raros.

Augusto se extrañó.

—¿Y los contadores?

—Ya revisé. No es un error normal —respondió Emiliano—. Alguien está haciendo algo raro con el dinero o la información. Pero no sé quién ni cómo.

—¿Hablaste con los abogados?

—No. Quiero que vayamos allá y revisemos todo sin que nadie se dé cuenta.

Augusto asintió, serio.

—¿Y la abuela? ¿Papá?

—No deben saber nada —dijo Emiliano—. No hasta que estemos seguros. No quiero que se preocupen ni que metan presión. Ya sabes cómo se pone papá cuando hay problemas.

—Sí —dijo Augusto, mirando a otro lado, pensando—. ¿Cuándo nos vamos?

—Mañana, temprano. Prepararé todo esta noche.

—Bien. Cuenta conmigo —respondió Augusto—. Lo que sea, lo resolveremos.

—Eso espero —murmuró Emiliano, mirando por la ventana—. Porque si alguien está jugando con lo nuestro… se va a arrepentir.

Se sentía la tensión. Sabían que si alguien traicionaba a la familia Casasola, no lo perdonarían.

Y esta vez, Emiliano iba a ser duro.

Antes de salir del despacho, Emiliano se detuvo y miró a su hermano.

—Y hablando de problemas… ¿Qué pasó con Danitza?

Augusto bajó la mirada, sorprendido por la pregunta.

—¿A qué te refieres? —preguntó, aunque sabía la respuesta.

—Sabes bien. Todos vimos cómo se fue. ¿Van a seguir peleando? El abuelo lo dijo claro: si ella te gusta, ve por ella, deja de pelear, enamórala y lucha por lo que sientes. No puedes huir de lo que te importa.

Augusto suspiró, mostrando su lado vulnerable.

—No es que no lo sepa… —murmuró, sentándose en un sillón—. Es que… tengo miedo. Miedo de no ser suficiente para ella. De hacerle más daño. Hoy me pasé de la raya, Emiliano. Dije cosas que no debía y ella… me miró como si no me conociera.

Emiliano se cruzó de brazos, serio.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Dejarla ir sin hacer nada?

—Quiero buscarla —admitió Augusto—. Pero no ahora. Esperaré a que se calme. Aunque me cueste, respetaré su espacio... y luego iré por ella. No me perdonaría perderla por orgullo.

—Así me gusta —dijo Emiliano, dándole una palmada en el hombro—. Pero no tardes mucho. A veces, el silencio puede parecer abandono.

En ese momento, Alexis, su sobrino, abrió la puerta, sonriendo y con mucha energía.

—¡Tíos! Ya está lista la cena. La abuela dijo que si no bajan en cinco minutos, subirá con la chancla… ¡Y esta vez no tendrá piedad!

Los dos se rieron, relajándose un poco.

—Vamos, antes de que la abuela nos lance la chancla —bromeó Emiliano, guiñándole un ojo a su sobrino.

Regresaron al comedor, donde todos estaban sentados. Mariana servía la comida, Emilio llenaba las copas con vino, Martín hablaba con Dalia y la abuela Analía hacía una oración antes de comer.

La cena fue agradable. Pero los hermanos sabían que al día siguiente tendrían que tomar decisiones importantes.

Mientras tanto, en la hacienda de los Puentes, la noche era tranquila. En el salón principal, el fuego de la chimenea calentaba el lugar, pero no podía curar el dolor de Danitza.

Lloraba en silencio, abrazada a su madre, Hortensia, que la consolaba como cuando era niña. Le acariciaba el pelo con cariño, sin juzgarla.

—Es que… —dijo Danitza con la voz temblorosa— me gusta el Augusto que me cuida en secreto, el que está ahí cuando nadie lo ve... No el que me hace sentir mal, no el que me reclama cosas sin sentido... No el que me aleja cada vez que me acerco.

Hortensia no dijo nada, dejando que su hija se desahogara.

Danitza levantó la mirada, con los ojos rojos y la voz entrecortada.

—¿Cómo puede hacerme sentir tan segura… y tan destrozada?

Hortensia le secó una lágrima y la miró con cariño.

—Porque estás enamorada, hija. Y el amor no siempre es fácil. A veces duele... pero si de verdad lo quieres, dile lo que sientes. No te quedes callada. Lucha por él. No por orgullo, sino por ti.

Danitza bajó la mirada, tragando saliva.

—¿Y si no me quiere… mamá? ¿Si no soy suficiente para él? Me moriría.

