Desde que tengo memoria, he sido repudiada por mi padre y por todo el imperio, señalada como "la princesa demonio", "la hija maldita", "la oscuridad entre la luz". Me acusan de intentar asesinar a mi hermana, la hija de la Diosa Mística. Incluso mi ex prometido me odia por querer acabar con su princesa. Estoy sola, y me espera una muerte miserable. En el cielo, mi madre y mi hermano, quienes murieron en un incendio cuando yo tenía 14 años, aguardan. Desearía haber muerto ese día también, pero pronto cumpliré mi sueño. Adiós, hermana. Nunca te odié. No sé por qué creen que intenté quitarte la vida, yo no fui. Cumple tu deber y salva al imperio de la guerra; esos fueron mis deseos antes de morir.
Sin embargo, para mi sorpresa, desperté nuevamente a los 14 años. Mi madre y mi hermano están vivos. No dejaré que mueran de nuevo.
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11 Maratón 1/5
**En el mundo de los dioses, un lugar inimaginable…**
La Diosa Mística observaba atentamente su bola de cristal. De pronto, notó que sus planes habían sido alterados: había otorgado a Lila la oportunidad de recordar todo lo que no pudo ver en el pasado, sin devolver esa memoria a los demás. Y en ese instante comprendió quién estaba detrás de todo.
**Diosa Mística:** *"Diosa Besalber... fuiste tú."*
Una risa burlona resonó en el aire, y la Diosa oponente se manifestó con una sonrisa de desprecio.
**Diosa Besalber:** *"¿Por qué te sorprendes, querida? Esa pequeña tiene mi bendición, así que debo protegerla y, por supuesto, arruinar tus planes."*
**Diosa Mística:** *"¿No te cansas de perder? Años y años intentando vencerme, y sigues siendo la diosa perdedora."*
**Diosa Besalber:** *"Esta vez será diferente. Te derrotaré y disfrutaré viendo cómo esa niña tuya vuelve a caer."*
**Diosa Mística:** *"¿Y así dices ser un ser de luz? Luego eres tú quien me acusa de no merecer ser una diosa. Nunca tendrás mi poder ni mi control."*
**Diosa Besalber:** *"No deseo ser como tú."*
**Diosa Mística:** *"Eso es obvio. ¡No puedes!"*
La otra diosa desapareció en un susurro. La Diosa Mística, segura de su superioridad, murmuró para sí misma:
*"Pobre ilusa, creyendo que alguna vez podrá vencerme, aunque sea una sola vez en millones de años. Cuando a mi hija Lila le sellaron los poderes en su primera vida, ni siquiera fue una victoria válida; ella no tenía manera de defenderse..."*
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**Narra Damián…**
Hace dos días que desperté en el pasado, y otra vez tengo 15 años. Me siento agradecido, ya que mi familia es amorosa. A diferencia de Lila, tengo suerte con ellos, pero me carcome el remordimiento. Pude haber hecho más para salvar a Lila de su cruel destino... todo por culpa de esa maldita Priscila. Aún me consume el deseo de acabar con ella. En el pasado la maté, y no dudaré en hacerlo otra vez. Esta vez, estoy mejor preparado.
Recuerdo que antes era un muchacho tímido, callado y Asocial. A pesar de ser el príncipe heredero, muchos se burlaban de mí. Decían que no tenía el carácter para ser un príncipe, que jamás llegaría a ser emperador. Enfrentarme a ellos me daba pánico, aunque sabía usar la espada y luchar cuerpo a cuerpo. Soñaba con escapar de ese miedo y refugiarme en mi único consuelo: el amor idealizado hacia una niña que aparecía en mis sueños.
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**{Sueño…}**
*—¿Por qué estás tan triste? Si se puede saber… —preguntó una niña imaginaria.*
*—Porque soy un cobarde —respondió Damián, mirando el suelo con tristeza.*
*—No, no eres un cobarde. Solo te sientes inferior porque no controlas tus nervios. Eso no te hace débil.*
*—¿Y tú quién eres? Tienes los mismos ojos que yo —dijo Damián, fascinado.*
*—¿Quién soy? ¡Vaya! ¿Acaso no reconoces a tu futura esposa cuando la ves? —contestó la niña con una sonrisa.*
*—¿Tú? ¿Mi esposa? ¡Pero si ni siquiera te conozco! ¡Esta es la primera vez que te veo! —respondió él, confundido.*
*—Pronto me conocerás —le dijo ella, sonriendo mientras su imagen se desvanecía en una nube de mariposas lila que revoloteaban a su alrededor.*
*—Espera… no sé tu nombre aún. ¡No te vayas! —susurró Damián. Y entonces, en un murmullo en el viento, escuchó una palabra… “Lila.”*
*—Lila… Lila… no te vayas, quédate conmigo… —murmuró mientras despertaba pronunciando ese nombre, con la certeza de que volvería a verla en sus sueños.*
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**Fin del recuerdo...**
*—Fui un cobarde, Lila. Tú me diste la confianza para creer que no lo era. Y aun así, te dejé sola. No pude protegerte. Lo único que me quedó fue vengar tu muerte, y lo haría de nuevo si tuviera frente a mí a quienes te hicieron daño.*
Recordar sus palabras en mis sueños me dio la fuerza para superar mis miedos. Dejó de existir aquel niño tímido que era. Esta vez, seré diferente. Seré temido, por ti, para que nadie vuelva a hacerte daño, mi flor... mi Lila.*
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**Narra Lila…**
Era casi el ocaso; el cielo comenzaba a teñirse de tonos rojizos. Nos encontrábamos en el salón principal del palacio: mi madre, mi hermano, el juez, y, claro, el bastardo de mi “padre”. Entre los presentes también estaban algunos nobles, miembros de la corte real, quienes serían testigos de lo que estaba por suceder.
**Juez:** *"Majestad, no podemos permitirnos el lujo de quedarnos sin emperatriz. Es esencial para el imperio."*
Mi madre levantó la cabeza y, con una dignidad que pocos podrían sostener, comenzó a hablar.
**Emperatriz:** *"He sido, a lo mucho, un adorno en este palacio. Ni siquiera eso. De emperatriz solo llevo el título que me dieron al casarme con este hombre. He vivido años de miseria, sin sustento alguno, sin derechos, y sin un mínimo de respeto. He recibido maltratos y humillaciones de su concubina, y el emperador nunca me ha defendido ni ha querido a sus hijos. No puedo seguir aquí. Soy un ser humano, y necesito libertad."*
**Juez:** *"Emperador, ¿es cierto que ni la emperatriz ni los príncipes reciben su asignación mensual?"*
El emperador me miró de reojo, y yo le devolví una mirada amenazante. Finalmente, admitió, aunque a regañadientes.
**Emperador:** *"Es cierto. Reconozco mis errores. Mi concubina ha abusado del poder que le concedí, y mi esposa ha sido relegada. Acepto el divorcio y concedo la libertad a la emperatriz."*
Apenas podía contener la ira, pero sabía que no tenía otra opción. Por mi parte, observaba en silencio, sabiendo que ya lo tenía en mis manos. Él jamás se atrevería a desafiarme mientras yo mantuviera a Priscila y a su concubina bajo mi control.
El juez, viendo la aceptación del emperador, dio por finalizada la sesión, y mi madre, mi hermano y yo abandonamos la sala. En mi interior, sabía que este era solo el inicio.
el debería de pagar ante el mago por todo los pecados de la familia real