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Susurros Del Más Alla | Ecos Del Pasado

Susurros Del Más Alla | Ecos Del Pasado

Status: Terminada
Genre:Completas / Romance paranormal / Amor-odio / Leyendas de fantasmas / Escena del crimen / Casos sin resolver / Fantasía LGBT
Popularitas:985
Nilai: 5
nombre de autor: R.K. Everheart

Cuando Elliot, un estudiante universitario, empieza a experimentar extraños sucesos en su hogar, nunca imagina que está a punto de adentrarse en un misterio que trasciende la vida y la muerte. La aparición inesperada de Blake, un fantasma atrapado entre dos mundos, desencadena una serie de eventos que revelan secretos ocultos y verdades perturbadoras.

Mientras Elliot intenta ayudar a Blake a encontrar su camino al más allá, ambos descubren que la conexión entre ellos es más profunda de lo que imaginaban. En su búsqueda, se enfrentan a enigmas sin resolver, fuerzas oscuras y un pasado que no está dispuesto a permanecer en silencio.

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Ecos del pasado

El ambiente en la casa se sentía más cargado que nunca. Las cortinas estaban cerradas, filtrando una luz tenue, y el silencio solo era roto por el crujido del suelo bajo los pies de Elliot mientras caminaba de un lado a otro. Habían pasado varios días desde el enfrentamiento con Adrián, y aunque Damián se había recuperado físicamente, algo seguía alterado en él.

Elliot miraba a su amigo, que estaba sentado en el borde del sofá, jugando distraídamente con un hilo de su camiseta. Sabía que algo oscuro aún lo perseguía, incluso si no lo decía abiertamente.

—Damián... —susurró Elliot, rompiendo el silencio.

Damián levantó la vista, sus ojos verdes reflejando una mezcla de tristeza y confusión.

—¿Sí? —respondió con un tono casi apagado.

Elliot se acercó y se sentó a su lado, tomándole la mano con suavidad.

—Lo que pasó... no fue culpa tuya. Sea lo que sea eso que intenta controlarte, no estás solo. Estoy aquí para ayudarte.

Damián apretó ligeramente la mano de Elliot, pero evitó mirarlo a los ojos.

—Lo sé —murmuró—. Pero a veces siento que... no soy yo mismo. Que hay algo dentro de mí, esperando el momento adecuado para... para salir.

El silencio volvió a llenar la habitación. Elliot no sabía qué más decir. Quería proteger a Damián, pero las palabras parecían vacías frente a la gravedad de lo que habían vivido. Lo único que podía hacer era estar allí para él.

La puerta de la casa se abrió con un crujido, y Lilith entró con una sonrisa despreocupada, como si el mundo no estuviera en peligro constante. Elliot rápidamente soltó la mano de Damián, sin querer hacerla sentir incómoda.

—¡Ey! —saludó Lilith, dejando caer su bolso en una silla—. ¿Cómo están, chicos?

—Todo bien —respondió Elliot, tratando de sonar convincente.

Lilith levantó una ceja, claramente no comprando la respuesta.

—Claro, claro... —dijo, antes de girar su atención a Damián—. Oye, ¿te sientes mejor? Estabas actuando muy raro el otro día, como si estuvieras en otro mundo.

Damián forzó una sonrisa y asintió, pero Elliot sabía que era una fachada. Lilith no tenía idea de lo que había ocurrido realmente, y Damián no estaba listo para compartirlo.

—Sí, ya me siento mejor —contestó con voz suave.

Lilith pareció satisfecha con la respuesta y cambió rápidamente de tema.

—Bueno, chicos, ¿están listos para el festival de esta noche? —preguntó con emoción—. Sé que no es lo habitual para nosotros, pero me pareció que podríamos distraernos un poco. ¡He oído que habrá fuegos artificiales increíbles!

Elliot intercambió una mirada con Damián. Sabía que la idea de estar en medio de una multitud no era algo que a Damián le emocionara, pero tal vez una salida podría ayudarlo a despejarse un poco. Antes de que pudiera decir algo, Damián habló primero.

