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Traicionada por el Esposo, Amada por el Príncipe de Dubái

Traicionada por el Esposo, Amada por el Príncipe de Dubái

Status: Terminada
Genre:CEO / Traiciones y engaños / La mimada del jefe / Casada con el millonario / Completas
Popularitas:83
Nilai: 5
nombre de autor: Rere ernie

Alena Prameswari creía que el amor podía cambiarlo todo.

Pero tras tres años de matrimonio con Arga Mahendra, comprendió que la lealtad no significa nada cuando solo una parte es la que lucha.

Cuando la traición sale a la luz, Alena decide marcharse. Acepta un proyecto de diseño en Dubái… un nuevo lugar, un nuevo comienzo.

Sin esperarlo, un encuentro profesional con un joven príncipe, Fadil Al-Rashid, abre una página de su vida que jamás imaginó.

Fadil no es solo un hombre multimillonario que la colma de lujos,
sino alguien que valora las pequeñas heridas que antes fueron ignoradas.

Pero un nuevo amor no siempre es sencillo.
Existen distancias culturales, orgullo y un pasado que aún no ha terminado de cerrarse. Esta vez, sin embargo, Alena no huye. Se mantiene firme por sí misma… y por un amor más sano.

¿Logrará Alena encontrar finalmente la felicidad?

Esta historia es un viaje para las mujeres que han sido heridas…

NovelToon tiene autorización de Rere ernie para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 5

Esa noche, Alena esperaba a que Arga regresara a casa. La fuerte lluvia acababa de amainar, dejando un aire húmedo que se adhería a las paredes de la casa.

En la mesa del comedor, un plato de pollo a la pimienta negra se había enfriado hacía dos horas. Ya pasaban las once de la noche cuando se oyó el sonido de un coche en el garaje.

Arga entró con rostro cansado, la corbata torcida y el cabello un poco revuelto.

"Lo siento, me quedé hasta tarde...", dijo brevemente.

Alena miró a su marido sin hablar.

Luego, con calma, empujó el plato que tenía delante un poco hacia Arga.

"Come primero, he estado cocinando desde la tarde."

Arga miró el reloj. "Ya es tarde, Len. No tengo hambre."

"¿Te quedaste hasta tarde en un restaurante?" El tono de voz de Alena era tranquilo, pero su mirada era penetrante.

Arga levantó la vista rápidamente. "¿A qué te refieres?"

Alena sonrió levemente. "Solo pregunto, porque encontré una nota de restaurante en el bolsillo de tu chaqueta. Para dos personas, a nombre de Nadine."

Silencio.

El aire entre ellos se volvió repentinamente denso.

Arga respiró hondo. "Len, no pienses tonterías. Es un asunto de la oficina..."

"¿Asuntos de la oficina hasta la noche? ¿En un restaurante de cinco estrellas?" Alena todavía hablaba suavemente, pero había amargura goteando en cada una de sus palabras.

"Len, estoy cansado. ¿Podemos no hablar de estas cosas por la noche?"

"Podemos... si eres honesto."

Arga tiró su corbata al sofá con brusquedad y luego caminó hacia la habitación. "¡Siempre estás buscando problemas, Len! ¡También trabajo para ti!"

La frase "para ti" dolió.

Porque si realmente fuera para ella, ¿por qué se sentía como si se pagara con soledad?

Alena se levantó, mirando la espalda de su marido.

"Sabes, Mas. Durante todo este tiempo nunca he pedido mucho, solo quiero que me escuchen. Que me presten un poco de atención... pero ni siquiera eso puedes darme."

Arga se detuvo un momento y luego se giró con rostro inexpresivo. "Tal vez seas demasiado sensible."

Y en ese punto, algo dentro de Alena se rompió. No gritó, ni lloró. Solo susurró suavemente: "Tal vez también... porque has dejado de amarme."

Sin esperar la respuesta de su marido, Alena caminó hacia otra habitación y cerró la puerta. Por primera vez en tres años de matrimonio, durmieron en habitaciones diferentes.

