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Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Status: Terminada
Genre:Completas / Doctor / Amor a primera vista / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Polos opuestos enfrentados / Mujeriego enamorado
Popularitas:10.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Soy Bárbara Pantoja, cirujana ortopédica y amante de la tranquilidad. Todo iba bien hasta que Dominic Sanz, el cirujano cardiovascular más egocéntrico y ruidoso, llegó a mi vida. No solo tengo que soportarlo en el hospital, donde chocamos constantemente, sino también en mi edificio, porque decidió mudarse al apartamento de al lado.

Entre sus fiestas ruidosas, su adicción al café y su descarado coqueteo, me vuelve loca... y no de la forma que quisiera admitir. Pero cuando el destino nos obliga a colaborar en casos médicos, la línea entre el odio y el deseo comienza a desdibujarse.

¿Puedo seguir odiándolo cuando Dominic empieza a reparar las grietas que ni siquiera sabía que tenía? ¿O será él quien termine destrozando mi corazón?

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Haciendo un favor.

La noche está tranquila y, como siempre, mi cabeza rebosa de pensamientos y preocupaciones ajenas al trabajo. Es tarde, muy tarde, y yo, por supuesto, ya he terminado mi jornada. El hospital ha estado repleto de casos complicados hoy, pero por suerte, no he tenido que quedarme mucho más después de mi turno habitual. A esta hora ya debería estar en casa, disfrutando de una bebida fuerte, relajándome con alguna playlist electrónica o tal vez mirando alguna serie en mi sofá. Es lo que suelo hacer para olvidarme de todo por un rato. Pero, en fin, aquí estoy, parado frente a la oficina de la Doctora Pantoja.

Bárbara sigue atrapada en su montaña de trabajo, como siempre, la famosa doctora modelo, la que nunca deja de ser la imagen perfecta del profesionalismo pero con una aptitud bastante interesante. Mientras yo, sin embargo, intento adaptarme a la rutina con mi propio estilo, que, admitámoslo, no es nada convencional.

La miro desde la puerta abierta de su oficina. Está tan concentrada que ni siquiera me nota al principio. Al final, decido hablar.

—¿Trabajando tarde, Pantoja? —le pregunto, medio en tono burlón, pero sin malicia.

Ella me lanza una mirada rápida, levantando los ojos de la pantalla, pero no me responde de inmediato.

—Sí, tengo un montón de cosas que hacer —responde, no parece sorprenderse de verme. Lo que es algo bueno, porque siempre me toma por sorpresa cuando alguien parece no darse cuenta de mi presencia.

La miro fijamente por unos segundos, me cruzo de brazos y la observo. Es imposible no notar que su rostro está cansado, pero aún así, tiene una actitud imparable.

—Nada nuevo —respondo con un tono de comprensión. De alguna forma, me siento identificado.

Decido empezar a irme, pero antes de que me dé la vuelta, su voz me detiene.

—Oye, Dominic —dice, sin mirarme—. Necesito un favor.

¿Un favor? Miro hacia la puerta, sin saber si es una invitación a escapar o una que me hará quedarme en la jungla del trabajo un poco más de tiempo.

—¿Un favor? —repito, levantando una ceja.

—Sí. Necesito que... —Ella parece dudar por un segundo, como si no estuviera acostumbrada a pedir favores. Lo curioso es que siempre parece tener todo bajo control—. ¿Puedes ir a mi apartamento a alimentar a mis gatos?

Ah, los gatos. ¿Por qué no me sorprende? Siempre he creído que las personas que se dedican a la medicina tienen algún tipo de relación especial con los animales. Como si las mascotas fueran una especie de terapia para la tensión constante que sienten.

—¿Qué? —pregunto, realmente sorprendido—. ¿No puedes hacerlo tú misma?

Ella me lanza una mirada un poco más seria.

—No terminaré ahora y ellos tienen su hora fija de comer, Dominic. Pero si no puedes olvídalo, llamaré a mi madre si no estás dispuesto —responde, casi rogando. Sé que no es algo que diga a menudo, así que, aunque me río por dentro, acepto.

—Vale, vale. Pero no soy tu mayordomo, ¿eh? —respondo en tono sarcástico, y ella me lanza una mirada desafiante, como si estuviera por decir algo, pero finalmente solo suspira.

Me lanza las llaves sin dudar.

—Te las dejo. Ah, y no toques nada. No husmees por ahí, ¿me oyes? —Me lanza la advertencia, como si fuera un niño.

Es una pequeña provocación, y por alguna razón me da curiosidad. Pero me guardo mis pensamientos para mí mismo y le hago un gesto con la cabeza.

—Claro, no soy un metiche —respondo, sonriendo en mi mente ante la forma en que intenta controlarme, como si pudiera.

Al llegar a mi apartamento, cierro la puerta con fuerza, quitándome la chaqueta de hospital y dejando mi bolsa sobre el sofá. Es tarde, demasiado tarde para seguir pensando en el trabajo. Pero la realidad es que la gente del hospital no sabe cuándo parar. Bárbara, especialmente, tiene una manera de mantenerse inalcanzable, perfecta. Como si siempre estuviera en control. Lo cual, debo admitir, me intriga ¿Como sería en la cama?.

