Logan es un joven empresario destinado a heredar la dirección de la empresa familiar, pero hay una condición: debe estar casado. Seguro de cumplir el requisito, anuncia a su padre que pronto presentará a Irina, su novia, y le pedirá matrimonio durante el cumpleaños de su madre. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que Irina lo engaña con su mejor amigo. Herido y lleno de rabia, un accidente de auto lo lleva al hospital, donde su vida toma un giro inesperado.
Cuando su padre le exige respuestas sobre su supuesta novia, Logan improvisa desesperadamente y señala a Emma, una joven y amable enfermera, como su prometida. Ahora, debe convencerla de participar en su farsa para salvar su futuro profesional.
Lo que comienza como un acuerdo temporal pone a prueba los corazones de ambos. ¿Podrán mantener la mentira sin caer en el juego de las emociones? Entre secretos, atracción y el riesgo de perderlo todo, Logan descubrirá si es posible volver a creer en el amor.
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Momentos incómodos
El médico llegó puntualmente a la habitación de Logan, era un hombre de mediana edad con una expresión tranquila, acostumbrado al caos controlado de la clínica. Saludó primero a Emma con familiaridad, algo que no pasó desapercibido para la madre de Logan, quien sonrió con dulzura al observar la escena, y mucho menos para William, cuyo ceño se frunció apenas. Sin demora, el galeno se dirigió a Logan para explicarle las instrucciones de cuidado.
—La movilidad de tus piernas irá regresando gradualmente, Logan, pero es vital que sigas las indicaciones al pie de la letra y asistas a las sesiones de rehabilitación —dijo, mientras revisaba algunos documentos. Luego, con un gesto profesional, agregó—: Aquí tienes tu próxima cita de control en quince días.
Logan asintió, agradeciendo al médico con una cortesía breve, sin añadir nada más. Emma, por su parte, escuchaba atentamente, incluso tomando nota mental de lo que podría ser útil recordarle más adelante. El médico intercambió un par de comentarios triviales con la familia antes de despedirse, dejando a todos en un silencio que rápidamente se tornó tenso.
Emma, buscando evadir el incómodo ambiente, tomó los mangos de la silla de ruedas de Logan, inclinándose un poco hacia él.
—Te acompaño hasta el estacionamiento—dijo con suavidad, como si su gesto fuera más un deber profesional que personal.
—Espera —intervino William, su voz seca y cortante—. ¿Estás segura de que puedes manejarlo sola? No queremos que le ocurra otro accidente a mi hijo.
Emma lo miró, sorprendida y algo herida por el comentario. Antes de que pudiera responder, Logan habló con un tono que, aunque tranquilo, llevaba un matiz de advertencia.
—Emma sabe perfectamente cómo manejar una silla de ruedas, papá. Si no estuviera capacitada, no estaría aquí. Además, ha estado trabajando sin descanso para cuidar de mí, incluso más allá de lo necesario.
William soltó un bufido, evidentemente insatisfecho con la defensa de su hijo, pero decidió no continuar. La madre de Logan, en un intento por suavizar la situación, colocó una mano sobre el brazo de William.
—Vamos, cariño. No hagamos esto más difícil. Logan está en buenas manos —dijo, mirando a Emma con una sonrisa amable, aunque un tanto distante.
Emma no respondió, pero se limitó a empujar la silla de ruedas hacia la salida, con Logan observándola desde su asiento. Cuando llegaron al estacionamiento, el lujoso automóvil familiar ya los esperaba, junto con un chofer impecablemente vestido y un guardaespaldas que se apresuró a ayudar a Logan a subir al automóvil.
El ambiente, se sentía más relajado lejos de William, aunque aún persistía cierta incomodidad, por eso Emma había decidido quedarse junto a la madre de Logan. Mientras Logan se acomodaba en el asiento trasero del auto, su madre se acercó a Emma.
—Querida, no seas tímida. Sube al auto y despídete de Logan como corresponde —le dijo la mujer con una sonrisa dulce, pero insistente.
Emma vaciló. No estaba segura de qué esperaba la señora Reese, pero no quería levantar sospechas, así que accedió. Subió al vehículo y se sentó al lado de Logan, quien al verla entrar suspiró discretamente y la observó con la pregunta clara en sus labios.
—Su madre quiere que nos despidamos— le dijo ella. Él asintió.
El silencio entre ellos fue breve. Logan, al notar que su padre se acercaba al auto, tomó a Emma con cuidado por la nuca, acercándola a él mientras murmuraba:
—Mi padre viene.
Antes de que Emma pudiera protestar, Logan la besó suavemente. Fue un gesto calculado, lo justo para mantener las apariencias, pero Emma no pudo evitar tensarse ante el contacto. Aunque intentó resistirse al principio, cedió al escuchar los pasos acercándose al auto.
Cuando William llegó, carraspeó para anunciarse, y ambos se separaron con rapidez. Emma, todavía algo aturdida por el beso, intentó recuperar la compostura.
—Iré a verte a tu departamento cuando termine mi guardia —dijo, tratando de sonar natural.
La madre de Logan intervino antes de que él pudiera responder.
—Nada de departamento, querida. Logan vendrá a casa con nosotros. Allí estará más cómodo y mejor cuidado.
La sorpresa en el rostro de Logan fue evidente.
—Mamá, puedo manejarme perfectamente solo. No necesito...
—No estás en condiciones de arreglártelas por tu cuenta, Logan —lo interrumpió William, con un tono severo—. Y, además, tu novia no podrá estar contigo. Ella misma dijo que tiene que trabajar.
Emma sintió cómo la incomodidad volvía a instalarse en el ambiente. Sin embargo, decidió defenderse con firmeza.