A la mañana siguiente, la casa se sentía más fría de lo habitual. Arga ya se había ido sin despedirse, dejando un aroma a perfume nuevo en el aire.

Alena se paró en el umbral de la puerta, mirando a su alrededor. La sala de estar ordenada, el jarrón de flores en la mesa y la taza de café usada de la noche anterior. Todo parecía igual, pero ya no se sentía como un hogar.

No tardó en sentarse en el borde de la cama, mirando la pequeña maleta que acababa de llenar. Algunas prendas de ropa, documentos importantes, una computadora portátil y un álbum de fotos de boda que ya comenzaba a amarillear en los bordes.

La foto en la primera página los mostraba sonriendo felices en su boda.

Alena tocó su rostro en la foto y luego sonrió levemente. "Qué gracioso, ¿verdad? Resulta que... una vez fui tan feliz."

No sabía a dónde iría, pero sabía una cosa, no podía seguir viviendo en una casa que la hacía perderse a sí misma.

A las nueve de la mañana, salió de la casa con pasos lentos.

Sin lágrimas, sin drama. Solo silencio que marcaba el final de algo que se había roto hacía mucho tiempo.

Cuando el taxi giró en la esquina de la calle, su teléfono vibró.

Mensaje de Arga: [¿A dónde vas? ¿Por qué te vas sin decir nada?]

¿Cómo sabe que me fui? ¿Revisó las cámaras de seguridad?

Alena respondió al mensaje de Arga: [Solo quiero tomar un poco de aire fresco, la casa está demasiado llena de cosas que ya no existen.]

Luego apagó su teléfono.

Por ahora, su mundo podía estar en silencio. Solo quería calmar su alma cansada.

Alena alquiló una pequeña habitación en un apartamento sencillo cerca de donde solía pasar el rato antes de casarse. El lugar no era lujoso, pero tenía una gran ventana que daba a la ciudad.

Cada noche, las luces de los edificios se convertían en un calmante. Le recordaban que el mundo todavía era vasto y que su vida no había terminado solo por un amor fallido.

Los primeros días se sintieron solitarios, pero no una soledad aterradora. Precisamente en esa soledad, comenzó a encontrarse a sí misma nuevamente. Trabajaba con más concentración que antes, aprendió a cocinar solo para sí misma y, por alguna razón, sabía mejor.

Sin embargo, el dolor no había desaparecido por completo. A veces, en medio de la noche, todavía recordaba el rostro de Arga.

Cómo el hombre solía reír, abrazarla, prometer protegerla siempre. Promesas que ahora... solo quedaban como palabras en el aire.

Una noche abrió su cuenta de redes sociales sin querer y encontró una foto de Arga con sus colegas en un evento de la empresa.

Al lado de Arga, Nadine estaba demasiado cerca con una sonrisa dulce que no necesitaba mucha interpretación.

Alena miró la foto durante mucho tiempo y luego cerró la pantalla. No para negarlo, sino para afirmarse a sí misma. No permitiría que esa foto fuera una razón para que ella se derrumbara.

"Ser traicionada no es el fin del mundo", se susurró a sí misma. "A veces, es la forma en que Dios nos libera de un lugar equivocado."

Esa mañana, Alena miró su reflejo en el espejo. Su rostro seguía siendo el mismo, pero había algo diferente en sus ojos... firmeza.

No una firmeza fría, sino una tranquilidad que nace de la aceptación. Se sentó en la pequeña mesa de su apartamento, hacía mucho que tenía un plan. Ahora caminaría hacia una nueva vida, sin Arga.

Por la noche, abrió su computadora portátil y buscó boletos. Sus dedos se detuvieron en una frase en la pantalla.

Yakarta – Dubái, Solo Ida.

Lo miró durante mucho tiempo y luego hizo clic en el botón reservar ahora. Sin dudas, solo una tranquilidad que nunca había sentido en años.

No porque ya no amara a Arga, sino porque finalmente eligió amarse a sí misma primero.

Alena sonrió no por alguien, sino por... sí misma.

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