Me quito la camiseta y entro al baño, no quiero perder más tiempo. Después de un día largo y caótico, una ducha rápida es todo lo que necesito para relajarme un poco. El agua caliente cae sobre mi piel, y cierro los ojos, disfrutando de un momento que rara vez me permito. Con el agua corriendo, decido hacer algo que rara vez hago: llamar a mis padres. Lo hago por hábito, aunque sé que me regañarán por estar despierto a estas horas. Pero no importa, siempre me hacen sentir un poco más tranquilo.

«¿Qué tal, hijo? ¿Cómo estás?» me pregunta mi madre, con la voz cálida y tranquila, como siempre. Me siento más relajado al escucharla. Mi padre también se une, pero se enfoca más en preguntar cómo va mi carrera, si sigo buscando "mejorar" mis habilidades, lo típico. A veces me gustaría decirles que no todo se trata de subir la escala profesional, pero me callo y dejo que continúen.

Después de un rato, salgo de la ducha, me cubro con la toalla rápidamente porque es lo primero que encuentro y me doy cuenta de lo tarde que es. Al final, me apresuro y no quiero perder más tiempo. ¡Tengo que ir a alimentar a esos gatos! Bárbara tiene mucha suerte de que le haya hecho este favor.

Es entonces cuando mi mente hace clic, y me doy cuenta de lo ridículo que es todo esto. ¡Nunca en mi vida he ido a alimentar los gatos de nadie! Pero bueno, si eso me da una excusa para ver cómo es realmente su vida, cómo vive detrás de esa fachada profesional, tal vez sea algo interesante.

En cuanto llego frente a su apartamento, miro la puerta, me lanzo un último vistazo para asegurarme de que las llaves que ella me dio son las correctas, y entro. Un pequeño resoplido escapa de mi pecho, sintiéndome algo extraño. Nunca había estado en el apartamento de una colega fuera del trabajo, y mucho menos en esta situación tan... rara. Con las llaves en mano, entro sin pensarlo mucho.

El lugar está tranquilo, se siente limpio y ordenado, aunque no de la manera impersonal en que lo haría alguien con una vida perfectamente organizada. No, aquí hay algo personal. Cosas que no esperaba de ella. No es el tipo de lugar que esperaría encontrar, pero es... acogedor. La decoración es modesta, pero se nota que ha invertido en su espacio.

No soy de los que se fijan en detalles de la decoración, pero en cuanto paso al pasillo y veo las fotografías en las paredes, los pequeños adornos sobre la mesa, algo en mí se mueve. No sé por qué, pero me siento más cercano a ella, como si hubiera una pequeña grieta en esa fachada de perfección.

Los gatos están en una especie de casa elevada en madera con pasillos pequeños y cuerdas que se extienden por todas las orillas de las paredes, mirándome como si estuvieran esperando que hiciera algo. “Ok, chicos, alimentarse”, murmuro, buscando la comida. Pongo el plato en el suelo, y con ellos ocupados, decido echarle un vistazo más al lugar. Ya sabes, por curiosidad.

Por un momento me pregunto si realmente vale la pena estar aquí, pero en cuanto me doy cuenta de que estoy justo en el apartamento de Bárbara, siento que la curiosidad no es algo que deba ignorar. Tal vez la próxima vez tendré que ser un poco más... precavido.

Si no fuera porque ella es tan... rara, tal vez no habría aceptado. Pero hay algo curioso en ella, algo que me intriga. Quizás sea esa calma con la que siempre parece tener todo bajo control, o tal vez solo es el hecho de que siempre parece tan perfecta y eso me da la impresión de que tiene algo que ocultar.

No es tan difícil llevarse con ella aunque a veces me hace arrancar los pelos de la cabeza, hasta que un pensamiento tonto me atraviesa la mente. ¿Por qué demonios estoy haciendo esto? ¿Alimentando a los gatos de Bárbara Pantoja como si fuera su empleado?

La duda me llega, pero intento apartarla. Sin embargo, me doy cuenta de que la habitación tiene algo curioso, como una sensación de... ¿fragilidad? ¿No es extraño que alguien tan perfecto tenga una vida tan, aparentemente, normal?

Poco después de que los gatos se llenan hasta más no poder y empiezo a observar más el lugar.Dominic

Me digo a mí mismo que no debería estar aquí, pero maldita sea, la curiosidad me mata. Después de alimentar a los gatos y limpiar el pequeño desastre de comida que hicieron en el suelo, me encuentro mirando la puerta entreabierta de su habitación. ¿Qué tan privado puede ser un cuarto, después de todo? Nadie lo sabrá, me convenzo. Solo quiero echar un vistazo rápido.