—¿Tú vas a ir? —preguntó, mirando a Elliot.

Elliot asintió, aunque con algo de duda.

—Sí, creo que sería bueno salir un rato. Además, Blake sugirió que no pasáramos tanto tiempo encerrados.

La mención de Blake hizo que Lilith frunciera el ceño.

—¿Blake? ¿Es ese amigo misterioso del que nunca he oído hablar? —preguntó, medio en broma, medio en serio.

Elliot se tensó por un momento. Lilith no sabía nada de la existencia de Blake como un fantasma, y no estaba seguro de cómo explicárselo.

—Es... complicado —respondió evasivamente.

Lilith lo miró con curiosidad, pero no presionó más el tema.

—Bueno, sea quien sea, si él dice que salgamos, ¡entonces salgamos! —anunció con una sonrisa.

La tarde pasó rápidamente. Mientras se preparaban para el festival, Elliot sentía una mezcla de inquietud y anticipación. No podía evitar pensar en Adrián, en lo que había dicho sobre el destino de Damián. Todo lo que sabían sobre él estaba envuelto en un misterio, y aunque había desaparecido temporalmente, Elliot sabía que su regreso era inevitable.

Finalmente, cuando el sol comenzó a caer y las primeras luces del festival comenzaron a iluminar las calles, el grupo se dirigió hacia la plaza principal. Lilith, emocionada, lideraba el camino, mientras Damián caminaba en silencio al lado de Elliot. La energía en el aire era palpable; había música, risas y un ambiente festivo que contrastaba completamente con la tensión que Elliot sentía en su interior.

—Oye —susurró Damián, mirando a su alrededor con incomodidad—. Esto no es exactamente mi ambiente.

Elliot sonrió, entendiendo su incomodidad.

—Lo sé. Pero tal vez sea bueno para ambos despejarnos un poco.

Sin embargo, a pesar del ambiente festivo, Elliot no podía sacarse de la cabeza la sensación de que algo estaba mal. Sentía la mirada de alguien sobre él, una presencia que no podía identificar. Se detuvo por un momento, mirando a su alrededor, pero todo parecía normal.

—¿Pasa algo? —preguntó Damián, notando la repentina inquietud de Elliot.

—No, creo que... solo estoy un poco paranoico —respondió, tratando de calmarse.

Pero mientras avanzaban por la multitud, un destello familiar llamó su atención. A lo lejos, en la penumbra de los árboles, Elliot creyó ver una figura alta y oscura. Su corazón se aceleró.

—Damián... —susurró, agarrándolo del brazo—. Creo que lo vi.

Damián se tensó, sus ojos recorriendo el lugar donde Elliot había señalado.

—¿Adrián? —preguntó en un murmullo, con una mezcla de miedo y rabia en su voz.

Elliot asintió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. No estaban solos esa noche, y la tranquilidad del festival era solo una máscara. Sabía que algo más grande estaba a punto de suceder.

La música del festival llenaba el aire, y aunque la multitud alrededor de ellos parecía ajena a cualquier peligro, Elliot no podía sacudirse la sensación de que algo estaba a punto de suceder. El destello de la figura que había visto en la distancia seguía clavado en su mente. ¿Era realmente Adrián? No podía estar seguro, pero había algo en esa presencia que lo inquietaba profundamente.

—Damián, ¿estás seguro que estás bien? —preguntó Elliot, mientras ambos seguían caminando lentamente hacia la plaza principal, donde Lilith los esperaba.

Damián miró a Elliot con una sonrisa forzada, claramente intentando tranquilizarlo.

—Estoy bien —respondió—. Solo no me gustan las multitudes, lo sabes.

Elliot asintió, pero no estaba convencido. Conocía bien a Damián, y aunque no hablaba mucho sobre sus emociones, había aprendido a leer los pequeños signos de inquietud en él. Ahora, mientras caminaban en medio de la algarabía del festival, Damián parecía aún más retraído de lo habitual, como si algo más profundo lo estuviera atormentando.

