"He regresado de las profundidades del infierno, un viaje oscuro y tortuoso, para reclamar lo que me pertenece. Soy Lucía Casanova, la única heredera de una dinastía marcada por la traición y el secreto. Mis enemigos pensaron que podían arrebatarme mi legado, pero no conocen la furia que despierta en mí la injusticia. Ahora, con cada paso que doy, el eco de mi venganza resuena más fuerte. ¡El tiempo de la redención ha llegado!"
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Capitulo XII Dejarse llevar por el deseo.
Mientras me acomodaba en la cama, la suavidad de las sábanas me envolvió, y la calidez de Dimitri a mi lado hizo que cada duda se desvaneciera. Su mirada seguía fija en mí, como si quisiera memorizar cada detalle de mi expresión. Me sentí vulnerable y poderosa al mismo tiempo.
“¿Sabes? He soñado con este momento muchas veces”, confesó, acariciando con suavidad mi brazo. Su toque era delicado, como si tuviera miedo de romper algo precioso.
“Yo también”, respondí, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojaban. “Pero nunca pensé que fuera a suceder así”.
Él sonrió, y esa sonrisa iluminó la habitación. “A veces las mejores cosas llegan cuando menos las esperas”.
Con un impulso de valentía, me acerqué un poco más, disfrutando de la proximidad. Nuestros cuerpos estaban tan cerca que podía sentir su calor. “¿Quieres que te cuente más sobre lo que pasó en mi vida? Quizás sea el momento adecuado para abrirnos por completo”.
Dimitri asintió, su mirada se tornó seria pero llena de interés. “Me encantaría conocer más sobre ti. Cada parte de ti es importante para mí”.
Así comenzamos a compartir historias y secretos, riendo y a veces con lágrimas en los ojos. La conversación fluyó como si nos conociéramos de toda la vida. Cada palabra entre nosotros tejía un lazo más fuerte.
Eventualmente, el cansancio comenzó a hacer mella en mí. Me acurruqué contra él, sintiendo su corazón latir al mismo ritmo que el mío. En ese momento supe que había tomado la decisión correcta al abrirme a él.
“Dimitri”, murmuré antes de cerrar los ojos. “Gracias por estar aquí”.
“Siempre estaré aquí para ti”, me susurró suavemente mientras me abrazaba más fuerte.
Y así, rodeada de su calidez y seguridad, me dejé llevar por el sueño, sabiendo que este era solo el principio de algo hermoso.
Punto de vista de Dimitri
Lucia era encantadora, su iniciativa del beso me tomo por sorpresa, no supe cómo reaccionar, en un principio creí que era producto de mi imaginación, pero al darme cuenta de que era real correspondí intensamente a su beso, tuve que hacer un gran esfuerzo para controlarme y no hacerla mía en ese instante.
Nos quedamos en el sofá durante una hora, ya era tarde y la verdad no quería separarme de ella. Así que fui atrevido y le pedí se quedará conmigo esa noche. Pensé que se negaría, pero ella aceptó sin vacilación, fuimos a mi habitación y le preste ropa para dormir, me senté en la cama a esperar a que ella saliera, estaba nervioso por un momento dude de mi capacidad de resistir el hecho de que ella estuviera a mi lado.
La vi salir del baño usando solamente la camisa del pijama, mi instinto de hombre despertó, tuve que poner todo de mí para no irme encima de ella y despojarla de todo lo que llevaba puesto.
Nos fuimos a la cama a descansar, ella me contó sobre su historia y sobre cómo el desgraciado de Sebastián se burló de ella y de sus sentimientos, no podía entender como alguien puede ser tan imbécil de dejar ir a una mujer tan completa como lo era Lucia. El cansancio del día nos venció dejándonos caer en los brazos de Morfeo.
Al día siguiente desperté con la sensación de que todo lo vivido el día anterior era un sueño, busque a Lucia en mi gran cama y me di cuenta de que ya no se encontraba a mi lado, supuse que estaba en el baño, así que me levanté, llame a la puerta, pero no obtuve respuesta, ella no estaba ahí. Salí de mi habitación con el temor de que ella se hubiera ido mientras dormía; sin embargo, el esquisto aroma del café inundó mis sentimientos, camine hasta la cocina y ahí estaba ella usando solamente una de mis camisas, preparando el desayuno.
“Me puedo acostumbrar a esto”. Dije acercándome a ella.
“Bueno señor Ivanov, esto es algo que no suelo hacer, pero por lo bien que se ha portado conmigo haré una excepción”. Explicó sonriendo.
“¿Necesitas ayuda?”. Pregunte mientras me servía un poco de café.
“Ya solo falta poner la mesa, puedes ayudarme llevando los platos”.
Camine a la despensa y tome algunas cosas de la vajilla, los puse sobre la mesa y espere a que Lucia llevará el desayuno, una vez estuvo servido nos sentamos a comer como si fuéramos una pareja.
“Te quedó delicioso el desayuno”. Quise elogiarla sinceramente.
“Gracias, lo preparé con mucho cariño”. Dijo sonriendo.
“Estuve pensando que como es fin de semana podemos pasarlo juntos”. Propuse dejando los cubiertos sobre la mesa para esperar su respuesta.
“Me parece buena idea, ¿tienes algo pensado?”. Me pregunto llevando un trozo de fruta a su boca.
Era demasiado sensual y ese gesto volvió a encenderme. “Si sigues haciendo esas cosas no podré controlarme”, le advertí.
“No te estoy pidiendo que te controles”. Su respuesta me dejó sin palabras, era una invitación clara de lo que ella quería, sus ojos me decían que diera el siguiente paso, así que me levanté de mi silla y la tomé de la mano haciendo que ella también se levantará, nuestras miradas se cruzaron, pero antes de continuar le hice una pregunta, “¿Quieres que continúe?”.
Ella asintió con la cabeza, eso fue suficiente para adueñarme de su boca, la bese como si fuera el fin del mundo, recorrí su hermosa figura con mis manos, poco a poco fui desabrochando la camisa que llevaba puesta, se la quité con mucha delicadeza dejando al descubierto una verdadera obra de arte. Empecé a recorrer la suavidad de su piel pasando por cada una de sus curvas, ella me ayudó a quitarme el suéter que llevaba puesto dejando al descubierto mis pectorales, su mirada se oscureció aún más y comenzó a explotar mi pecho con sus manos, sus caricias eran adictivas haciéndome querer más de ella.