La Tentación De Un Juego Peligroso.

Betsabet kohler

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-Me despierto al escuchar un sonido molesto; son las cuatro de la mañana. Apago la alarma y me dirijo al baño. Después de ducharme, me visto y salgo del edificio. Comienzo a trotar durante más de cuarenta minutos, y luego me dirijo al gimnasio, donde realizo mi rutina de ejercicios. A veces extraño las misiones que solía tener; ese entrenamiento intenso es esencial para mantener mi nivel. Al revisar mi reloj, veo que ya son las 6:30. Salgo del gimnasio y regreso a mi apartamento, donde me ducho nuevamente. Tras vestirme, me aplico un poco de maquillaje y ya estoy lista para salir.

Aún falta una hora para que el chofer pase por mí, así que tomo mi moto y me dirijo al centro comercial, donde compro un teléfono. Le envío un mensaje a Gissel para saludarla. Minutos más tarde, llego al edificio donde está el auto estacionado. Al subir, noto que Salvatore no está; su chofer me informa que él me espera en la empresa. Después de unos minutos, finalmente llega. El edificio es extremadamente grande y lujoso. Al entrar, me presento a la recepcionista, quien amablemente me señala dónde se encuentra la oficina de Salvatore. Subo al ascensor hasta el piso 20. Coloco mi mano en mi rostro; el ascensor me provoca mareos, así que respiro hondo, ya que no tolero estar encerrada. Cuando la puerta se abre, veo a una chica que me observa de reojo. Le digo-Hola, soy Chloe Rose, vengo a ver al señor Salvatore.

-Ella me responde- ¿Tienes cita?.

-A lo que yo contesto-No, pero él me dijo que viniera.

-Su mirada de reojo me incomoda, y espero que no se torne insufrible. Ella responde-Espere un momento -marca al teléfono para informar de mi llegada. Luego, cuelga y, un tanto irritada, dice- Ya puedes pasar.

-Le respondo con sarcasmo-Gracias, eres muy amable, nunca cambies.

-Ella finge una sonrisa mientras camino hacia el despacho. Toqué la puerta dos veces hasta que escucho que puedo entrar. Al hacerlo, veo a Salvatore hablando con un hombre. Este se levanta y se acerca a mí, ofreciéndome su mano-Hola, mi nombre es Jim Müller. ¿Cuál es el tuyo?

-Le doy la mano y respondo- Mi nombre es Chloe Rose.

-Escuchamos a Salvatore decir-Jim, ya puedes retirarte.

-Jim me guiña el ojo y en voz baja dice-Espero verte pronto, hermosa -antes de volver su atención a Salvatore y agregar- Nos vemos en la noche, hermano.

-Jim se retira, y Salvatore dirige su mirada hacia la pantalla de su computadora. Yo me acerco y tomo asiento, diciéndole- Buenos días, señor. ¿En qué puedo servirle?.

-Sin dejar de mirar la computadora, él responde- En una hora vendrá a buscarte mi chofer; te llevará a ver a una ginecóloga.

-Arqueo una ceja y le pregunto- ¿Una ginecóloga? ¿Para qué?

-Deja de mirar la computadora y me observa- Para que te asigne un anticonceptivo adecuado.

- Quedo perpleja ante sus palabras; ¿anticonceptivo? ¿Acaso cree que volveré a acostarme con él? No hay manera de que eso vuelva a ocurrir. Le respondo-Señor Salvatore, lo que ocurrió esa noche no puede repetirse. Eso estuvo mal, recuerde que usted es mi jefe; debemos dejarlo atrás.

-Él deja de escribir y me observa-¿Eso es lo que quieres?.

-Me pregunto si estoy tomando una mala decisión que podría alejarlo de mí y arruinar la misión. Si acepto, tendré que seguir en esa situación, aunque la pase muy bien. Me reprendo por mis pensamientos y le digo- Señor, necesito el trabajo y no quiero que lo personal afecte lo laboral, porque realmente lo necesito.

