Eh muerto, pero, abri mis ojos, y me eh convertido en una princesa.
Eh reencarnado en Meredith Hockey, la hija maldita de el duque, a la cual NUNCA le prestó atención. Cuando por fin, en la novela, parecía todo ir por el lado correcto, Meredith muere, no solo una vez, también en los 27 especiales que contiene la novela.
Quiero sobrevivir, pero no quiero desperdiciar mi corto lapso de vida en un plan que salve mi pellejo, si moriré, al menos, está vez, disfrutaré mi vida para irme sin arrepentimientos, ¡Esta Vez No Temo A La Muerte!
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Capítulo 10
— ¡Oye no piensas contestar!
Volvió a preguntar el niño frente a ella, pero Meredith parecía estar en un ensueño y no podía salir de él. El niño frente a ella se veía frustrado y tenía una pequeña espada alrededor de su cintura.
— ¿Quién eres?
Preguntó la pequeña observando fijamente la expresión de fastidio que tenía el niño en el rostro.
— Yo pregunté primero, ¿Quién eres tu pequeño adefesio?
Le pregunto ahora el hombre en ese lugar, agarrando el mando de la espada mientras tomaba una posición defensiva. El no sabía la geografía del lugar y no entendía correctamente en qué lugar se encontraba, y por casualidad había aparecido una niña pequeña frente a sus ojos con un aura extremadamente brillante y dudosa a sus ojos.
— Mi nombre es Meredith, Meredith Hock- ¡No!, es solo Meredith, mi madre es una doncella del Duque.
Respondió sabiamente. A los ojos maravillados de la princesa que observaba fijamente el muro de hielo invisible que rodeaba a esa persona, sintió miedo, y solo fue momentáneo, y fue cuando sus pies volvieron a estar en la tierra.
Ella se había acercado estrepitosamente a una persona que desconocía, era mayor que ella y traía un arma consigo, y ahora parecía estar listo para atacarla, si él era un intruso no podría decirle su nombre, la mataría.
— ¿Quién eres tú ahora? ¿Y qué haces aquí?
Pregunto ahora la niña, retrocediendo algunos pasos nervioso a los ojos del castaño, quien sonrió sarcástico ante el miedo que por fin se hacía presente en la niña.
— Aryed, mi nombre es Aryed y soy el heredero de la casa Bailey. Para ser hija de una sirviente ya tienes agallas para tratar a un aristócrata de esta forma.
Avanzo a la figura de la niña, observando como retrocedía cada vez más y su rostro se tornaba pálido.
— ¿Qué? ¿Tienes miedo?
Se carcajeo bruscamente Aryed, ante el terror que se hacía notable en las pequeñas manos colgantes de la princesa, era graciosos a ojos del joven en ese ambiente te, era notable que era un niña y para su sorpresa una princesa, una apariencia increíblemente similar a la anterior Duquesa del territorio que en ese momento tocan sus pies.
— ¿Pequeña princesa, podrías indicarme el camino al Campo de entrenamiento?
Pregunto cínicamente a la princesa, que había quedado helada ante sus palabras, Meredith tembló, él había adivinado que era la primera princesa de ese lugar ¡Pero era cierto! Sus vestimentas lujosas, su cabello exquisitamente peinado, sus ojos peliculiates y únicos en ese imperio y el distintivo cabello negro de ese lugar.
Ella era un tonta.
¿Por qué no había pensado una mejor excusa? Era obvio que ella era hija del Duque por su apariencia y lujos a simple vista.
— Eh \~ Lo siento, no sé en dónde estoy.
Respondió Meredith con lágrimas en las cuencas de sus ojos, estaba nerviosa, y ese tipo frente a ella la ponía más nerviosa, ¿Porque Adeus tuvo que desaparecer en un momento tan crucial como ese?
— ¡Diablos!
Grito Aryed con frustración, concentrando su mana tratando de comunicarcarse con alguien cercano a ese lugar, siéndole imposible en ese sentido.
— Carajo que está pasando.
Susurró el hombre observando como el sol cada vez se escondía más y el crepúsculo del atardecer empezaba a verse y la limitación de la luz en ese bosque también.
Meredith solo observaba todo con miedo.
Ella conocía a la persona frente a ella.
Pero nunca la había visto en ninguna de sus dos vidas.
Aryed Bailey, hijo único del Duque de Bailey y mano derecha del emperador en el futuro. Un demonio con sangre azul que había escapado del inframundo y había pisado la tierra en toda su encarnación.
De esa manera lo describía la historia que había leído en su vida pasada, minutos atrás no lo había recordado correctamente pero en ese momento podía recordar la hoja del libro en todo su detalle que describía el poder abismal del hombre.