De repente, un destello de luz iluminó el cielo, anunciando el comienzo de los fuegos artificiales. Las explosiones de color atrajeron la atención de la multitud, y por un momento, el miedo de Elliot se disipó mientras observaba las luces danzar sobre ellos.

—¡Mira eso! —exclamó Lilith desde más adelante, señalando los fuegos con emoción. Su alegría era contagiosa, y Elliot intentó relajarse, al menos por un momento.

Damián, sin embargo, seguía tenso a su lado.

—Elliot... —murmuró de repente, con la voz apenas audible por encima del ruido de la multitud—. Lo siento.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —preguntó Elliot, desconcertado.

Antes de que Damián pudiera responder, una figura alta y encapuchada apareció entre la multitud, moviéndose con una fluidez inquietante. Era él. Adrián.

Elliot sintió que su corazón se detenía por un instante. La presencia de Adrián irradiaba una energía oscura, pero no de forma abiertamente amenazante. Era más bien... enigmática. Su mirada se cruzó con la de Elliot, y por un segundo, el tiempo pareció detenerse.

Adrián no dijo nada. Simplemente se quedó allí, observando, como si estuviera midiendo cada uno de los movimientos de Elliot y Damián. El sonido de los fuegos artificiales retumbaba a su alrededor, pero en ese momento, todo se sentía completamente silencioso.

—¿Qué hacemos? —susurró Damián, su voz temblando levemente, pero manteniéndose firme.

Elliot no respondió de inmediato. Su mente estaba trabajando a toda velocidad. Sabía que no podían simplemente enfrentarse a Adrián ahí, en medio de tanta gente, pero tampoco podían ignorar su presencia.

—Vamos a actuar como si no lo hubiéramos visto —decidió Elliot, agarrando la mano de Damián para guiarlo hacia la plaza, donde Lilith aún estaba.

Damián asintió, confiando en el juicio de Elliot, aunque su mandíbula seguía tensa. A cada paso que daban, Elliot sentía la mirada de Adrián sobre ellos, como un depredador acechando a su presa.

—¿Estás seguro de esto? —murmuró Damián, manteniendo la cabeza baja.

—No tenemos otra opción ahora —respondió Elliot en voz baja, sin soltarle la mano.

Lograron llegar hasta donde Lilith estaba, aparentemente ajena a todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Cuando vio a Elliot y Damián acercarse, levantó la mano para saludarlos con entusiasmo.

—¡Por fin! ¡Pensé que se habían perdido! —dijo, riendo.

Elliot forzó una sonrisa y le dio una palmada en el hombro.

—No, solo nos retrasamos un poco.

Pero mientras intentaba relajarse y seguir el flujo de la conversación, su mente no dejaba de regresar a Adrián. El hecho de que estuviera tan cerca, tan presente en ese momento, lo perturbaba profundamente. Y lo peor de todo es que no sabía qué quería.

La noche siguió su curso, con más fuegos artificiales y juegos de luces llenando el cielo. A pesar de la festividad, Elliot no podía sacudirse la sensación de peligro inminente. Finalmente, cuando el evento comenzó a decaer y la multitud se dispersaba, decidió que era hora de irse.

—Vamos a casa —le dijo a Damián, que parecía tan ansioso como él por alejarse del bullicio.

Lilith, por otro lado, estaba aún llena de energía.

—¿Ya? ¡Pero si apenas está comenzando lo mejor! —protestó con una sonrisa divertida.

—Lo siento, Lilith. Estoy agotado. Mañana hablamos —dijo Elliot, tratando de no sonar demasiado brusco.

Lilith frunció el ceño, pero no insistió.

—Está bien, pero me debes una salida más divertida la próxima vez —dijo, guiñándole un ojo antes de alejarse.

