En Esta Segunda Vida Seré Villana

Tras ver llegar a Marta, el emperador preguntó.

—¿Qué ha pasado?—pregunta el emperador y Marta, segura de que su magia funcionará, comenzó a usar la magia de manipulación de mente en el emperador.

Después de eso, ella habla.

—Esposo, ha pasado una injusticia, fui avergonzada públicamente, no sé qué va a hacer de mí— dice ella de manera exagerada y el hombre, aunque no está bajo la influencia de Marta se conmueve.

—¿Quién se atreve a avergonzar a la emperatriz de este imperio?—preguntó él un poco enojado.

Marta sonríe.

—La esposa del primer ministro se atrevió a agredirme, como soy miembro de la familia imperial, lo justo es que se le haga un juicio público a esa familia, ellos han cometido el crimen de herirme, todos deben de morir — dice ella mientras llora y el emperador, quien estaba en sus cinco sentidos, se alarmó con la propuesta de Marta.

—¿Qué acabas de decir mujer?—dice él mientras aleja a Marta de su cuerpo.

Esta se sorprendió ante ese actuar del emperador.

—He dicho que esa familia debe morir, me han hecho daño— dice ella y el hombre se enoja.

—¿Te has vuelto loca? Cómo voy a eliminar a la segunda familia más importante del imperio, la situación debe de ser tomada más en serio, haré una investigación, si es como dice, haré justicia, pero esa familia de ministros no deben de morir sin cometer traición— dice él con el entrecejo fundido, no le agrada para nada la idea de Marta.

Ante la palabra del emperador, Marta siente que le acaban de lanzar un cubo con agua fría.

No esperaba que el emperador diga tales palabras, cuando se supone que estaba bajo su influencia.

Ella una vez más usó su poder, para obligarlo a hacer su voluntad.

—Como tu esposa, debes de hacerme justicia, es lo menos que puedes hacer por mí— grita ella y el emperador no está dispuesto a escuchar sus palabras sin sentidos.

—Marta creo que te has vuelto loca, será mejor que te vayas a tu habitación, pienso que debes meditar en tus palabras— dice molesto y la pequeña víbora, quien había escuchado todo, decide ayudar a su madre.

—Padre, sentí mucho miedo cuando vi que mi madre estaba siendo agraviada, debes de hacer lo que ella dice— expresa Tania y el emperador se enoja aún más.

—Tú también vete a tu habitación, y espero que al salir, no tengas esas ideas tan ridículas— dice el emperador, y después manda a llamar a sus guardias, para que saquen a madre e hijas de la oficina, y la lleven a sus habitaciones.

También mando a que ambas estén vigiladas, para evitar que hagan cosas peligrosas.

Ambas iban haciendo un escándalo, y uno de los aliados de Dayana fue a decirle lo sucedido y ella estaba contenta. En ese momento ella estaba con Berta.

La maestra de etiqueta estaba a su lado y vio su sonrisa, lo que deduce que algo está tramando.

Después de que aquella persona las dejó solas, ella le preguntó.

—Princesa, me imagino que usted tiene algo planeado— dice Berta.

Con una sonrisa maliciosa, la niña dice.

—Te darás cuenta los próximos días— promete ella y la baronesa lo entiende.

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Durante los próximos días, la cosa para Marta se puso de mal en peor, puesto que, ya que el emperador estaba libre de su embrujo, cuando los nobles que fueron a hacer la investigación llegaron a él, que le dijeron todo lo que lograron investigar, el hombre estaba que no lo calentaba ni el sol, y más por las quejas del señor primer ministro.

Estaba más enojado que nunca por los actos tan malos de aquella mujer, ya que según lo investigado por esos nobles, aquella mujer se roba los fondos del pueblo y los gasta en vanidades y en apuestas.

Cuando se mandó a buscar para pedir una explicación, con todo el descaro del mundo, negó todo.

—Esposo, debes de creerme solo a mí, soy tu esposa la mujer que amas en tu corazón, no puedes creer lo que dicen estos viejos, saben que me odian y harían todo para culparme— dice ella y eso enojó más al emperador.

—Marta, creí que serías capaz de llevar el puesto de emperatriz con altura, pero por lo que veo, he cometido el error más grande de mi vida, Dalia nunca hizo una bajeza así, ella era una buena emperatriz— expresa el emperador molesto y Marta se acerca a él para usar su magia, pues nota que el hombre estaba nuevamente fuera de su dominio.

—No, me he estado esforzando, esposo no debes de creer en lo que dicen de mí, es todo una calumnia— dice ella y en respuesta el emperador la aparta de su cuerpo.

—Ya basta de hablar estupideces, las pruebas están delante de mí, eres una mujer terrible, no solo ofendes a la esposa del primer ministro, sino que eres una ladrona, te exijo que devuelvas lo robado en un plazo de 24 horas, o te mando al calabozo de por vida, en total son diez millones de monedas de oro, y no quiero que falte una sola. No sé por qué me casé con una mujer tan de moral pobre como tú, y aún más porque me divorcié de Dalia— dice él con pesar y Marta abre los ojos como plato.

No entiende cómo su magia de manipulación estaba fallando, cuando durante años aquella magia le ha sido útil.

Ella intentó hacer el mismo truco de siempre, pero no obtuvo nada.

Más sin embargo, el emperador la mandó a sacar de la sala del trono, y le hizo prometer que devolverá el dinero del pueblo.

En esos momentos, Marta sintió el verdadero terror.