Un hombre bendecido por Dios y dotado por el Diablo.
Ese era Aryed.
Un demonio sin sentimientos capaz de asesinar a sangre fría, quien la asesinaria en el futuro. Quien derramaría su sangre por avaricia y venganza.
El villano de esa historia.
Quien la asesinaria por el favor de Melody y moriría después de hacerlo.
Para ser sincera, el día que había leído al antagonista de la historia era hermosa su descripción y perfecto para ser el protagonista, pero no lo fue.
Era horrible el final de ese personaje y toda su vida en general.
Pero incluso así, ella solo debía alejarse de esa persona.
Solo le provocaba terror el tenerlo cerca, quizás el persona en general era bueno, fantástico a su parecer, pero no quería morir tan pronto en ese mundo maravilloso y fantástico.
— ¡Oye!
La voz masculina la sacó de sus pensamientos.
— Toma mi mano. Debemos irnos de aquí.
Extendió su mano amablemente el pequeño caballero joven.
Pero Meredith era consciente que por donde sea que siguieran solo se perderían en la profundidad del bosque.
Entoncess solo debería arriesgar y ganar.
— Esta bien, puedo hacerlo sola.
— ¿De qué hablas?
Aryed parecía irritado, estaba cansado de esa horripilante situación junto a una niña pequeña. Y ahora parecía escupir idioteces.
— No estoy de humor para estos juegos prin-
— Dame tu mano.
— ¿Que?
Ahora era ella quien le extendía su pequeña manito.
Y dudoso Aryed lo aceptó, sintiendo un flujo abismal del mana rodear su cuerpo y la ligereza que no poseía se adaptaba al entorno.
Había algo bajo sus pies, unas extrañas marcas con forma de círculo, que se iban uniendo de par en par y todo a su alrededor se volvía borroso, y en forma de destello aquella maña se había acabado.
— ¿Qué hiciste? Seguimos en el mismo lugar idiota.
— N\~no.
Contestó la pequeña caminando hacia la perfecta imagen del campo de entrenamiento a algunos pasos de distancia.
— ¡Oh! ¡Que!
Aryed estaba impactado y tomó la mano de la niña para arrastrarla con el, observando el alboroto que había en ese lugar. Después de cerca tres horas en ese lugar por fin habían encontrado su destino.
— ¡Oye idiota!
Gritó el joven observando a su supuesto caballero hablando nervioso con otros más en ese lugar.
— ¡Princesa!
Gritaron más de uno y Robert corrió a tomarla entre sus brazos.
— ¡Oh Dios princesa! ¿Dónde estaba? ¿Se encuentra bien? ¿le duele algo?
— ¡Oh mi!, princesa Meredith gracias a Dios está bien, estaba muy preocupada.
Lloro Odela observando como se encontraba en ese momento, y su apariencia física se veía muy bien, pero para Meredith, que había usado una magia desconocida de la cual no poseía el control sentía mucho cansancio.
Ese era un efecto secundario.
E inevitablemente quería caer dormida, era de noche y había jugado en exceso, estaría bien si dormía en ese momento.
— Tengo sueño Odela.
Contestó la princesa y cayó en un profundo sueño, dejando tranquila a una Odela anteriormente preocupada, quien había tomado si el pulso y revisado el cuerpo de la princesa mientras Robert la sostenía.
— Puedes respirar ahora Adeus.
El hombre cubierto de tierra y lleno de hojas observó la figura cansada de la princesa, que había llegado a ese lugar con otro niño a su lado.
Cuando Adeus se dio cuenta que la pequeña no estaba detrás suyo la busco rigurosamente a su alrededor, pero ya no estaba, y era imposible a sus ojos. La niña iba detrás suyo e incluso escuchó sus pasos y su pequeña vocecita, pero no estaba.
Inevitablelemente, tuvo que volver y pedir ayuda, ganándose un golpe por parte de Robert y Odela al enterarse que la niña que había ido con él ya no estaba. La mujer lloró de desesperación y todos se distribuyeron a buscar a sus alrededores, pero después de cuatro horas de búsqueda rigurosa no la habían encontrado, y era imposible que desapareciera.
Una niña de cinco años no podía ir más lejos del bosque y perderse en el, y peor aún durante cuatro horas seguidas.
Pero de repente había aparecido junto al joven Duque de la casa Bailey que curiosamente también había aparecido, y la princesa había caído en un profundo sueño apenas había llegado y el joven Duque parecía estar sorprendido.
Algo extraño había sucedido.
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Editado
**Atte: **Amelie Ross.