Elliot y Damián comenzaron a caminar hacia casa, manteniéndose en silencio. Aunque estaban más alejados de la multitud, Elliot no podía sacudirse la sensación de que Adrián los estaba observando desde algún lugar en las sombras.

Cuando finalmente llegaron a la casa, Damián fue el primero en hablar.

—Él no se va a detener, ¿verdad? —preguntó, su voz baja y preocupada.

Elliot se detuvo en la puerta, mirando el cielo oscuro.

—No lo creo —admitió—. Pero no sé qué es lo que quiere realmente.

Damián suspiró, cruzando los brazos sobre su pecho. Se veía pequeño, vulnerable, de pie bajo la luz tenue del porche.

—No sé si estoy listo para lo que sea que venga —confesó.

Elliot se acercó a él y le puso una mano en el hombro, ofreciéndole una sonrisa de apoyo.

—Lo que venga, lo enfrentaremos juntos. Como siempre lo hemos hecho.

Damián lo miró durante unos segundos, sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y algo más, algo más profundo que Elliot no pudo descifrar en ese momento.

—Gracias, Elliot. —Damián inclinó la cabeza, como si quisiera decir más, pero en ese instante, las luces de la casa parpadearon.

Ambos se giraron de inmediato hacia la puerta.

—¿Qué fue eso? —preguntó Damián, dando un paso hacia atrás.

Elliot frunció el ceño, su corazón acelerándose nuevamente.

—No lo sé... pero no me gusta.

Ambos se quedaron en silencio, mirando la puerta, sabiendo que lo que fuera que estuviera detrás de ella, no sería fácil de enfrentar.

Elliot se adelantó hacia la puerta, sintiendo una presión en el pecho. Algo no estaba bien. Las luces dentro de la casa seguían parpadeando de manera intermitente, como si una presencia invisible estuviera manipulándolas.

—No entres, Elliot —dijo Damián, su voz más grave de lo habitual—. Hay algo ahí, lo siento.

Elliot lo sabía, pero no podía quedarse paralizado. Era su casa, y si algo estaba acechando en su interior, no podía huir. Respiró profundamente y, con cuidado, empujó la puerta. El aire dentro estaba más frío de lo normal, un frío antinatural que le hizo estremecerse.

—Quédate cerca de mí, Damián —murmuró mientras ambos cruzaban el umbral.

Damián obedeció, aunque su mirada nerviosa escaneaba la habitación con inquietud. El salón parecía vacío a simple vista, pero la sensación de que alguien —o algo— estaba con ellos, era innegable.

—Blake... —susurró Elliot, esperando que el fantasma se manifestara.

El silencio fue la única respuesta al principio, pero después de unos segundos, un tenue brillo azul comenzó a formarse en una esquina de la habitación. Lentamente, la figura etérea de Blake apareció ante ellos, su expresión seria, pero más tangible que nunca.

—¿Qué sucede aquí? —preguntó Elliot, su voz llena de urgencia.

Blake no respondió de inmediato. Sus ojos parecían enfocarse en un punto detrás de ellos, como si algo invisible estuviera justo fuera de su campo de visión.

—No están solos... —murmuró Blake finalmente, sus palabras haciendo eco en la habitación—. Hay algo más aquí.

Elliot y Damián intercambiaron una mirada cargada de tensión. Damián apretó los puños, manteniéndose en alerta.

—¿Qué es? —preguntó Elliot, volviéndose hacia Blake—. ¿Es Adrián?

Blake negó con la cabeza lentamente.

—No... Es algo diferente. Algo... antiguo.

El corazón de Elliot se aceleró. Adrián ya era una amenaza en sí mismo, pero la idea de que algo más, algo desconocido, estuviera rondando su casa, lo llenaba de una creciente sensación de terror.

De repente, un golpe fuerte resonó desde el piso superior, haciendo que ambos chicos saltaran del susto.

—¿Arriba? —susurró Damián, sus ojos abiertos como platos.

