segunda parte de mi hermoso vagabundo.
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CAPÍTULO 11
(Rocío Martínez)...
Un escalofrío me recorre la espalda, cuando observo que los ojos de Sam me miran de forma diferente.
¿Habrá recuperado la memoria? Me pregunto y me niego a preguntarle, ya que no quiero que vuelva a ocurrir lo mismo de ayer.
Ver a mi amado Sam, retorciéndose por el dolor de cabeza, me desgarró por dentro. Me dolió a tal punto que me pasé toda la noche llorando al no saber cómo ayudarlo y de reprimir las ganas de gritarle de una vez por todas que soy su mujer y que nuestro hijo lo necesita más que nunca.
Porque ambos lo necesitamos, necesito a mi esposo a mi lado, protegiéndome y amándome como siempre.
Pero... Aunque me duela reconocerlo, él ya no está y si lo quiero de regreso. Tengo que traerlo yo misma de su maldito infierno.
................
Hoy decidí venir donde le hablé por primera vez y de una forma inexplicable sabía que Sam vendría por mí.
Y aquí está...
Parado frente de mí, mirándome a los ojos de la misma forma que lo hacía antes de perder la memoria.
Intento aclarar la garganta para hablar, pero por más que lo intento, no puedo, porque su mano no solo apartó un mechón de mi cabello. Ahora siento el calor de su mano mientras me acaricia detallando mi rostro.
Mi cuerpo lo reclama, mi boca exige que lo bese y mis manos mueren por acariciarlo. Pero mi cabeza me dice que espere a que él tome la iniciativa.
_ Tengo hambre _ me dice y su mano deja de tocarme.
_ Yo también _ le respondo con las mejillas sonrojadas a más no poder y no de vergüenza, más bien de la rabia de no lograr comérmelo a besos aquí mismo.
_ ¿Te quedarás aquí o iremos a comer? _ me pregunta mientras se mete las manos a los bolsillos y camina hasta su carro.
Lo sigo y lo seguiría hasta el mismo infierno si fuera necesario.
_ ¿Ya se te quito el dolor de cabeza? _ le pregunto para indagar más sobre el tema.
_ Algo _ me responde, mientras enciende el carro.
_ ¿Son muy frecuentes?_ le vuelvo a preguntar.
_ La verdad, es que sí.
_ ¿Me quieres contar, cómo comenzaron? _ le pregunto esperando una respuesta negativa de su parte.
_ Hace exactamente un año, sufrí un accidente automovilístico. En él, perdí la memoria y cada vez que intento recordar algo de mi pasado, un fuerte dolor de cabeza me aqueja.
Le presté atención para que siga hablando.
_ Ayer fue la primera vez que el dolor vino sin intentar recordar y fue más intenso que otras veces.
_ ¿Y qué dicen los médicos?
_ En qué no me esfuerce en recordar y siga con mi vida.
Malditos médicos, de seguro son amigos de la víbora de Charlotte.
_ Pienso que deberías consultar con otros médicos _ doy mi sincera opinión.
_ Muchas gracias por el consejo _ me responde sonriendo _ Ya hemos llegado.
El trayecto se pasó volando, son tantas preguntas que necesitan una respuesta. Qué trago amargo cuando me bajo del carro para ir a comer algo.
Entramos a un local y me doy cuenta de que no era una broma que comeríamos una hamburguesa. Y me río porque conociendo a mi marido, me trajo aquí para no hacerme sentir incómoda, ya que para los que me ven. No soy más que una simple vagabunda.
Tomamos asiento y Sam ordena por los dos.
_ ¿Te puedo hacer una pregunta? _ me dice Sam, un poco nervioso.
_ Claro _ respondo, ya sabiendo su pregunta.
_ ¿Por qué no tienes un hogar? _ baja la mirada cuando termina de hablar.
Ahí se viene mi respuesta.
_ Hace exactamente un año, mi esposo murió en un accidente aéreo. Lo amaba tanto que me volví loca y producto de aquello lo perdí todo _ le digo con lágrimas en los ojos, porque no miento.
_ Lo siento mucho _ me responde, llevándose ambas manos a la cabeza.
_ ¿Estás bien? _ le pregunto preocupada, ya que mis palabras, no le fueron indiferentes al darme cuenta de que le duele la cabeza.
_ Lo estaré _ me responde y luego le da un sorbo al vaso de jugo que trajo el mesero.
_ No hablemos de cosas tristes, más bien cuéntame cómo te pudiste zafar de esos gorilas que tienes de guardaespaldas _ cambio el tema para que el dolor de cabeza seda.
_ La verdad, es que ni yo lo sé _ se ríe _ Solo no estaban esperándome como de costumbre.
Doy un mordisco a mi hamburguesa, riéndome por dentro al saber que Jonathan, los distrajo cuando Sam salió de la empresa.
_ Mmmm... Está deliciosa _ señalo la hamburguesa.
_ Te lo dije _ me responde, limpiándome la punta de la nariz, ya que al parecer me la ensucié con mayonesa.
_ Gracias _ le digo y nos quedamos mirando fijamente.
Nuevamente, un escalofrío recorre mi espalda. Es tan fuerte la tensión entre los dos que, cuando nos quedamos mirando así, solo deseo prenderme de su boca.
Sam aparta los ojos de mí y mira su teléfono cargado de mensajes.
_ Ya tengo que irme _ me dice con mucho pesar.
_ Es temprano aún _ le respondo porque no quiero apartarme nuevamente de mi esposo, aunque sé que no puedo retenerlo, por el momento.
_ Había olvidado la cena de cumpleaños de mi madre _ se disculpa.
_ No te preocupes por mí _ le respondo. Pero por dentro maldigo a la víbora de Charlotte por arruinarme el momento.
_ Te llevo al refugio.
_ Gracias _ le digo, para luego salir del lugar y subirnos a su carro, apartando la vista en otra cosa que no sea él, para ignorar el dolor al saber que se irá a su misión con la que piensa que es su verdadera esposa.
......................
Veinte minutos después...
Hemos llegado al refugio nocturno, Sam detiene el carro y sin decir nada, tomo la manilla de la puerta para salir.
_ No piensas despedirte _ Sam se queja y me sujeta la muñeca con fuerza para detenerme.
Me giro hacia él, sientiendo que me quemo por dentro y mando al mismísimo demonio la idea de esperar a que Sam sea el que de el primer paso.
Porque de una forma desesperada, me libero de su agarre y lo tomo de la nuca acercandolo a mi boca. Para finalmente sellar nuestros labios con un beso brusco y desesperado.
que explote la bomba y dinamiten a esas brujas desgraciadas de la vida de Sam