En medio de la adversidad y la desconfianza, dos almas se ven unidas por un destino implacable. Ella, acusada injustamente y condenada por un crimen que nunca cometió. Él, sediento de venganza y convencido de su culpabilidad. Obligados a un matrimonio forzado por circunstancias ajenas, se embarcan en un viaje lleno de secretos, intrigas y pasiones ocultas. ¿Podrán superar el peso del pasado y encontrar la verdad que los liberará? Descúbrelo en esta apasionante novela de amor y redención.
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Capitulo XII Reacciona
Daphne no salió en todo el día de la habitación, ni siquiera probó bocado en todo el día, Gertrudis pensó que era por el secuestro del abuelo de Gabriel y aunque en parte si era por eso, también era por como el la había tratado.
Al final del día lograron rescatar a Álvaro, aunque no pudieron atrapar a los secuestradores al menos el abuelo estaba bien.
"¿Donde esta Daphne?", pregunto Álvaro agotado.
"En la casa, no le vi el sentido que viniera", respondio Gabriel indiferente.
"Eres tan ciego, ojalá y cuando te des cuenta de la verdad no sea demasiado tarde", indico Álvaro decepcionado de su nieto.
"Mejor descansa, está noche me quedaré aquí contigo", respondió Gabriel arropando a Álvaro.
"No es necesario, Gertrudis se quedará conmigo está noche, vuelve a casa con tu esposa, debe estar preocupada", aconsejo Álvaro.
En realidad Gabriel estaba apenado y no sabía cómo ver a la cara a Daphne, después de ese momento tan íntimo el la trato como a un zapato.
Subió a su auto después de despedirse del abuelo y volvió a su casa, la luz de su habitación estaba apagada, «seguro ya se durmió», pensó Gabriel. Entro a la casa y fue a la cocina por un vaso de agua. Para su sorpresa Daphne se encontraba ahí limpiando la losa y perdida en sus pensamientos.
"¿Qué estás haciendo?", pregunto Gabriel haciendo que a Daphne se le cayera un plato de la mano quebrandose en el suelo.
Daphne se arrodilló rápidamente para recoger los pedazos de vidrio esparcidos por todos lados.
"Cuidado te vas a cortar", las palabras de Gabriel llevaron tarde, pues Daphne se había lastimado con un trozo de la losa.
"¡Auch!", se quejó Daphne introduciendo la mano en el agua para quitar el exceso de sangre.
"Voy por el botiquín, espérame un momento", dijo Gabriel yendo por el botiquín.
Daphne lo ignoro todo el tiempo, ella misma hizo presión en el dedo y como pudo detuvo la sangre, Gabriel llegó a querer ayudarla, pero ella lo rechazo rotundamente.
"No me toque, en su vida vuelva a ponerme una mano encima", grito Daphne molesta.
"Solo te quería ayudar, no tienes que ser tan grosera", respondió Gabriel de mal humor.
"No necesito su ayuda, no necesito la ayuda de nadie, no necesito que me sigan humillando y maltratando por algo que no fue mi culpa, estoy harta, estoy cansada, solo quiero que me dejen en paz", Daphne salió corriendo y se encerró en su antigua habitación, estaba llena de ira, de resentimiento, pero más que todo estaba llena de tristeza, ella no merecía todo lo que le estaba pasando, ella solo había sido una víctima de esa mxxxxxx familia.
Esa noche lloro como nunca, la humillación a la que estaba sometida estaba acabando con su vida y no quería seguir así.
Gabriel bajo a desayunar al día siguiente como si nada estuviera pasando, al llegar al comedor y no encontrar a Daphne lo lleno de arrepentimiento.
"¿La señora aún no sale de esa habitación?", le pregunto Gabriel a una de las empleadas.
"No señor, y ayer no probo bocado en todo el día", Gabriel pidió las llaves de esa habitación, tenía que cerciorarse de que Daphne estuviera bien.
Abrio la puerta y encontró a Daphne sentada en un pequeño sillón acurrucada mirando hacia el jardín, se notaba que había pasado la noche ahí sentada.
"¿Podemos hablar?", pregunto Gabriel caminando hasta donde estaba su esposa.
Daphne ni se inmutó, ella solo lo ignoraba.
"Sé que me porte mal contigo, quería pedirte disculpas, estaba muy preocupado por mi abuelo", trato de justificar su actuar.
Daphne seguía ignorando a Gabriel.
"Di algo, pelea, grita, reacciona por favor", pidió Gabriel desesperado ante la indiferencia de Daphne.
"No tengo nada que decir, sé cuál es mi lugar en esta casa, sé que viviré toda la vida siendo tu prisionera, los muebles no tenemos derecho a decir nada", respondió Daphne con la mirada fija en las flores del jardín.
"Me informaron que no habías comido nada desde ayer, sabes que eso no te hace bien", regaño Gabriel cambiando el tema.
"Si aguante más de dos años encerrada y comiendo cuando me dejaban, un día más o un día menos sin comer no me matará", respondió Daphne indiferente.
"No es lo mismo, tu enfermedad está avanzada y no debes abusar, además si te pasa algo que va a hacer de tu familia", Gabriel trato de persuadir a Daphne utilizando a su familia.
"¡Ja!, mi familia, ni una llamada he recibido de ellas, cuando estaba encerrada pocas veces fueron a visitarme así que si me pasa algo les daría igual", respondió Daphne con una profunda tristeza.
"Entonces hazlo por ti misma, no te puedes permitir rendirte a causa de nadie", Gabriel ya no sabía que más decir para arreglar el desastre que había hecho.
"En eso tienes razón, de ahora en adelante haré las cosas porque me da la gana y en este momento no me da la gana de seguir escuchándote", respondió Daphne levantándose para salir de la habitación.
Había estado tanto tiempo ahí sentada y sin comer que perdió el control y por poco cae al suelo, Gabriel la sostuvo y se dio cuenta de que nuevamente estaba prendida en fiebre, inmediatamente llamo al doctor para que la revisara.
"Daphne está muy débil, ella debe alentarse bien, si sigue así podría perder la vida", explico el doctor.
"Ayer tuvimos un problema familiar muy grave, estuvo preocupada todo el día y por eso no quiso probar bocado", expreso Gabriel preocupado.
"Por favor cuídala, aquí te dejo una nueva orden, también sería bueno que la viera un psicólogo, sus ataques de ansiedad no son normales", manifestó el doctor.
"Tomaré en cuenta su recomendación", no era necesario buscar ayuda médica para saber por qué Daphne sufría esos ataques, ella realmente necesitaba ayuda para súperar lo que la atormentaba.
El doctor se marchó y Gabriel se quedó al lado de Daphne cuidando de ella toda la noche. Al día siguiente Daphne despertó encontrando a Gabriel dormido a su lado aún con la ropa del día anterior.