una misteriosa casa donde constantemente desaparecen las personas que entran en su interior.
Sara es una joven introvertida. a la que constantemente molestan sus compañeros de clases. un día, cuando camina sola de regreso a casa. se encuentra con un grupo de chicos que la llevan hasta la misteriosa casa del bosque donde como una broma. la hacen entrar para ver si es capaz de volver a salir.
ella y otro dos chicos se aventuran dentro de la casa. para descubrir que paso en realidad con todas esas personas que desaparecieron allí.
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Capitulo 12: Separados
Sara despertó unas horas más tarde, sobresaltada. Miró a su alrededor, Dándose cuenta de que todo el lugar se encontraba en penumbras.
Trato de levantarse, pero todo su cuerpo le dolía, por haber dormido sentada contra un muro.
En eso recordó que, ese mismo muro era el que se había tragado a Mateo y salto lejos.
Fue en ese momento que se dio cuenta, que estaba sola.
- chicos - llamo a los otros, pero no obtuvo respuesta - ¿dónde se metieron? - comenzó a alejarse del edificio hacia la calle, donde estaban antes, pero allí tampoco los encontró.
Entonces el pánico se apoderó de su cuerpo, y comenzó a hiperventilar.
El miedo de estar sola en aquel lugar, la asalto tan fuerte, que no fue capaz de contener las lágrimas, llorando, mientras que con la voz quebrada llamaba a gritos a sus amigos.
- ya salgan de una vez - dijo desesperada - esto no es gracioso.
Sus gritos se escuchaban por todo el lugar. Pero sin obtener respuesta alguna.
Camino sin rumbo durante un largo rato, sin llegar a ningún lado - ¿dónde está la puerta? - como no pudo encontrar a los otros, entonces decidió que mejor buscaría la puerta y saldría de allí.
Esa fue la mejor venganza que se le ocurrió para desquitarse de ellos, por abandonarla a su suerte.
- ¿dónde está? - comenzaba a perder la paciencia. Pero no pensaba rendirse.
- por aquí Sara - la voz de Emma le hablo desde uno de los edificios - aquí está la puerta hermanita - decía la chica
Sara corrió hacia el edificio, pero no se atrevió a tocarlo, por miedo a ser atrapada, igual que Mateo.
- cruza Sara, te llevará a la siguiente habitación - aún con dudas, Sara estiró la mano para tocar la fría pared, que dejó de ser sólida a su tacto.
- increíble - introdujo todo el brazo tratando de averiguar lo que había al otro lado, pero cuando quiso sacarlo, una fuerza invisible la jaló hacia adentro.
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María despertó en ese momento, dándose cuenta de que Sara había desaparecido - Leo despierta - le dio un codazo al chico que despertó asustado.
- ¿qué sucede? - pregunto este, frotando el sitio donde María lo había golpeado.
- Sara desapareció - dijo señalando el lugar donde Sara había estado acostada antes - levántate, debemos buscarla.
Se pusieron en marcha, pero tras unas horas se cansaron de buscar a Sara y al igual como había hecho esta, se dispusieron a buscar la puerta.
- tengo hambre - se quejó María cuando el lugar ya comenzaba a aclarar, el sol iluminó la ciudad dando inicio a un nuevo día.
Leo recordando la carne que continuaba escondida en su bolsillo, se sintió mal por no haberla compartido con ellos cuando aún estaban juntos.
Metió la mano en el bolsillo, esperando encontrar la carne sucia y un poco mohosa. Pero lo que saco de su bolsillo, era una carne perfectamente preparada y entera, justo como estaba en el momento en que la guardo en el comedor.
- genial - dijo en un susurro.
- María - se acercó a la chica y le entrego el trozo de carne, ignorando a su estómago que se quejaba por perder su alimento - come esto.
María lo miró sorprendida por el gesto, no pregunto cómo lo había conseguido, solo se concentró en comer para calmar el dolor de su estómago.
- gracias Leo - una radiante sonrisa se dibujó en su rostro y esto fue suficiente para que leo, olvidará su malestar, al menos, por unas cuantas horas más.
Hasta que cansados volvieron a caer rendidos detrás de otro edificio, que ayudaba a cubrirlos del sol, que ya estaba en su punto más alto.
- ¿de dónde sacaste la carne? - pregunto María cuando estuvieron sentados.
- yo... - Leo trato de pensar en una buena historia para despistar a María, pero tenía tanta hambre, que le costaba un poco razonar - lo saque de acá - dijo al final decidiendo que mentir no le serviría de nada.
María lo miró incrédula, no era posible que eso fuera posible. Recordaba perfectamente como era la carne del comedor donde habían estado antes, y era imposible que esa carne viniera de allí.
Debido al tiempo que llevaban lejos de aquel lugar.
- ¿cómo dices? - no entendía porque leo no quería contarle la verdad. Llevaban tanto tiempo en esa casa que ya eran buenos amigos, así que ella consideraba que era muy egoísta de parte del chico no compartir la ubicación de aquella carne tan deliciosa con ella.
- lo saque de mi bolsillo - volvió a repetir Leo.
- ¿de verdad?
- si de verdad María.
- entonces saca otro trozo Leo, tengo hambre.
María se abalanzó sobre el chico, tratando de llegar a su bolsillo.
- solo era esa María ya no hay más - grito Leo tratando de quitarse a la chica de encima.
- mientes - María ya estaba fuera de control.
Leo la empujó lejos y voltio los bolsillos de su pantalón para que María viera que no tenía nada más.
- lo sabía - una gran cantidad de carne en trozos cayó de su bolsillo. Dejándolo sorprendido.
- ¿qué haces? - grito María caminando hacia él - la desperdicia.
El chico volvió a dar vuelta a sus bolsillos y el torrente de carne se detuvo.
Ambos se miraron, pensando lo mismo.
- La carne se multiplica - comento leo sacando un trozo bien cortado de su bolsillo.
- vamos a comer Leo - María recuperó la sonrisa y arrastrando a Leo hacia el edificio más cercano. Se dispuso a comenzar la comida con él.
Cuando estuvieron satisfechos volvieron a la búsqueda de la puerta. Pero está vez María no se alejó del chico.
Ya que para ella, él representaba una fuente de alimento segura.