Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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Los Ecos del Pasado
El amanecer trajo consigo un aire de tensión palpable. Las investigaciones del emperador habían movilizado a la guardia real por todo el campamento, mientras los nobles permanecían cautelosos en sus tiendas, evitando cualquier movimiento que pudiera atraer sospechas.
Sacha y Leo estaban sentados en un rincón apartado, lejos de las miradas inquisitivas. Leo afilaba su espada con movimientos metódicos, mientras Sacha revisaba el pergamino que Cassian les había entregado la noche anterior.
—Confía en nadie… —murmuró Sacha, releyendo las palabras.
—Eso incluye a Cassian —respondió Leo sin levantar la vista.
—Lo sé, pero él no parece tener motivos para involucrarse.
Leo guardó silencio, pero su expresión endurecida dejaba claro que no estaba de acuerdo.
Mientras el campamento se despertaba lentamente, Sacha decidió buscar respuestas por su cuenta. No podía quedarse quieta mientras las sombras a su alrededor parecían cerrarse. Aprovechando un momento en que Leo se distrajo hablando con un grupo de guardias, se escabulló hacia la tienda de Adrien.
El joven noble estaba sentado en una pequeña mesa, revisando unos papeles cuando Sacha entró sin previo aviso.
—Lady Sacha —dijo él, sorprendido pero con una sonrisa encantadora—. Qué honor tenerla aquí tan temprano.
—No estoy aquí para socializar, Adrien. Necesito respuestas.
Él arqueó una ceja, claramente intrigado.
—¿Sobre qué, exactamente?
—Sobre lo que está pasando en este campamento. La flecha, el medallón, el veneno… tú sabes más de lo que dices.
Adrien se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.
—¿Y qué te hace pensar eso?
—No te hagas el inocente. Estuviste cerca de todos los incidentes. Y, por alguna razón, el emperador te está vigilando.
Por un instante, el rostro de Adrien perdió su máscara de despreocupación. Luego sonrió, pero esta vez su expresión era más sombría.
—Tienes razón. Hay cosas que sé, pero no puedo contarlas sin arriesgar más de lo que estoy dispuesto a perder.
Sacha lo miró fijamente, buscando alguna fisura en su expresión.
—¿Entonces por qué estás aquí?
—Porque este campamento no es lo que parece. Y porque creo que tú tampoco lo eres.
Las palabras de Adrien la dejaron sin aliento. Antes de que pudiera responder, él sacó un pequeño mapa de un cajón y lo deslizó hacia ella.
—Esto podría ayudarte. Es un mapa del bosque, con algunos puntos marcados. Si buscas respuestas, empieza ahí.
—¿Por qué me ayudas?
Adrien la miró directamente a los ojos, y por primera vez, su voz sonó sincera.
—Porque alguien como tú no merece ser devorado por este juego.
Sacha regresó con Leo, quien la recibió con una mezcla de alivio y reproche.
—¿Dónde demonios estabas? —le espetó.
—Consiguiendo esto —dijo, mostrándole el mapa.
Leo lo tomó con recelo, estudiando los puntos marcados.
—¿Adrien te lo dio?
—Sí. Dice que estos lugares podrían tener pistas sobre lo que está pasando.
Leo suspiró, claramente frustrado.
—Es un riesgo, Sacha. Podría ser una trampa.
—Lo sé, pero no podemos quedarnos aquí esperando a que algo más pase.
Tras un breve debate, ambos decidieron explorar el punto más cercano al campamento.
El lugar señalado en el mapa era un claro oculto por densos árboles. Al llegar, encontraron un círculo de piedras antiguas cubiertas de musgo, rodeadas de símbolos tallados en la superficie.
—¿Qué es esto? —preguntó Leo, examinando las marcas.
—Parece algún tipo de ritual antiguo —respondió Sacha, sintiendo un escalofrío.
Mientras exploraban, Leo encontró un pequeño medallón enterrado entre las piedras. Era similar al que habían encontrado antes, pero este tenía un grabado diferente: un símbolo que Sacha reconoció vagamente.
—Esto es... —comenzó, pero un ruido entre los arbustos los interrumpió.
Ambos se giraron rápidamente, con Leo desenvainando su espada.
—¿Quién está ahí? —demandó él.
Una figura salió lentamente de las sombras. Era una joven de cabello plateado y ojos dorados, que los observaba con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
—No esperaba encontrar a nadie aquí —dijo ella con voz suave pero firme.
—¿Quién eres? —preguntó Leo, manteniendo su espada alzada.
—Mi nombre es Aelira. Y podría preguntarles lo mismo.
—No estamos obligados a responderte —replicó él.
Sacha intervino, intentando calmar la situación.
—Estamos investigando algo que ocurrió en el campamento. ¿Tienes algo que ver con esto?
Aelira sonrió levemente, pero no respondió directamente.
—Tal vez sí, tal vez no. Lo que puedo decirles es que estas piedras son peligrosas. Deberían alejarse antes de que se despierten fuerzas que no pueden controlar.
Antes de que pudieran pedir más explicaciones, Aelira desapareció entre los árboles, dejando tras de sí más preguntas que respuestas.
De vuelta en el campamento, Sacha y Leo no sabían cómo procesar lo que habían encontrado. El medallón, los símbolos, y la misteriosa Aelira eran piezas de un rompecabezas que parecía volverse más complejo con cada paso.
Cuando llegaron a su tienda, encontraron un mensaje clavado en la entrada. Era un pergamino con letras rojas:
"El peligro no está donde miran, sino donde menos lo esperan."
Sacha sintió que su corazón se detenía.
—Leo, esto no está bien.
—Nunca lo estuvo —respondió él, desenvainando su espada de nuevo.
Ambos sabían que estaban atrapados en una red de intrigas que los superaba. Y el tiempo para encontrar respuestas se estaba agotando.