—Es cierto. Tengo aún unas horas más de guardia. Pero estaré pendiente de Logan en cuanto termine.
La madre de Logan le dedicó una mirada comprensiva.
—No te preocupes, Emma. Un chofer pasará por ti al hospital para llevarte a nuestra casa. Así podrás estar con Logan sin ningún problema.
Emma quiso replicar, pero no encontró argumentos válidos. Su corazón latía rápidamente, no solo por la presión de la familia Reese, sino por el creciente peso de la farsa que estaba viviendo.
Finalmente, el auto se puso en marcha. Emma observó cómo se alejaba, sintiéndose atrapada en una red de expectativas ajenas y decisiones propias. Por su parte, Logan, mirando por la ventana, no pudo evitar preguntarse si todo aquello —el contrato, el beso, las mentiras— terminaría siendo el mayor error de su vida.
Cuando su día de trabajo terminó, eran poco más de las doce de la noche, Emma se dirigió a su casillero, buscó todas sus pertenencias y caminó hacia la calle dispuesta a pedir un taxi para ir a casa. Al estar fuera, vio un vehículo que le recordó que eso no sería posible, el chofer de la familia de Logan estaba parado junto al automóvil, con la puerta abierta para que ella subiera.
Con un suspiro cansado la muchacha caminó hacia él y se subió, mientras viajaban cerró los ojos y el cansancio le pasó factura.
Emma se sentía muy cómoda sobre la mullida y suave cama, abrió los ojos, parpadeó, tratando de procesar dónde estaba y cuando vio a Logan que la observaba con una mezcla de enojo y curiosidad desde su silla de ruedas, comprendió que se había quedado dormida.
—¿Qué... qué pasó? —preguntó, todavía aturdida mientras miraba alrededor. La habitación era amplia, decorada con un estilo clásico y lujoso que gritaba opulencia por cada rincón. No había dudas, estaba en la casa familiar de Logan.
Él cruzó los brazos y respondió manteniendo una expresión distante.
—Te quedaste dormida en el auto. El chofer no quiso despertarte, así que te trajeron aquí. Supuse que preferirías dormir en una cama en lugar de en el coche.
Emma frunció el ceño, tratando de ocultar su incomodidad. Había algo extraño en estar siendo observada tan de cerca por Logan, especialmente después de todo lo que había ocurrido el día anterior.
—Podrías haberme despertado tú —replicó con una mezcla de reproche y nerviosismo mientras se pasaba una mano por el cabello despeinado.
—Intenté hacerlo —dijo él con un deje de ironía—, pero te moviste como si quisieras golpearme. Decidí que no quería arriesgarme a salir lastimado.
A pesar de todo, Emma sonrió levemente. Logan parecía tener una habilidad especial para desarmarla con sus comentarios. Sin embargo, la incomodidad volvió rápidamente al recordar dónde estaba.
—¿Quién me trajo a esta habitación?
—mi guardaespaldas—respondió Logan como si fuera lo más natural del mundo—. Mi madre insistió en que te sintieras cómoda. Ella también tiene ciertas... expectativas sobre nuestra relación, como habrás notado.
Emma dejó escapar un suspiro y miró al techo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Esto es demasiado. Anoche, mientras estaba en la clínica, pensé en todo esto. Y, honestamente, me pregunté si hice bien al aceptar.
Logan la miró con seriedad por un momento.
—¿Qué dices? ¡No puedes echarte atrás! Estaba todo muy claro en el contrato- dijo suavemente.
Emma lo observó fijamente, como si estuviera evaluándolo. Finalmente, suspiró y bajó la mirada.
—Lo sé, sé que no tengo otra opción. Estoy en el baile, así que debo bailar, ¿cierto?
Logan soltó una pequeña carcajada, aunque había algo de cansancio en sus ojos.
—Eso es lo que quería escuchar. Pero si sirve de algo, yo tampoco estoy particularmente encantado con esta situación.
—Eso lo hace mucho mejor —dijo Emma con ironía, mientras se levantaba de la cama. Luego lo miró directamente—. ¿Qué se supone que haga ahora?
Logan se encogió de hombros.
—Mi madre querrá conocerte mejor, así que probablemente te invite a desayunar con ella. Por otro lado, mi padre estará buscando cualquier oportunidad para hacerte sentir incómoda. William no confía en nadie, y no será fácil convencerlo de que nuestra relación es genuina.
Emma apretó los labios. El recuerdo de la actitud hostil de William seguía fresco en su mente, y no podía evitar sentir un leve escalofrío al pensar en enfrentarlo de nuevo.
—Genial. Eso era justo lo que necesitaba escuchar —dijo con sarcasmo, ajustándose el cabello y suspirando—. Supongo que debo cambiarme antes de enfrentar todo esto.
Logan señaló un armario al fondo de la habitación.
—Mi madre hizo que prepararan algunas cosas para ti. Espero que no te moleste.
Emma asintió en silencio, aunque la idea de que alguien más eligiera ropa para ella la hacía sentir un poco intranquila. Se dirigió al armario y, al abrirlo, se encontró con un par de vestidos sencillos pero elegantes. Tomó uno al azar y se giró hacia Logan.
—¿Puedo tener un poco de privacidad?
Logan rodó los ojos pero giró la silla hacia la puerta.
—Saldré, pero si necesitas algo, solo llama. Después de todo, estamos juntos en esto.
Emma no respondió, y lo observó salir de la habitación. Mientras se cambiaba, no pudo evitar pensar en todo lo que estaba por venir. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que no podía echarse atrás ahora. Estaba atrapada en una farsa, y la familia de Logan sería su mayor desafío.
Maldito logan espero que te quedes solo.
Emma aguanta que más da ya no intentes entenderlo porque te trata peor que zapato viejo.