SÉPTIMO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Soy hija de unos padres que viven de las apariencias y el egoísmo. Lo único bueno en mi vida es mi hermanita y lo único que busco es extender mis alas recortadas y volar. Conocí al primer amor de mi vida y a los pocos días lloro su partida. No creí que el mundo daría vueltas y me daría una enorme sorpresa. Ahora tendré un hijo y gané un enemigo tan caliente que me enloquece. No sé si lo quiero ahorcar o besar... o ambos.
Soy un cínico, ocultando todo mi tembloroso ser detrás de un muro de prejuicios y unas espinas de desconfianza. Eso es lo primero que aprendí en un mundo donde nadie da la cara por los más indefensos. Hasta que tuve una pequeña familia y una vez más la vida se encargó de arrebatármelos uno por uno. Ahora solo me queda mi ahijado y pelearé por él. No importa lo bella, exquisita y perfecta que sea mi oponente, no perderé mi corazón... o ¿ya lo perdí?
La historia de Lucy y Andy.
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LUCY (CAP. 12)
Este sentimiento debe sentirlo mi renacuaja. No importa si este niño no nació de mi, su alma llama a la mía. El desde hoy es mi hijo y le agradezco a Dios, a Josh y a Claire por confiarme este tesoro.
Después de intentar explicarle que debo convencer a muchas personas de que seré la mejor mamá, para que pueda irse conmigo, me despido. El me hace prometer volver a verlo. Tengo que conseguir un abogado ya.
Así empezó mi travesía en busca de abogados. Dalia y yo nos estamos volviendo locas. La insto a viajar a Londres, a buscar por ahí y yo voy a Chattanooga. Hay cosas que no puedo decir por llamada o mensaje.
Apenas llego a la monstruosa propiedad Ogayar, voy directa al grano.
- Hola a todos. Lala, ayúdame con mi problema.
Cualquiera diría que después de 4 años, la chica se dejaría consentir, pero no. No sabe como comportarse conmigo y me provoca ternura, es una tsundere (Término japonés utilizado para describir a una persona cuyo comportamiento inicial es frío, reservado e incluso hostil, pero que gradualmente se transforma en alguien cálido, sensible y amigable).
Ella saca sus ojos de unos documentos y me mira.
× Yo sé que todos creen que conozco hasta el más mínimo secreto de cada uno. No es así. Incluso cuando investigué a toda la familia por algo relacionado con Mackena, solo fueron algoritmos. Así que si alguno es cosplayer y va a convenciones de anime, escapándose del colegio, yo no sé.
Las mellizas, hijas de tío Esteban, se levantan indignadas y a una sola voz le reclaman.
^ ¡Prima!
A pesar de toda mi situación, suelto una pequeña risa. Layla las mira asombrada.
× Yo solo saqué una idea de mi cabeza, no sabía que lo hicieran. Lo apruebo totalmente, así que no sientan vergüenza. A lo que iba, Lulu tendrás que ser más específica.
Me doy cuenta de los trajeados que están cerca a ella y los señalo.
- ¿Son tuyos?
× Trabajan para nosotros, pero no son mios. El único mío es Cruz.
El aludido tiene una sonrisa engreída, alegrándose de ser llamado una propiedad. Los chicos le golpean la espalda, en felicitación por ser reclamado delante de tanta gente. Las chicas solo ruedan los ojos.
- Préstamelos, les pagaré bien. No he encontrado ningún bufete de abogados que quiera involucrarse en mi caso.
Al oír esto, los abogados se tensan, más de lo que ya estaban. El más valiente pregunta, mostrándose pálido.
^ Lulu... ¿Eres Lucy Keynes?
Como buitres, mirando carne fresca, tiene toda nuestra atención. El pobre casi se atora por responder rápido a la mirada que le lanza Layla.
^ El mejor bufete de abogados, tiene un socio fuerte desde hace años: Andy Thomson. Este abogado no ha perdido ningún caso y es particularmente agresivo con los casos de tenencias y custodias. Obviamente él no puede ser el abogado, ya que será cliente, pero el abogado del caso solo será fachada. Thomson moverá todos sus hilos.
Maldición, otra vez. Con razón fue tan engreído al hablar. No sabía que era un tiburón idolatrado, por el orgullo que suena en la voz de este lamebotas. Estoy perdida en mis pensamientos, cuando escucho la voz de Lily.
- Por amor a todo lo sagrado, lo siento tío Josemaria, pero podrías explicarte mejor para poder entenderte.
Los más jovenes le aplauden y yo me siento desanimada. Suspiro y desembucho.
