Nicolina, una sexi y curvilínea Italiana regresa luego de 10 años, para abrir un Bar que promete subir el calor en los Ángeles.
Bruno Altamirano un seductor, frio y sumamente organizado, se abre paso en el mundo de la arquitectura, ajeno a que la jovencita de la que se enamoro perdidamente en su juventud, regresó a su vida ordenada tan solo para desmantelarla con un documento que podría cambiarlo todo.
Esta obra es de mi autoría, esta protegida y la amo como todas mis historias.
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Oscar
El reencuentro tan esperado, para algunos, llegó y se llevaría a cabo en un reconocido hotel cinco estrellas.
No podía ser de otra manera la mayoría de los jóvenes que asistían a ese instituto eran hijos de personas reconocidas. Pero la situación, en la adolescencia de Nicolina, no era así.
Su familia era de clase media acomodada, pero nada parecido a los estudiantes con los que se rodeó.
Misael y Alonso trabajaron hasta el cansancio para que sus cuatro hijos tuvieran la mejor educación.
El jefe de familia trabajaba como capataz de una empresa de construcción y Misael enseñaba piano en una escuela de música. Ambos extrañaban si bella Italia, pero alejarse fue lo mejor para la familia.
Así los pequeños Greco se unieron a un mundo al que no pertenecían en ese momento, pero tampoco se morían por pertenecer.
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Tres bellas mujeres fueron recibidas por uno de los organizadores que se encontraba elegante, con un traje negro y camisa cuello Mao, esperándolas al final de una amplia alfombra roja.
-Bienvenidas, a la noche de las estrellas, sigan por el pasillo- el hombre indico la ruta con su mano no sin antes entregarles unos gafetes con sus nombres.
Nico, miro el cuadradito que tenía su nombre y sin demasiadas ganas lo guardo en su pequeño bolso con pedrería plata.
Cleo parecía el guasón, no podía abrir más la boca de la emoción, para ella esa noche seria especial o al menos eso quería creer.
Junto a ella caminaba una bella pelirroja, de hermosos ojos celestes cristalinos como el mar. Tamara, o como ellas le decían Tami.
A medida que avanzaban ante sus ojos aparecían paneles con fotos de aquella época, y los recuerdos comenzaban a aflorar.
-Mira el profesor de Educación física, - la pelirroja inclino la cabeza observando detenidamente al hombre de pie junto a una pista de atletismo – No es tan lindo como creía- estiró su trompita de forma graciosa, y el brillo labial rosa destello por las luces del pasillo.
-Te lo dijimos un millón de veces Tami, pero tu insistías con ir a media siesta a espiarlo- Cleo dio un golpecito en la cabeza de su amiga y esta devolvió un manotazo entre risas.
-Para mí era sexi, pero al parecer necesitaba aumento en los anteojos, suerte la mía que ahora tengo lentes de contacto- agrego divertida con una sonrisa muy angelical.
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Tamara era la tímida de ese trio. Se habían conocido por tropezar y desparramar los libros de esa jovencita que solo miraba el piso en aquellas épocas.
La pelirroja poseía una belleza particular, de esas que provocaban suspiros de ternura. Tenía pecas en sus mejillas que subían a su pequeña nariz respingada y el corte de cabello por sobre sus hombros la dejaba mucho más joven.
Una belleza que se disfrutaba con paciencia, como la espera de un atardecer. Cosa que pocos valoraban, o quizás ella tenía la mala racha de elegir mal.
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Mientras ese par reía viendo diferentes imágenes, Nicolina encontró en el mar de rostros, aquellos ojos azules que la hicieron suspirar en su adolescencia.
-¿Qué fue de ti?- pensó con una sonrisa en los labios\, pero la risas de las chicas la invito a unirse para criticar el estilo que usaban antes.
-¡¡Dios quien pensó que ese corte era genial!!
-Yooo- las tres levantaron la mano y rieron con las imágenes de las fiestas escolares.
-Era horrible y me lo hice- rio Tami y movió su cabello corto que parecía seda al verse tan lacio y brillante. Un rojo intenso que resaltaba su blanca piel.
Poco a poco se acercaban a la fiesta, la música se podía oír al igual que el murmullo de la gente.
Pero, una imagen por poco ahoga a la bailarina que muy entusiasta movía sus caderas al compás de la melodía.
-¡¡Ay no!!, esa foto quien carajo la puso ahí- el dedito de Cleo golpeo con fuerza la pared donde ella aparecía con la cara torcida y una pelota de futbol impactando en su rostro.
