Cruel Verdad

La mañana siguiente, Mathew se despertó con una sensación de vacío en el estómago. La conversación con Alec de la noche anterior seguía resonando en su mente, y aunque Alec había intentado explicar la fotografía, las dudas persistían. Decidió que necesitaba despejar su mente y, después de una ducha rápida, salió a caminar por el parque cercano.

El aire fresco y el canto de los pájaros ofrecían un respiro a su agitada mente. Mientras caminaba, su teléfono vibró con una notificación. Era un mensaje de texto de un número desconocido.

“Mathew, necesitamos hablar sobre Alec. Es importante. Por favor, llámame.”

Mathew frunció el ceño, desconcertado. ¿Quién podría ser y qué querría decirle sobre Alec? Después de unos momentos de vacilación, decidió responder.

“¿Quién eres y de qué se trata esto?”

La respuesta llegó casi de inmediato.

“Soy Lisa, una amiga de Alec. Hay cosas que necesitas saber. ¿Podemos vernos hoy?”

Mathew sintió una punzada de inquietud. ¿Qué podría ser tan urgente? Después de pensarlo, respondió.

“De acuerdo. ¿Dónde y a qué hora?”

Lisa sugirió encontrarse en una cafetería discreta en el centro de la ciudad a las 3 p.m. Mathew aceptó, aunque una parte de él dudaba si debía confiar en una desconocida.

A la hora acordada, Mathew llegó al lugar y vio a una mujer de cabello castaño y ojos verdes sentada en una mesa en la esquina. Al verlo, ella levantó la mano en señal de saludo.

“Mathew, gracias por venir. Soy Lisa.”

“Hola, Lisa. ¿De qué se trata todo esto?”

Lisa suspiró, como si estuviera reuniendo valor para hablar.

“Sé que has estado viendo a Alec últimamente. Lo conozco desde hace años, y hay cosas sobre él que creo que deberías saber.”

Mathew sintió que su corazón se aceleraba.

“¿Qué cosas?”

Lisa miró alrededor, asegurándose de que nadie los escuchara, y luego continuó en voz baja.

“Alec tiene una historia de manipulación y engaño. Ha hecho esto antes: se acerca a alguien, gana su confianza y luego… las cosas se complican. No quiero que te lastime.”

Mathew sintió una mezcla de incredulidad y temor.

“¿Tienes pruebas de lo que dices?”

Lisa asintió y sacó su teléfono, mostrando mensajes y fotografías que parecían respaldar sus afirmaciones. Mathew los revisó, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.

“No sé qué decir…”

“Solo quiero que tengas cuidado, Mathew. No quiero que pases por lo que otros han pasado.”

Mathew agradeció a Lisa por la información y se despidió, su mente en un torbellino de emociones. Mientras caminaba de regreso a su departamento, las palabras de Lisa resonaban en su mente. ¿Podría ser cierto que Alec lo estaba manipulando? La idea lo llenaba de angustia.

Esa noche, Mathew decidió confrontar a Alec. Lo llamó, y después de unos tonos, Alec respondió.

“Mathew, ¿qué pasa?”

“Necesitamos hablar, Alec. Ahora.”

Alec pareció dudar, pero finalmente accedió a encontrarse en el departamento de Mathew.

Cuando Alec llegó, Mathew lo recibió con una expresión seria.

“¿De qué se trata esto, Mathew?”

“Hoy hablé con alguien que me contó cosas sobre ti, Alec. Cosas que no puedo ignorar.”

Alec frunció el ceño, su postura tensa.

“¿Quién te dijo qué?”

“Una amiga tuya, Lisa. Me mostró pruebas de que has manipulado a personas antes. ¿Es cierto?”

Alec se quedó en silencio por un momento, y luego suspiró.

“Mathew, puedo explicarlo. No es lo que piensas.”

“Entonces, explícalo.”

Alec comenzó a hablar, pero Mathew apenas podía concentrarse en sus palabras. La confianza que había comenzado a construir se desmoronaba, y una sensación de traición lo invadía.

Esa noche, después de que Alec se fuera, Mathew se quedó despierto, mirando el techo, preguntándose en qué momento todo había salido mal. Las sombras del pasado de Alec ahora se cernían sobre ellos, amenazando con destruir lo que apenas habían comenzado a construir.