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Capítulo 13
La lluvia caía estrepitosamente, en la oscura noche, un auto se detuvo frente a la casa, una casa que siempre permanecía con las luces encendidas ahora se encontraba en completa oscuridad.
Por la puerta, ingresaron dos personas, una de alta estatura y otra de estatura más baja y complexión delgada.
El omega se aferraba con fuerza al alfa, eran claras sus intenciones al entrar a la casa.
El omega trató de acercar sus labios a los labios del alto alfa, sin embargo, fue detenido por este antes de que lo tocara.
Emmett apartó al omega y caminó hacia el interruptor para encender las luces de la casa.
"Me molesta que las luces estén apagadas", sonrió el alfa.
Como de costumbre, Emmett fue a servirse una copa de vino y le ofreció una copa también al omega.
"Ya bebí demasiado, ¿por qué no hacemos otras cosas?", sugirió el omega apartando la copa de vino y volviendo a abrazar a Emmett.
Dejando de lado la copa de vino, Emmett dejó que el omega lo abrazara, ya cerca y sin impedimentos, el joven omega acercó sus labios al alfa.
Este hombre había llamado su atención apenas lo vio en el club privado, este alfa era la clase de persona con la que quieres pasar tiempo y permanecer a su lado, así que estaba muy contento de haber capturado la atención del alfa.
Con emoción, el omega tocó con sus labios los labios del alfa, pero, no hubo respuesta alguna de la otra parte, es más, fue detenido.
"No me gustan los besos", aclaró Emmett después de apartar al omega.
En lugar de molestarse o sentirse ofendido, el joven omega sonrió comprensivamente, después de todo, existían alfas a los que no les gustaba ser besados.
"Está bien, será como quieras", sonrió el omega abrazándose al cuello de Emmett.
Sin la sensación de frío dentro de la casa y sin ningún movimiento o ruido, ambos tenían el camino libre para seguir con sus asuntos, pero esta sensación de vacío, era demasiado extraña.
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El pequeño jardín de rosas amarillas brillaba con vida, tan hermosas como siempre, solo que se veían solitarias.
Emmett se agachó frente al jardín para arrancar una de estas rosas, tomó el tallo con fuerza, pero se detuvo para mirar a su alrededor, nadie apareció para detenerlo.
Hubo algunas ocasiones en las que trató de arrancar estas rosas, pero siempre era detenido por Yeisan, siempre aparecía para detenerlo de arrancar sus rosas favoritas, más ahora no apareció.
Desde hace dos días, Yeisan no había aparecido en la casa, y aunque casi siempre solía estar en el jardín contemplando sus rosas, esta vez no fue el caso, simplemente había desaparecido.
Emmett soltó la rosa y se quedó pensando por un momento, como prometió, Yeisan no lo había molestado cuando trajo a aquel omega a casa, se sentía como un tonto porque al final no pudo hacer nada y terminó echando de la casa a ese omega.
Pero al final, Yeisan no se mostró desde ese día.
Recordó aquel jarrón que trajo Einar esa vez, no lo creía capaz de actuar sin su consentimiento, pero tenía que asegurarse.
Emmett subió a su auto y condujo hasta la casa de Einar, no pudo evitar reírse de sí mismo por lo patético que se veía al preocuparse por Yeisan.
...****************...
Seguro de su decisión de no entrometerse, Yeisan vagó por las calles de la ciudad hasta llegar a las profundidades del bosque al lado de la carretera.
Quiso volver varias veces a casa, pero suprimió ese deseo por temor a ser más odiado por Emmett.
Como consecuencia de su decisión, no dejó de llorar en todo su camino hasta el bosque.
Se quedó bajo el pie de un árbol mientras secaba sus lágrimas, a pesar de no ser capaz de sentir nada, era molesto que fuera capaz de llorar y sentir dolor en un corazón que ya no existía.
En todos estos años, no había permitido que nadie se acercara a su alfa, así que era difícil tener que controlarse.
Mientras se lamentaba, a lo lejos escuchó el pequeño llanto de un animal.
Siguió el sonido hasta llegar a un acantilado en donde vio recostado a un pequeño cachorro cerca de la orilla, al parecer, el pequeño animal había nadado hasta la orilla para aferrarse a la vida, pero como estaba malherido, no podía avanzar más y buscar ayuda.
Yeisan había presenciado varias atrocidades humanas a lo largo de estos años, los repudiaba, repudiaba esos actos tan crueles hacia seres inocentes.
Tomando una forma sólida, Yeisan tomó al pequeño cachorro y lo llevó a un lugar seguro, el cachorro necesitaba la atención de un veterinario con urgencia, así que decidió ir en busca de algún centro cercano.
Lo malo de este lugar alejado, era que no existía la posibilidad de recibir ayuda de manera inmediata.
No llevaba un teléfono celular porque se le fue prohibido, así que no podía llamar a nadie.
Al final, decidió llevar al cachorro él mismo hasta las cercanías de la ciudad en donde hubiera un veterinario, con cautela, abrazó al pequeño cachorro y lo llevó lejos del bosque, procuró siempre ocultarse de las personas y autos que veía en su camino.
Ya llegando a una zona poblada, vio un pequeño centro veterinario y se acercó con el cachorro en brazos, sin la luz del día, pudo pasar desapercibido, se fijó que no hubiera alguna cámara de seguridad cerca y colocó al pequeño cachorro frente a la puerta del centro veterinario.
Golpeó la puerta varias veces hasta que alguien se acercó a abrirla, era un anciano de mirada gentil quien abrió la puerta y alzó al cachorro sin dudarlo.
Yeisan lo siguió hacia adentro y se quedó a ver todo el proceso del cuidado del pequeño cachorro.
Era un pequeño cachorro blanco que se encontraba manchado por la suciedad de la intemperie, de alguna manera, le hizo recordar al tofu.
Yeisan se quedó ahí un buen tiempo hasta que se le ocurrió la idea de que tal vez este pequeño cachorro no abría estado solo, con prisa, Yeisan salió del centro veterinario para dirigirse nuevamente al bosque en busca de más cachorros que podrían estar ahí.