-JAJAJAJAJJAJAJJA- la carcajada de sus acompañantes por poco le da un infarto, pero la rubia aun así las fulmino con la mirada.
Nico y Tamara no dejaban de reír, tanto así que la italiana cruzo sus brazos en el estómago.
-Sí que te ves sexi, grrrr- gruño Tami mostrando garritas – Mira que foto tan comprometedora tú y la pelota, ajajjajaja.
-Esa, seguro fue la perra de Loreta y las lagartijas- refunfuño recordando a las chicas fresas que las molestaban en aquella época.
Nico aclaro la garganta tratando de controlar las ganas de reír
- Era obvio que haría algo así\, es ella quien organizo el evento. – se encogió de hombros y apretó los labios contenido la risa\, ante la mirada fulminante de la rubia- a veces creo que las personas que hacen esto es porque no lograron superarse después de esa época y necesitan volver una y otra vez.
-Pero mira nada mas- Tami alcanzo con cariño la barbilla de Nico- te pusiste filosófica. – sus labios se curvaron con picardía
-Vete a la ….- apretó lo labios cuando sintió gente pasar a su lado
-Muy bien aprendiste a comportarte mi dulce italiana- la pelirroja gesticulo un “auch”, cuando recibió un suave pellizcó en el brazo.
-Miren, no caí solo yo- Cleo seguía mirando las fotos más que entusiasmado, porque se veía mejor ahora que antes
- No se salvaron- señalo y elevo su mano en puño celebrando que no estaría sola en la terna de las fotos bochornosas.
Nico y Tami se acercaron, ambas estaban bajo una arboleda. La italiana tenía unos pantalones enormes que competían son su gran camiseta y Tami comía un sándwich desesperada con sus pelos rojos volando al viento.
-No hay duda quien eligió las fotos fue la perra de Loreta- rugió Tamara aguantando la risotada de la rubia, eh instintivamente toco su cabello- hice bien al córtalo.
-Ya basta, entremos, cuando más rápido ingresemos más rápido nos iremos- intervino Nico y sacudió su largo cabello hacia atrás. Un wet look o relamido le daba un aire de sofisticación, dejando su hermoso rostro al descubierto. La italiana había resaltado sus grandes ojos cafés con un smokey eyes, y labios color nut que tenían un ligero brillo.
-Muero por ver como están todos, se van a caer de espalda cuando nos vean– chillo Cleo y dio aplausitos. Es que la rubia en aquella época era muy delgadita y ahora tenía carne en los lugares correctos.
-Hey, tampoco era un monstruo en la prepa- se quejó Tami.
-Ay cariño, acaso no viste la foto- señalo el pasillo- ni hablar que eras de las que pensaban que mezclar colores era la onda.
-En eso tiene razón – se sumó Nico riendo.
-Mira quien habla, la que usaba ropa donde cabían sus hermanos también- señalo Tami entre risas.
-Bien, aceptémoslo éramos el grito, de terror, de la moda, pero ya Nooo- Cleo hondeo su cabello rubio cual diva, haciendo reír a las chicas. - Ahora a mover las caderas perras.
La rubia se adelantó y contoneo su perfecto trasero, en enterito rojo que resaltaba sus cuervas a la perfección, su cabello estaba recogido en un alta coleta y los tacones aguja color negro la estilizaban de una manera elegante.
-¿Tan mal me veía?- dijo pensativa la pelirroja dando pasos lentos y busco la mirada de la italiana.
-No me preguntes, acaso no viste la foto, no soy la mejor para dar consejos de moda- el brazo de ella cubrió los hombros de Tami- igual no importa, somos unas diosas y esta noche tendremos el gusto de demostrarlo.
Con fuerza guio a una temerosa Tamara al interior, mientras que a pocas cuadras Bruno manejada con cara de pocos amigos.
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.-Recuérdame porque me deje convencer, esto es una estupidez- gruño viendo a lo lejos las luces del hotel.
-Querido amigo, es simple, quieres ver si ella va aparecer- explico Leo arreglando su cabello en el espejo del para sol, jamás pensó que esa tonta broma seria mal recibida.
-¡¡Deja de decir estupideces Leo!! o juro que te tiro aquí y vuelvo a casa.
- Ya\, ya tranquilo camarada\, recuerda que tienes que aparecer\, has hecho donaciones y apadrinado con becas a quienes optan por la carrera de arquitectura\, todos esperan verte.
Él exhalo, buscando distenderse, el solo pensar en cruzarse con ella lo alteraba.