Elliot asintió, tragando saliva. No quería subir, pero sabía que no podían ignorar lo que fuera que estaba ocurriendo. Tomó a Damián de la mano, sintiendo la frialdad de sus dedos, y ambos comenzaron a avanzar hacia las escaleras.

Blake los siguió, flotando silenciosamente detrás de ellos.

Cada paso que daban hacia el piso superior aumentaba la tensión. El aire se volvía más denso, más pesado, como si estuvieran caminando a través de un velo invisible. Cuando llegaron al final del pasillo, frente a la puerta de la habitación de Elliot, esta se abrió lentamente por sí sola.

—No me gusta esto... —murmuró Damián, aferrándose con más fuerza a la mano de Elliot.

Elliot tampoco se sentía cómodo, pero sabía que no podían echarse atrás. Juntos, dieron un paso hacia la habitación.

El frío en el interior era aún más intenso, y en el centro de la habitación, una figura sombría se formaba lentamente. Era alta, imponente, y aunque no se distinguía su rostro, la oscuridad que la rodeaba era abrumadora.

—¿Qué es eso? —susurró Elliot, su voz apenas audible.

Blake se movió delante de ellos, como un escudo protector.

—Es una sombra del pasado. Un eco de algo que sucedió aquí hace mucho tiempo —explicó, aunque sus palabras no ofrecían consuelo.

La figura sombría no se movía, pero su presencia era opresiva, llenando cada rincón de la habitación con una energía inquietante.

—¿Qué quiere? —preguntó Damián, apretando los dientes.

Antes de que alguien pudiera responder, la figura giró lentamente su cabeza hacia ellos. Aunque no tenía ojos visibles, Elliot sintió que la sombra lo estaba observando directamente, penetrando hasta lo más profundo de su ser. Un escalofrío recorrió su columna vertebral.

—Tienen que detenerlo antes de que sea demasiado tarde —dijo Blake, su voz firme pero teñida de preocupación—. Esta sombra... está vinculada a Adrián de alguna manera. No es una coincidencia que haya aparecido ahora.

Elliot frunció el ceño, sin entender del todo lo que Blake estaba diciendo.

—¿Cómo podemos detenerlo si no sabemos qué es? —preguntó, su frustración palpable.

Blake se giró hacia él, sus ojos brillando con una intensidad desconocida.

—Lo descubrirán, pero primero deben enfrentarse a lo que está por venir. Esta sombra... es solo el principio.

El silencio cayó sobre la habitación mientras la sombra se desvanecía lentamente, dejando tras de sí una sensación de vacío y un frío persistente.

Elliot se quedó inmóvil, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Sentía que una parte del rompecabezas había sido revelada, pero aún quedaban muchas piezas sueltas.

—No estoy seguro de lo que acaba de pasar... pero no podemos ignorarlo —dijo finalmente, mirando a Damián y Blake.

Damián asintió, aunque su rostro seguía tenso.

—No importa lo que venga, estaré contigo —dijo Damián, su voz llena de una determinación sombría.

Elliot sonrió levemente, agradecido por la lealtad de su amigo.

—Lo sé, Damián. Lo sé.

Mientras las luces de la casa finalmente se estabilizaban y el frío comenzaba a disiparse, Elliot supo que, aunque habían superado esta noche, la verdadera batalla estaba apenas comenzando.

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badboys
caballero he leído muchas novela pero su novela me impresionó demasiado😆😆😆😆😆😆😆😆jejeje eres increible
pan dulce: me alegra que te guste!
total 1 replies
Má lúm
No puedo dormir pensando en qué pasará después, ¡necesito la próxima parte yaaaa! 😴
pan dulce: pronto estará lista otra parte!
total 1 replies
Jing Mingzhu5290
Tu manera de escribir es increíble, ¡y tu historia es adictiva! Por favor, publiquen nuevo capítulo pronto. 😏
pan dulce: gracias! el capitulo está en el horno!
total 1 replies
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