Gianna Garza es una joven de 17 años a la espera de cumplir 18 y conocer a su loba normalmente la conocen a los dieciséis, pero debido a que es una omega su cambio se ha retrasado.
Ella es la hija de un beta y una omega que murió al dar a luz a la pequeña Gianna, esto ha hecho que su padre no la quiera tanto.
Mariano se casó con una beta y tuvieron dos hijos, a Mariana, que es un año menor que Gianna y a otro de doce años.
la joven por ser omega siempre ha sido blanco de burlas y bromas, por ser “Débil” por eso ha entrenado con sus abuelos quienes le enseñaron a usar armas como el arco y las espada, ellos dicen que la debilidad es mental y así se defenderá
Gianna está enamorada de Jackson Makris, Alfa de la manada Big silver moon él tiene 22 años y aún no tiene mate, él necesita una luna para su manada, detesta a Gianna por ser omega y porque según molesta a Mariana, él la detestará más al saber que es su mate y la rechazará, humillándola delante de todos.
¿Podrá Gianna ser feliz?
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Arrogantes
En una gran institución entran Dayana y Gianna; ambas recorren, el lugar es enorme, la decoración es marrón y negra, hay muchas habitaciones y algunas aulas. Dayana le enseña las instalaciones, la lleva por los diferentes pisos y luego a hablar con el director.
El hombre le sonríe y le dice que ya sabe de ella porque el rey lo llamó y que está encantado de tenerla allí.
En el lugar hay también algunos maestros hechiceros, que enseñan a algunos magia y a usar dones…
Al terminar el recorrido, la joven se acerca junto a Dayana a un gran patio donde están muchos entrenando.
—Hola chicos. — Saluda Dayana, quien tiene puesto un vestido parecido al de Gianna pero de color rosa, un lazo en el cabello y unos botines blancos.
—Buenas tardes, princesa Dayana. Responden al unísono y ella rueda los ojos.
—Dayana, qué haces aquí… —pregunta Nael.
—Hola Nael, Vine a traer a Gianna a inscribirse a la academia; ahora es una de ustedes. Dice y varios se giran a ver a la dulce chica; su aspecto y vestido no gritan guerrera sino princesa.
—Que… Hola, Gianna. Soy Nael, hechicero y te atendí ayer. No te preocupes por tu loba; está durmiendo, lo hice yo para que se recupere. Gianna asiente y responde.
—Gracias, señor Nael. —Él niega riendo.
—Solo Nael y listo, de acuerdo y creo que esto no es para ti. —Dijo él.
—Claro que no lo es; como verás, no hay chicas, al menos no aquí, pero sí como logística. Señala Un joven de cabello castaño y cuerpo fornido ve a varias mujeres que están a un lado, pero solo preparan las armas y no son muchas.
—Pero está prohibido; el rey Marcos dijo que me apoyaba —dijo ella.
—No, no está prohibido, pero esto es para hombres guerreros, las chicas solo ayudan; hablaré con mi padre. Dijo un hombre muy guapo, de cabello oscuro y una voz ronca y varonil.
—No quiero ayudar, quiero entrenar, joven príncipe. —Dice ella.
—Mira Gianna, ellos son los gruñones de los que te hablé, él es Máximo y él es Marcus, mis hermanos. Habla Dayana.
—Es un placer, soy Gianna y quiero estudiar aquí y aprender a ser un guerrero más; el director ya me aceptó. — Hablo firme.
—Oye, niña, no te ofendas, pero quedarías mejor como enfermera, o maestra, o hasta de modelo, pero guerrera no. Dijo Máximo.
—Eso es muy machista de su parte, príncipe Máximo. —Dijo ella.
—Bueno, ya, esto no es un juego, a diario se arriesga la vida, no jugamos y aquí no somos delicados. —Dijo Marcus.
—Lo sé y no está bien que se me clasifique por débil. Dijo molesta; las palabras de Jackson llegaron a su cabeza; él la abandonó por ser débil.
—No dije que eras débil, solo delicada. No tenemos tiempo para ser suave contigo. —Dijo Marcus.
—Pruébeme, si no apruebo me voy. —Dijo Gianna firme.
—De acuerdo. —Dijo Marcus.
