Reencarné Para Vengarme

— ¿Estás segura de esto Num? Si tú lo quisieras podrías ayudar a toda esta gente—. Reclama Nem.

— No me corresponde, Ivory tiene a su propia hada y su propia gente, de seguro no son tan crueles—.

— ¿De qué hablas?—.

— Sakiel le entrega a todas las razas una bendición, es decir a un Dios ¿No es para que exista el equilibrio? Lo pensé mucho tiempo, pero eso no es así, a Sakiel no le interesa el equilibrio, solo juega con las razas a placer, quiero ver los planes de Ciel sin entrometerme, quiero un mundo mejor para los humanos, no debo meterme con las otras razas de ser posible—.

— Pareces decidida, yo si tuviera tu cuerpo y tu fuerza prestaría mi ayuda—.

— Tú a diferencia de mí, eres muy amable Nem, agradezco esa parte de ti—.

Escondidas entre las copas de los árboles llega un grupo de elfos liderados por Trinidez el Dios de los elfos y a su lado Génesis, tal como se dijo.

Frente a ellos esperándolos está Ivory y las demás Driades.

— Que gusto verte por aquí—

— Ivory, sabes a lo que vine, no me interesa negociar, por culpa de la nueva raza mi gente se queda sin esclavos, ustedes serán el sacrificio, agradece a tu suerte—. Declara con una sonrisa.

— No se resistan plantas de mierda, su lugar es debajo de nosotros ¡Ataquen!—. Señala Génesis con gran confianza.

Ivory me observa con tristeza por última vez y el ataque comienza, las Driades no se defienden y aún así son heridas, golpeadas y lo peor...

— ¡Pueden cogérselas si quieren! ¡No me importa!—. Exclama Trinidez.

— ¡Son demasiado crueles! ¡Num, haz algo!—.

Al ver está escena injusta, no puedo evitar recordar lo que me hicieron, lo que le hicieron a los humanos.

— Los odio—. Murmuro.

Los elfos no les interesa la prosperidad, no les importa nada más que torturar a los demás, se acostumbraron a ser unos monstruos.

¿Perdonar a los elfos? ¿Prosperidad junto a ellos? Ciel definitivamente se equivoca.

Finalmente, Ivory es asesinada a sangre fría por Trinidez quien no duda reírse de ella.

— ¡Los elfos siguen siendo la raza superior, ni los demonios ni los angeles pueden frente a nosotros!—. Exclama a lo alto mejorando la moral de los suyos.

—¡Num dale!—. Exclama finalmente Nem.

Instintivamente, me muevo con mi habilidad frente a ellos, estoy furiosa con esta raza asquerosa.

No merecen perdón ni prosperidad, su tiempo ya pasó.

— ¿Quién eres?—. Pregunta Trinidez al notarme.

— ¡No merecen saber mi nombre, ustedes basuras de razas me las van a pagar! ¡Todo lo que hicieron a las Driades, a los humanos, a mi! ¡¡LOS ODIO A TODOS!!—.

Pierdo la razón y explotando mis habilidades me muevo frente a Génesis para tocar su pecho y movernos juntos al cielo.

—¿¡Qué demonios haces!?—.

— Espero sepas volar—. Declaro para volver al suelo al mismo segundo.

— ¡Ataquen a esa mujer!—. Declara Trinidez con algo de miedo, se le nota en su voz.

Sin poder tocarme, intentan hacerme daño, mi habilidad es especialmente útil conmigo, puedo utilizarla tanto como quiera sin un gran desgaste esquivando a todos mis enemigos.

Una mujer grita por ayuda para caer en un sonido seco, un charco de sangre y sangre se forma con los restos aplastados de Génesis.

—¿¿Era una trampa!? ¡Raza de mierda se mete en mis planes! ¿¡Por qué tuvieron que aparecer!?—. Reclama Trinidez a lo alto.

Lo mismo hago con cada uno de los elfos llevando sus cuerpos al cielo y dejando que la gravedad haga el resto.

— ¿Por qué? Nada me sale bien desde que ustedes aparecieron ¿Por qué?—.

— El último—. Murmuro en voz baja.

— ¡Num ya basta! ¡Vámonos!—. Reclama Nem.

— ¿¡Es una broma!? ¡Es mi oportunidad de vengarme!—. Le reclamo en alto.

— ¿Una hada? ¿Esa es tu guía?—. Pregunta él.

— No soy el Dios de esta raza, yo soy una hada guía—.

Trinidez me observa sin decir palabras, claramente no me cree.

— ¿Qué quieres de mi? ¿Cómo hago para seguir vivo?—. Pregunta preocupado.

— Num, dijiste que no te meterías en los planes de tu elegido y aún así mataste a Génesis—.

— ¿No era esto lo que querías?—.

— No, bastaba con asustarlos, tienes con que, pero te volviste loca—.

Esto es una mierda.

— ¡Nos vamos!—. Declaro para llevarme a Nem.

Frente a nosotros tenemos a una mujer a quien le confío el desastre que acabo de hacer.

— ¿Tú eres Rafael?—. Pregunta Zero frente a mí.

El lugar su oficina de trabajo, por suerte no parece estar ocupada.

— Necesito tu ayuda Zero, no sé cómo arreglar esto—.

— Dime lo que sea, lo solucionaré por ti—.

— Maté a Génesis y asesiné a su armada en un ataque de rabia, no fui yo... Si fui yo, pero no era consiente de lo que hacía—.

— ¿No eres también una Diosa? ¿Acaso no puedes darte esa libertad?—.

— ¿Realmente puedo? ¿No se interpone en los planes de Ciel?—.

— Esa es tu preocupación, quien sabe, puede que incluso él viera a través de ti y supiera que harías esto—.

Me gustaría contarle lo otro, lo que él dice en las noches por la situación actual.

— Zero, hice mal—.

— Puedes contarme, necesito toda la información para crear un plan—. Declara con gran confianza.

Sé que puedes hacerlo, entonces confiaré en ella para este problema.