Cira, Princesa Cautiva

Mientras Sinloe abrazaba a Cira, podía sentir temblar a la princesa de Belgeun, parece que lo que estuviese detrás del portal, era algo aterrador para ella, como un peligro espeluznante que cernía sobre su vida. Él tenía su espada en su cinto, esperaba poder vencer a lo que se enfrentara, entonces recordó que tiene piedras de colores de desplazamiento, esas que podrían permitir viajar hacia lugares lejanos en un corto periodo de tiempo.

- "Tengo una idea, pero tendrá que confiar en mí", dijo Sinloe, para luego separarse un poco de ella y poder subirla al caballo. "Tal vez no tengamos magia suficiente para evitar que el portal se abra, pero usaremos las piedras de colores para desplazarnos, si no estamos cerca, no podrán arrastrarte", agregó.

- "Está bien, confiaré en usted, sáqueme de este lugar, por favor", manifestó la princesa Cira.

Lord Sinloe la tomó de la cintura y la subió al caballo, él subió tras ella, tomó las riendas, lanzó de un solo golpe las piedras de colores que formaron un círculo alrededor de ellos; mientras empezaba la magia de desplazamiento.

De pronto, estaban en el condado de Gao, Sinloe sabía cómo llegar a casa rápidamente y fue el primer lugar que pensó al imaginar a dónde los llevarían las piedras.

Cira bajó del caballo, pero aún se encontraba muy nerviosa, poco a poco la luz roja alrededor de ella empezó a apagarse; ella quedó mirando a Lord Sinloe, no sabía cómo explicarle lo sucedido.

- "Había escuchado que ciertas flores podían abrir portales mágicos a tierras desconocidas, y que se usaron hace mucho para desterrar a antiguos enemigos de Hurmaya; jamás creí ver uno de verdad en mi vida", dijo Sinloe, pero se quedó callado un tiempo, cuando vio el nerviosismo de la princesa.

La princesa bajó la mirada, estaba a punto de que alguien descubriera que pertenecía a otras tierras, por eso no dejaba que las personas se acercaran demasiado a ella, y lo peor de todo es que no quería mentirle, al menos no a él.

- "Bienvenida al condado de Gao, Su Alteza. Aún en los peores momentos siempre recuerdo como regresar a casa. Venga conmigo para que descanse, debemos esperar un tiempo antes de usar las piedras de colores para regresar al palacio de Pallango", manifestó Sinloe, cambiando de tema, piensa que si su amistad continúa, llegado el tiempo, la princesa Cira le explicará lo sucedido.

- "Gracias por ayudarme, Lord Sinloe, lamento si lo pongo en problemas. Y también que haya perdido su otro caballo", expresó Cira, algo apenada.

Los trabajadores del condado de Gao empezaron a acercarse al ver a su señor.

- "No se preocupe, Su Alteza, ese equino sabrá regresar al palacio. Por favor sígame a la residencia, es una noche muy fría en Gao, no quiero que se vaya a enfermar. (Dirigiéndose a los trabajadores) Acomoden el caballo, preparen algo caliente para mi invitada, pongan la chimenea y traigan unas mantas limpias, por favor", manifestó Sinloe.

- "Como ordene, su Excelencia", dijo el mayordomo y rápidamente organizó el trabajo.

Lord Sinloe tomó de los hombros a la princesa Cira porque aunque ella trataba de demostrar serenidad, su cuerpo gritaba que estaba muy asustada; ella solo caminaba despacio, sin darse cuenta de que estaba siendo cobijada por un caballero que recién conocía, pero que sentía que con él existía una conexión desde siempre, una sensación extraña, pero agradable.

En algún momento, la princesa Cira recobró su clásica serenidad, estaba sentada cerca a la chimenea, tenía una manta cubriendo sus piernas y otra en su espalda, además tenía en sus manos una taza con chocolate caliente.

- "Está delicioso", dijo Cira con una sonrisa.

- "Que bueno que ya se sienta mejor, no quiero que tenga problemas con su hermano, el rey Huai es muy celoso con usted", manifestó Sinloe de pie junto a la chimenea y mirándola directamente.

- "Celoso no sería la palabra que usaría para él, pero digamos que detestaría que me aleje de su lado", manifestó Cira, para luego tomar otro poco de chocolate caliente.

- "Un día tendrá que hacerlo, es una mujer interesante, creo que debe tener varios pretendientes", expresó Sinloe, queriendo conocer que terrenos pisar si quería ganar su corazón.

- "Ya tengo diecinueve, los pretendientes están disminuyendo, parece que las prefieren muy jóvenes, la verdad es que ninguno me ha agradado realmente, supongo que nadie se ha interesado tanto para insistirle al rey, la figura del monarca es algo casi divino en mi reino, así que no creo que encuentre el valiente que le haga frente. Además, no estoy interesada en el matrimonio, creo que la vida matrimonial como es concebida deja a la mujer en una posición bastante difícil por así decirlo", manifestó Cira, en su modo de mujer analítica de siempre.

- "¿Posición bastante difícil?, me gustaría que me explique qué significa eso, para usted", cuestionó Sinloe.

- "En mi reino, como en los otros creo, los matrimonios son siempre arreglados, principalmente por el gusto de los hombres y la anuencia de la familia, lo que deja a la mujer sin poder de decisión, así que ella tiene dos posibilidades, en el mejor de los casos, que el hombre realmente la quiera y haga lo necesario para que se sienta cómoda a su lado o, que no le importen sus sentimientos y ella se vea obligada a acostumbrarse a él. Luego, las decisiones en el matrimonio son condicionadas a la voluntad del hombre en la mayoría de los casos; y los gustos, preferencias y sueños de la mujer, se ven relegados a su papel de esposa y madre, y sí tal vez los hijos puedan ser el mayor consuelo y su motivo de vida, pero luego se vuelve a repetir el círculo y los hijos se van. ¿Qué queda después?, la compañía de un hombre que si ella tiene suerte la ha llegado a querer, o siguen siendo un mueble ya viejo en la casa. Para mi el matrimonio debería ser la decisión de dos personas, que realmente se aman antes de llegar a eso, así será un viaje compartido, de sueños y metas que se unifican y se apoyan entre sí y al final de la vida será la cúspide de un viaje maravilloso; pero supongo que no puedo cambiar lo que está escrito. Así que, esa posición bastante difícil no me hace ninguna ilusión", expresó Cira, Lord Sinloe la quedó mirando fijamente.

- "Tal vez aún no pueda cambiar el mundo, pero podría escoger su propio destino, y encontrar a la persona con quien pueda hacer ese viaje compartido, que suena tan maravilloso. A mí me gustaría algo como eso, especialmente si la compañía es alguien como usted. Déjeme llegar a su corazón", dijo Sinloe, sin pensar mucho y dejando salir lo que estaba sintiendo, había otra persona en el mundo, que pensaba igual que él.

La princesa Cira no pudo evitar sonrojarse, la forma como él la miraba parecía traspasar el alma, y dejarle una sensación de mantenerse cerca de su presencia.