Hortensia le sonrió con ternura y le dijo:

—Hija… si le dices todo con el corazón y él no lo ve… entonces no te merece. Pero al menos lo intentaste. Y eso, Danitza, es valiente.

Danitza se quedó callada, pensando mucho. Pero una pequeña esperanza empezó a crecer en su interior. Quizás… todavía no todo estaba perdido.

Abrazada a su madre, sintió que el dolor era un poco menos fuerte. Y aunque todavía no estaba lista para hacer nada… ya no lo descartaba por completo.

Porque el amor, cuando es verdadero, siempre encuentra una forma de empezar de nuevo.

Al amanecer, Emiliano y Augusto se fueron a la ciudad.

Sin grandes despedidas, solo miradas que prometían algo.

Dejaron atrás la hacienda… y un corazón herido que Augusto prometió no ignorar más.

Danitza se despertó con los pájaros cantando y oliendo a café recién hecho. El sol entraba por las cortinas, iluminando la pieza suavemente. Al lado, en la mesa de noche, estaba la taza que su madre le había dejado. Todavía salía humo, como si le dijera, ¡no estás sola!

Se levantó despacio, como si le costara moverse. Pero sentía algo diferente en su interior. No era alegría, ni tampoco alivio. Era decisión. Chiquita, débil... pero propia.

Bajó las escaleras despacito también y encontró a Hortensia en el porche, echándole agua a las plantas.

—Mamá —dijo casi sin voz.

Hortensia se volteó, con esa forma de mirar que entendía todo sin que le dijeras nada.

—¿Descansaste bien?

Danitza movió la cabeza afirmando, y se acercó a abrazarla.

—Gracias —dijo bajito.

—Siempre, hija —contestó su madre—. Cuando te sientas preparada, ve por él. Pero acuérdate: también tienes que estar preparada para ti misma.

Danitza cerró los ojos por un instante. El abrazo de su madre, tibio y firme, era como una raíz que la mantenía en pie. Se aferró a ella unos segundos más, respirando profundamente, y luego se separó con una leve sonrisa que parecía florecer con esfuerzo. Y eso, para ella, ya era un comienzo.

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Viviana Bustos Aldana
Es raro 🤔🤔🤔
Viviana Bustos Aldana
Las traiciones siempre vienen cuando menos lo esperamos
Viviana Bustos Aldana
Solo la ofende porque lo trae arrastrándose por ella y se hace el idiota
Viviana Bustos Aldana
Augusto tú estas bien enamorado, solo no lo aceptas 🤭🤭🤭🤭
Viviana Bustos Aldana
El amor de verdad no se compra y menos se condiciona en que debe conseguirse en un año máximo 🤦‍♀️🤦‍♀️🤦‍♀️🤦‍♀️🤦‍♀️🤦‍♀️
Viviana Bustos Aldana
Agradece tonta que te ayudó cuando lo necesitabas 😡😡
Viviana Bustos Aldana
Creo que era M&D Corporation 🤔🤔🤔 Maryta no sé si me equivoco pero dice M&D... ténlo en cuenta 🙈🙈
Tayde Castillo
muy hermosa, historia, felicidades escritora éxito en próximos proyectos 🌹☘️☘️
Viviana Bustos Aldana
💔💔💔💔💔💔 que dolor tan grande, pobrecitos 😭😭😭😭😭😭😭
Viviana Bustos Aldana
"lo puedo" Maryta cuando puedas corrige, tienes una letra entre esas palabras 🙈🙈🙈🙈
MARYTANCHY: voy hermosa 😚 gracias 😘
total 1 replies
Viviana Bustos Aldana
Maldita perra desgraciada le queda grande el título de madre, a una hija se le cuida, protege, ama... no se le come al novio 🤬🤬🤬🤬🤬🤬🤬
💕💞 Diana 💞💕
muy buen capitulo 😃
💕💞 Diana 💞💕
que malvada, emocionante capitulo ❤️
Karen Martinez
hola , me encanto mucho
,muchas gracias
Isela Aguirre
excelente novela autora la disfrute mucho felicidades autora me fascinó
💕💞 Diana 💞💕
que paguen todos esos malvados
Linsol
Excelente
Carmen Luz Panay
Realmente una hermosa historia, felicitaciones escritora María L C por una muy agradable novela, buena redacción, buena ortografía, fue un agrado leerte y seguiré leyendo toda{s tus novelas!!!
Tayde Castillo
jajajja buena puntada ,amiga de lectura!/Joyful//Joyful//Joyful/
💕💞 Diana 💞💕
ahora viene lo bueno
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