—Bueno, Gianna, mañana te vienes preparada. —Dijo Dayana
—No… ahora ven. —Dice Marcus y todos se hacen sin lado y ellos pasan al centro.
—Oye, Marcus, ella no está vestida para eso, además se inscribió hoy; faltan los entrenamientos previos. Se quejó Dayana.
—Tranquila, Dayana… —dijo Gianna. Marcus se paró en frente y dijo.
—Toma un arco y una flecha, y le das a los blancos, fácil no. Dijo con arrogancia sabiendo que desde donde ella estaba era un poco difícil por lo lejos.
—Mira abre tus piernas así y… — Comenzó a decir uno de los amigos de Marcus y Máximo, pero Marcus habló.
—Suéltala, según ella puede hacerlo. El joven alzó sus manos en defensa y se alejó.
Gianna tomó el arco y se puso en posición, luego apuntó y luego de tomar un largo respiro, soltó la flecha a la par del aire, dando en el medio, luego tomó otra y luego otra flecha y las lanzó rápido en cada diana.
Todos quedaron en silencio; ella le hizo una reverencia a Marcus y este asintió.
—Bien, sabes disparar ahora las espadas. —dijo esta vez Máximo y le entregó una a ella y tomó él la otra.
—No es justo, tú eres bueno con la espada. Se quejó Dayana, pero Gianna tomó la espada. Desde muy niña aprendió a usarla y hoy era su prueba.
Marcus se puso en posición al igual que ella, él atacó y ella saltó hacia atrás. No había armaduras, solo ella con ese vestido que volaba cada vez que se movía. Sus piernas se veían más, no lo que había debajo del vestido.
Máximo atacó de nuevo, y sus espadas chocaban; ella solo retrocedía; en verdad era bueno. La joven siguió hacia atrás.
—Creo pequeña que el traje de enfermera te quedaría genial. Dijo sonriendo y ella se lanzó adelante y le dio con un costado de la espada en una pierna. Cuando él bajó la espada, ella la subió a su pecho y luego al cuello, dejándola a centímetros de su garganta.
Los ojos de Máximo se abrieron y eran fuego puro; no era posible, era muy buena la pequeña, pensó él.
—Bien, ahora vienen los cuchillos, no —dijo Nael para amenizar la tensión y Marcus habló de nuevo.
—Sí, acércate aquí y lánzalos hacia allá. Dijo y comenzó a lanzarlos uno tras otro, y cuando terminó no había blanco sin cuchillo.
—Y bien… Hay otra prueba, joven príncipe. Marcus apretó su mandíbula.
—Estás dentro, aquí se entrena desde temprano; los horarios están en el pasillo. Dijo Marcus firme.
—Gracias, joven príncipe; para llegar más temprano me quedaré en una de las habitaciones de aquí. —Dijo ella.
—No… Usted ya tiene donde quedarse y de allí no se moverá. — Dijo y Máximo se dirigió a los demás.
—Sigan entrenando, que demonios esperan.
—Vamos, Gianna, quedaste y wao, vaya que naciste para esto. Ella asintió mientras Dayana derrochaba alegría.
Las chicas empezaron a marcharse, pero de pronto Gianna le preguntó a Dayana.
—Quién es él. —Dijo señalando a un lado en el cielo.
—Qué hace él aquí… Marcus, Máximo —gritó Dayana.
—Qué ocurre… —Llegaron rápido.
—Miren… — El vampiro sonrió y le guiñó un ojo a Gianna.
—Tras él ahora. Grito Marcus y el vampiro al ver que lo perseguían se fue.
—Ya se retiró, vamos a casa, Gianna. —Dijo Dayana
—Él es un vampiro cierto. Lo vi hace un tiempo y pensé que lo habían matado; me miró y lo atacaron.
—Ay por Dios. —Dijo Dayana.
—Qué ocurre… —Pregunta Gianna.
—El vampiro puso sus ojos en ti, esto es malo. Le respondió Dayana.
—Seré su cena o algo así. —Preguntó y Dayana sonrió.
—Creo que quiere comerte en todo sentido… —respondió diana pícara.
—Vamos, las acompaño y ese imbécil no va a comerse a nadie de mi reino. Habló Marcus y regresaron al castillo.