-Salvatore vuelve a mirar la computadora.dice- Necesito que te acerques a la secretaria y le pidas los documentos que solicité hace unos minutos.

-Me levanto del asiento; ¿él acepta eso tan fácil? Me siento aliviada, aunque presiento que esto podría complicarse si realmente quiero enamorarlo y que me lleve a su casa. Dejo mi bolso en la silla y, al escuchar mi teléfono, lo tomo y contesto mientras me dirijo hacia la puerta-Hola, ¿quién habla?.

-La voz del otro lado responde- Señorita Bestsabet, le informamos que su apartamento ha sufrido un posible escape de gas, lo que ha provocado un incendio. En este momento, los bomberos están trabajando para apagar las llamas. Lamentamos mucho lo sucedido.

-Me detengo y respondo- ¿Cómo? ¿Un escape de gas? ¿Mi apartamento está ardiendo? No puede ser.

-Cuelgo la llamada y miro a Salvatore, que me observa detenidamente. Él me pregunta-¿Pasa algo, Chloe?

-Le miro, sospechando que podría estar involucrado en esto. ¿Acaso es culpa suya por rechazar su apartamento? O será solo una puta casualidad. Le digo- Parece que hubo una fuga de gas en mi apartamento y está en llamas. Señor, debo irme.

-Él se levanta dice-Yo te acompaño.

-Nos dirigimos juntos hacia afuera de la oficina, y le dice a la secretaria que cancele todos los compromisos del día. Subimos al ascensor y cierro los ojos, pensando que no dejé la llave del gas abierta; todo estaba bien. Con tanto esfuerzo logré conseguir mi propio apartamento, ahorré para ello y ahora todo se ha ido al carajo.Salvatore coloca su mano en mi espalda y dice- No debes sentirte triste por las cosas materiales, todas se pueden recuperar.

-Lo miro con una mezcla de enojo y frustración. Es fácil hablar desde su posición de comodidad económica; para él, todo es sencillo. Sin embargo, para quienes hemos luchado y sacrificado por tener algo propio, perderlo duele profundamente. ¿Qué podría saber este tarado de mierda sobre eso? Le respondo con una voz contenida- Sí, señor, tiene razón.

-Esbozo una sonrisa que es, sin duda, la más falsa que he dado en mi vida, esforzándome por reprimir las ganas de golpearlo. Al abrirse la puerta del ascensor, salimos juntos hasta llegar a los autos. Él me ofrece su mano para ayudarme a subir, y luego él se acomoda. El vehículo avanza mientras muerdo mi labio, sintiendo cómo el enojo y la tristeza me consumen por dentro. Pero no puedo permitirme llorar, y menos aún frente a él.

Al llegar, me bajo rápidamente del automóvil y contemplo, angustiada, cómo sale humo negro de mi apartamento. Intento entrar, pero no me lo permiten. Uno de los bomberos me informa que no puedo acceder, que mi apartamento ha quedado reducido a cenizas y que lo siente mucho.Paso mis manos por mi rostro, abrumada por la frustración. ¿Qué haré ahora? No puedo ir a casa de mi hermana; sería peligroso que Salvatore supiera de su existencia y, además, está un poco lejos. Tendré que buscar un hotel para quedarme por un tiempo. Miro a Salvatore y le digo- Señor, ¿podría darme este día? Necesito buscar un hotel donde quedarme mientras encuentro un lugar más permanente.

-Él responde-Subamos al carro, aquí ya no tenemos nada que hacer.

-Asiento y nos subimos nuevamente al vehículo. Entonces, me dice-Señorita, no necesita un hotel, puede quedarse en el apartamento que le ofrecí. Puede estar allí unos días mientras busca una casa.

-Le contesto, sintiéndome apenada- No quisiera causarle molestias, pero está bien, solo será temporal hasta que consiga otro lugar.