Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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La incomodidad de Gabriel
Gabriel frunció el ceño. Había reforzado la seguridad precisamente, para evitar visitas sorpresivas, pero Catherine se había adelantado con excusas familiares.
Durante el almuerzo, Adrien mostró su lado más encantador: Relato anécdotas de viajes, hablo de negocios internacionales y escuchó con atención los comentarios de Valentina. Por momentos, incluso ella tuvo que reconocer que su conversación no era tan desagradable.
Sin embargo, cada vez que Adrián intentaba crear una cercanía. -- Un gesto, una mirada más prolongada, un cumplido sutil. Valentina sentía los ojos de Gabriel sobre ellos. Su guardaespaldas no decía nada, pero su presencia era como un muro entre ellos.
Esa noche, después de que Catherine y Adrien se marcharán, Valentina encontró a Gabriel en el pasillo.
-- ¿Qué te pareció su actuación? --preguntó Valentina con sarcasmo.
Gabriel respondió con frialdad. -- Beuamont sabe moverse. En este terreno. --
-- ¿Y eso qué significa? --
-- Qué sabe exactamente qué hacer, para ganarse tu simpatía. --
Valentina. Lo miró fijamente, intentando descifrar algo más allá de sus palabras.
-- ¿Te incomoda? -- preguntó al fin Valentina.
Hubo un silencio tenso. Gabriel evitó su mirada.
-- Lo único que me importa es tu seguridad. Y Beuamont no es un hombre en el que yo confiaría ciegamente. --
Los días siguientes, Adrián intensificó su acercamiento. Invitando a valentina a inauguraciones de galería, a cenas discretas, a eventos culturales. Al principio Valentina lo rechazaba, pero poco a poco comenzó a aceptar algunas invitaciones, sobre todo cuando había socios de por medio.
Gabriel, siempre con su, presenciaba en cada interacción. Y aunque se mantenía impasible, por dentro hervía. Cada vez que veía adrien se inclinaba demasiado a Valentina, cada vez que notaba. La sonrisa complacida en sus labios, algo en su interior se tensaba.
Esa noche, al regresar de un nuevo evento, Valentina lo notó.
-- Estás más callado de lo normal. -- comentó Valentina.
-- Es mi deber ser discreto. --
-- No conmigo. --
Gabriel dudó, y luego dijo en voz baja. -- Beaumont no busca conocerte, Valentina. Busca poseer lo que representas. --
Ella lo miró en silencio, con el corazón latiendo más rápido de lo que hubiera querido.
Lo curioso era que, aunque Adrien la incomodara en ocasiones, también despertaba en ella cierta intriga. Era difícil ignorar la seguridad que proyecta, capacidad para tratarla como una igual en las conversaciones empresariales. Catherine había jugado muy bien sus cartas: Adrien era, al menos una apariencia de, candidato ideal.
Pero cada vez que pensaba en eso, aparecía la sombra de Gabriel, con su lealtad incorruptible, su silencio de protector, su mirada que hablaba más que cualquier discurso.
Un fin de semana, adrien organizó una velada privada en una de las bodegas familiares e insistió que Valentina asistiera. Catherine reforzó la idea, casi obligándola. Valentina aceptó, cansada de discutir, pero puso una condición. Que Gabriel la acompañara en todo momento.
La bodega estaba iluminada con candelabros y música suave
Adrien la guió entre barricas de vino, mostrándole la historia de su familia. -- Imagina lo que podríamos construir juntos. -- dijo en un momento, alzando una copa. -- Tu nombre y el mío, Unidos. --
Valentina lo escuchó en silencio, sin responder. Pero lo que Adrián no notó fue que, detrás, Gabriel observaba la escena con el rostro endurecido.
Más tarde, mientras adrien se apartaba para hablar con un socio, Valentina se volvió hacia Gabriel. -- ¿Vas a quedarte con esa cara toda la noche? --
Él solo se limitó a decir.
--Aquí estoy, para protegerte, no para opinar. --
-- Pues parece que opinas mucho, aunque no hables. --
Gabriel apretó los labios. Valentina sonrió consciente de la tención invisible que los unía.
De regreso en París, Catherine presionaba más. en cada carta, en cada llamada, insistía
-- Adrien es el hombre correcto, Valentina. No seas testaruda, necesitas una estabilidad, y él puede dártela. --
Pero Valentina comenzaba a notar algo peligroso: cuando más Adrián se acercaba, más la buscaba, ella buscaba la presencia de Gabriel. Era como si el cortejo calculado de Adrien sirviera como, para recordarle cuánto valoraba la autenticidad de Gabriel.
La incomodidad de Gabriel alcanzó un punto crítico durante una cena en la villa. Adrián, con gesto caballeroso, tomó la mano de Valentina, para besarla. Fue un breve acto, elegante, pero suficiente para que Gabriel diera un paso instintivo hacia adelante.
Adrián, lo notó y sonrió, divertido.
-- Tranquilo, Duarte. No voy a hacerle daño a la señorita Rossi. --
Gabriel se tensó, pero guardó silencio. Valentina retiró la mano con rapidez, molesta más por la provocación hacia su guardaespaldas que por el gesto en sí.
Esa noche, al despedirse, Adrien murmuró en voz baja. -- Con el tiempo, Valentina, verás que somos la misma clase de personas. Y tú guardaespaldas tendrá que aceptarlo. Y con el tiempo tendrá que irse.
Valentina. Lo miró con frialdad.
-- No hables de lo que no entiendes. Y no empieces a tomar decisiones por mí. --
Adrien contuvo su coraje solo asintió, después se marchó, Valentina subió al balcón de la villa. Gabriel estaba allí, de pie, como una sombra protectora. Ella se acercó. -- No tienes por qué soportar esto por mí. -- Le dijo en voz baja.
-- Es mi trabajo. -- respondió Gabriel.
-- ¿Solo eso? --
Gabriel no contestó. Pero Valentina, al mirarlo, comprendió que su silencio escondía más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Y mientras que Adrien jugaba sus cartas con astucia, lo que cree que ha ganado más de lo que esperaba, pues Valentina, no lo rechaza: pero el verdadero conflicto de Valentina no está en elegir entre él o su madre, sino de enfrentar lo que empieza a sentir por el hombre que, a toda costa, se niega a cruzar. Esa línea.
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️