Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPÍTULO 11.
CAPÍTULO 11.
Por Isabella.
Luego de un rato, Valentino regresó con una pizza para que comamos en la habitación.
-Hey, pizza. -Exclamó Mariana.
-Claro que sí. Para ustedes señoritas. -Dijo él.
-Gracias, Valentino. -Exclamé.
-No agradezcas. -Dijo él, tomando mi mano. -A partir de ahora vivirás aquí. Aquí tienes todo lo que necesitas y si algo te falta dímelo. Mis padres también están contentos por tu estadía en la casa.
-No quiero ser una molestia. De verdad no volverá a pasar.
-Isabella. Quiero que te quedes aquí. Además… Era la única manera.- dijo él.
-¿De qué hablas?.-pregunté.
-Tuve que firmar un documento haciéndome cargo de ti para evitar que te internen Isabella. Lo siento si no te gusta pero… No podía dejar que te lleven allí, sé lo que les hace a las personas y no permitiré que te pase a ti. Pero a cambio, deberás ver a un psicólogo.
Asentí agradecida. Comprendía cada palabra que Valentino me decía. Me sentía bien estando aquí. No sé cuál es el motivo. Pero me siento segura con ellos. He tocado fondo y no fue hasta ahora que me doy cuenta.
Luego de un rato de charlas con ambos, me quedé dormida. Los sedantes que me habian puesto en el hospital, sumado a todo lo acumulado, me pasaron factura.
****************
Por Valentino
Isabella parecía estar mejor; sin embargo, me di cuenta de que no sería fácil sacarla del pozo depresivo en el que se encuentra. Por suerte, no mostró resistencia a quedarse en mi casa. La situación es extraña. Me agrada mucho que ella esté aquí, aunque tengo muchas dudas. Pero las iré aclarando a medida que la conozca.
Mientras hablaba con Mariana, me di cuenta de que ella se quedó dormida.
-Mariana. ¿Quieres quedarte aquí? Puedes dormir con Issi o puedo prepararte un cuarto para ti.
-No, no Valentino. Iré a mi casa. Pero si me permites, me gustaría venir seguido a verla.
-Claro que sí. Siempre que quieras puedes venir. Esta también es tu casa. -exclame. -Ahora vamos, te llevare a tu casa.
Mientras la llevaba a su apartamento, ella dijo:
-Sabes… Siempre creí que eras de esos hombres egoístas que solo se preocupan por sí mismos.
-Doy esa impresión, ¿verdad? Pero créeme que las apariencias engañan.- dije sonriendo.
-Solo quiero pedirte que cuides a Issi.
-Lo haré. Lo prometo. Oye, ¿cómo están las cosas con Felipe?
-Con… ¿Felipe?
-Es mi mejor amigo, ¿cómo crees que no me enteré?
-Él… Me gusta… Pero es mi jefe y eso no está bien.
-Oh vamos… Eso no importa. Además, Felipe es un buen muchacho. Créeme. Arriésgate. Me lo agradecerás con el tiempo. -Le respondí riendo.
Luego de dejar a Mariana en su departamento, regrese a la mansión para asegurarme de que Isabella se encuentre bien. Me acerqué a su habitación y noté que su sueño era inquieto. Probablemente, este teniendo una pesadilla.
-Por Dios, Ezequiel. Como duele tu ausencia.- Pensé.
Ingresé a la habitación, y me senté en la cama abrazándola.
-Despierta Issi. Estoy aquí. Le dije.
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Por Isabella.
“Era un día como cualquiera en la universidad. Iba de salida cuando vi a Ezequiel esperándome. Pero no estaba solo, estaba con Julia, mi amiga. Ezequiel se veía exaltado. Así que, decidí acercarme a ellos y ver que sucede.
-Mi amor. ¿Qué haces aquí? -pregunte.
-Sole mío. Vine por ti.
-¿Pasa algo? - pregunté mirando a mi amiga.
-No, no. Solo vine a saludar a Ezequiel. -Exclamó Julia. -Iré a buscar a Matías.