No comprendía como podía trastornar sus emociones después de tanto tiempo. Odiaba haberse enamorado, odiaba haber perdido en su propio juego y esa mujer no solo se encargó de humillarlo, sino que desapareció de la noche a la mañana.
-Carajo Bruno, eras un tono adolescente, ahora compórtate como un hombre- mascullo para sí.
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Nicolina no sabía hacia donde ver, el salón era muy elegante, sumamente moderno, pero la exageración en dorado la estaba alterando.
Y es que Loreta y sus lagartijas como le decía Cleo, decidieron cumplir su sueño frustrado.
La temática elegida era los Oscar.
-Sip, esa mujer esta trastornada- agrego Tami junto Nico y tímidamente saludo a un grupo de hombres y mujeres que le hicieron gesto de lejos.
-¿Eh?- la italiana no salía de su asombró al ver que los centros de mesas eran las estatuillas con luces alrededor.
-Sí, recuerda, Loreta siempre soñó ser actriz- se acercó a Nico para recordarle el chisme- pero te acuerdas el rumor del- sus manitos hicieron rápidamente una pancita cerca de su vientre-
-Oh, recuerdo algo, pero… - movió la cabeza en negativa, ella no había terminado el año presencial.
-Cierto, te fuiste antes, bueno te lo resumo, tuvo un bebe prematuro de 4 kilos en el receso luego de comprometerse, saca tus conclusiones- abrió sus ojitos azules y movió la cabeza asintiendo de manera graciosa.
- Cosas de ricos- Soltó Nico riendo.
-Creo que le falto un poco de dorado allí- señalo Tami en burla-. Una esquina cubierta de estrellas por poco la cegaron.
-Esto me supera, ya me quiero ir- se quejó Nico, pero es que rogaba que cierta persona no apareciera.
-Listo, tomen les va a encantar- Cleo extendió unos vasos con algo rosado- No van a creer, vi a Mateo, el gordito con granos, se acuerdan, pues ahora está para comérselo- mordió los labios coqueta.
-Dime que no es ponche- interrogo la pelirroja rodando los ojos, se había perdido el comentario de su amiga, viendo lo que llevaría su boca
-Obvio, querían que todo sea como el fiesta anterior, y pensando en eso le agregué- La rubia abrió su bolsa y mostro una botellita de licor.-
- ¿La recepción anterior\, también era todo dorado? - Nico arrugo la cara – menos mal me la perdí. -
-Anda bebe, prueba como quedo- Cleo empujo el vaso para que Nicolina lo probara, su intención era ponerla un poquito ebria, ya que así la italiana se soltaba un poco.
Y es que Nico con unas copas dejaba salir a la tana ardiente, sensual y descarada que había en su interior.
-Que madura Cleo- dijo con sorna, pero la rubia solo rio.
Nico aproximo la bebida a su nariz y después de olfatearla unos segundos dio un sorbo arrugando la cara.
- Wow que le pusiste\, realmente esta fuerte\, pero dulce\, me gusta- relamió sus labios y bebió un poco más.
-Mmm- la rubia, probó e hizo el mismo gesto.
-Estoy segura que varios han tenido tu idea – agrego Tamara riendo mientras movía sus hombros al compás de la música.
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No muy lejos, detrás de sus espaldas, ingresaban dos hombres que provocaron que más de una mujer suspirara.
Bruno barrio rápidamente el lugar con la mirada, pero fue jalado a la mesa de bebidas por Leo.
-¿Qué haces?- dijo entre dientes.
-Tu cúbreme- el castaño saco una petaquita y agrego al ponche- esto me recuerda a mi adolescencia- rio bajito, solo quería divertirse
Brunos puso los ojos en blanco, pero no se negó cuando le extendió el vaso.
Giro sobre sus pies y acomodó una de sus manos en el bolsillo de su perfecto pantalón de vestir pinzado negro. Su color preferido.
Esa noche había optado por una camisa del mismo tono que estaba arremangada hasta los codos, su cabello daba el aspecto a húmedo y resaltaba los zafiros de su mirada.
Dio un sorbo profundo, rogando que nadie se acercara hablar, mientras veía a Leo, saludar a varios a la distancia.
Varios segundos su mirada paseo por el lugar, y llevo nuevamente la bebida dulce a su boca, pero sintió que se tornaba amarga al distinguir, en medio del salón, unas curvas conocidas.
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Abrazos
Gaby
Estoy ansiosa de seguir tus otras novelas.