El espacio es… sorprendentemente ordenado, para alguien que siempre parece estar corriendo de un lado a otro. La cama está perfectamente hecha, con un edredón gris oscuro que parece más cómodo de lo que debería. Hay un aroma ligero a vainilla, probablemente de la vela en la mesita de noche. Pero lo que realmente llama mi atención es la cómoda.

¿Qué guarda alguien como Bárbara aquí?

Me acerco, casi en automático, y abro uno de los cajones superiores. La ropa interior está perfectamente doblada, pero lo que me sorprende es lo provocativo del contenido. Seda, encajes… algunas piezas parecen directamente sacadas de una revista de lencería. ¿La chica recta y seria del hospital usa esto? No puedo evitar soltar una risa baja. Esto es inesperado.

Paso al siguiente cajón, porque ya estoy demasiado metido como para detenerme. Este tiene pijamas más simples, pero igual de femeninos. Siento un pequeño remordimiento por invadir su privacidad, pero me digo que es su culpa por dejarme entrar aquí. Siento como se me pone dura. Maldición ¿A caso soy un maldito pervertido? ¿Desde cuándo tenía este tipo de fetiche? Un virgen como yo.

Luego veo el armario. Una parte de mí piensa que debería detenerme, pero otra, mucho más fuerte, me empuja a abrirlo. Las prendas cuelgan perfectamente organizadas, ordenadas por color. Abajo, sin embargo, hay una caja de cartón sin tapa. Me agacho, y lo primero que veo me deja congelado.

Es… ¿un consolador? Y no uno discreto. Es enorme, negro, y parece que ha tenido bastante uso. Cierro los ojos y suelto una risa contenida. Bárbara, la impecable y profesional Bárbara, tiene un lado mucho más interesante de lo que jamás imaginé.

Al lado del juguete hay una máscara negra de encaje y un conjunto de cosplay de conejita: orejas, un body ajustado y medias de red. Estoy completamente absorto, tratando de imaginarla con eso puesto, cuando escucho el sonido de una llave girando en la cerradura.

Mierda.

Salgo disparado del cuarto y cierro la puerta de un tirón, tratando de parecer inocente. Estoy todavía en toalla, y ni siquiera tengo tiempo de pensar en qué hacer cuando dos personas mayores entran al apartamento.

—¿Y tú quién eres? —pregunta un hombre mayor con un aire protector, claramente molesto por mi presencia.

—Soy Dominic… un vecino y colega de Bárbara —respondo, mientras trato de no verme culpable.

—¿Por qué estás aquí y… en toalla? —pregunta la mujer, cruzando los brazos y mirándome de arriba abajo con obvia desconfianza.

Trago saliva, buscando una excusa. Esto no puede empeorar, ¿verdad? ¿Que demonios puedo decirles sin sonar un maldito pervertido? ¿Qué demonios? Y, de alguna manera, me siento incómodo. ¿Por qué?

Ellos me miran sorprendidos, como si no esperaran ver a un hombre, y mucho menos a uno con una toalla alrededor de la cintura.

Me quedo congelado, incapaz de decir nada, mientras los ojos de su madre se ensanchan con sorpresa por mi pëne erectö.

—¿Quién... quién eres? —pregunta el padre de Bárbara, con una mirada crítica.

Mi mente empieza a trabajar a mil por hora, buscando una excusa. Pero no me llega nada inteligente. Ni mierdas.

—Soy Dominic Sanz. Un amigo de Bárbara —respondo, con la mayor naturalidad que puedo, mientras trato de recuperar mi compostura.

—¿Amigo? —pregunta la madre, no parece muy convencida.

¿Un amigo? Tal vez... Pero en realidad nunca lo he sido.

Después de un momento incómodo, el padre de Bárbara hace un gesto con la mano.

—Bueno, ¿por qué no te pones algo de ropa y esperamos a que Bárbara llegue? —dice, claramente incómodo, mientras ambos me miran con una mezcla de confusión y duda.

Asiento, aún sin saber cómo salir de esta situación.

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Iliana Oliva Remon
🌺🌺🌺💐🌺
mar rodriguez
es el finsl??
Mckasse Escritora: primera parte
total 1 replies
Emérita Soledad Briones Oyarce
ah se me olvidó decirle que quité todos los me gusta
Emérita Soledad Briones Oyarce
no lo puedo creer pensé que la autora era más seria pero es tan fome dejar el final o lo mejor en blanco no me atraen así siempre pensando en ella que a los lectores
Marcela
5 capítulos van pasando y sigue comenzando a escribir la historia le voy a prestar una lapicera se ve que no le anda. Así la escriben de una vez
Marcela
Excelente
Eret Lopez
Dominic te dicen MI ALMA y YA QUIERES LA RECIDENCIA
Eret Lopez
Bárbara EL TE VA A CONQUISTAR A TI
Eret Lopez
Las PERSONAS LLEGAN a NUESTRA VIDA PARA DISFRUTAR y VALORAR LA VIDA
Eret Lopez
Bárbara está GUAPO y TIENE BUEN CULO AHORA FALTA que TE SEPA CONQUISTAR
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