Cuando ella se fue, mire a Ezequiel.
-¿Qué ocurre Ezequiel?
-No pasa nada mi amor.
No le creía nada. Absolutamente nada. Me giré para irme, pero él me tomó del brazo…
-¿A dónde vas? -preguntó aprisionándome contra su coche.
-Debo irme. No me quedaré con un mentiroso.
-Sole mío, ¿cómo dices eso? Odio las mentiras y lo sabes.
-Entonces dime la verdad. ¿Qué ocurre con Julia? Y no me digas que solo la saludabas. Estabas tenso.
-Amor… Es solo que sentí que Julia intentaba seducirme. Sé que es tu amiga pero…
-Debe ser idea tuya cariño. Ella es mi mejor amiga, además es la novia de Mati.
-Está bien amor. Pero por favor no vuelvas a pensar mal de mí.
-Jamás. -Dije, besando sus labios.
-Sabes… Quiero llevarte a tu apartamento y hacerte el amor. -Dijo y comencé a reír por ser tan directo.”
Me desperté de golpe, sintiendo dos brazos cálidos abrazándome.
-Ezequiel, no te vayas.- Exclamé entre lágrimas.
-Tranquila. Estoy aquí, yo estoy aquí. -Hablo Valentino.
Entonces lo supe. Otra vez, no era Ezequiel el que estaba abrazándome. Era otro hombre.
-Lo siento Valentino.
-No te preocupes. Ven aquí.- Exclamó abrazándome y acariciando mis brazos.
Luego de unos momentos volví a quedarme dormida en sus brazos. Me sentía tan bien.
****************
Por Valentino.
Mientras tenía a Isabella en mis brazos intentando calmarla, mi cabeza viajaba hacia él. Ezequiel. Mi hermano mayor. Mi referente, mi todo. No había persona más importante en mi vida que él. Su partida me dejó un hueco. Un vacío enorme en mi Alma. Un mes internado en un hospital psiquiátrico y otros seis meses de medicamentos y ni que hablar de las secuelas, asistencia psicológica hasta hoy día. Miré la hora en el celular de Issi, ya que no sabía dónde dejé el mío y ver su foto solo alimentaba el dolor. Una foto de Ezequiel de la forma más pura que había. Siendo él mismo. Distraído, comiendo pizza. Siendo feliz, siendo simplemente Ezequiel.
Cuando me asegure de que Isabella se quedó dormida, la apoyé sobre la almohada y me aseguré de que estuviera bien tapada para que no tome frío. Luego salí de su habitación para dirigirme a la mía, pero algo me detuvo. No fui a mi cuarto. Si no que fui al suyo. Al de mi hermano. Todo está intacto. Nada cambió. Jamás lo permitiré. Las fotos, los pósters, su cuadro de la Juventus, la cama tendida, su ropa perfectamente guardada. Todo sigue ahí… Una foto suya con su campera favorita. Él y Lennon, su perro. Lennon no volvió a ser el mismo desde el accidente. Solía ser un perro juguetón, pero falleció luego de la muerte de mi hermano. Hay quienes dicen que no soportó la tristeza de estar sin él. Y la verdad es que lo entiendo, entiendo perfectamente a Lennon.
Me senté en su cama y tomé la foto de la mesa de noche de ambos en la estancia de los viñedos. Su sonrisa. Recuerdo aquellos días como si fueran ayer.
El dolor se hace presente al saber que él ya no está. Abracé la foto y me recosté sobre la cama. Si él estuviera aquí. Si nunca hubiese salido aquella noche, todo estaría bien. Lo extraño con creces. Una parte de mí se fue con él. Con mi hermano mayor, mi ejemplo. Mi modelo a seguir. Sin embargo, haré justicia. Su muerte no será en vano y quien haya sido el culpable lo pagará muy caro. Ahora me preocupa Isabella. Mi hermano quiso que la encuentre. Cuidaré de ella como lo haría Ezequiel. Solo espero que cuando ella sepa la verdad no sufra una recaída.